9 de septiembre, 2021
Hoy se inauguró la nueva muestra de Cucurto en el Museo Moderno.
Con una convicción que brota de la certeza de que “finalmente todo es ficción”, Washington Cucurto (Santiago Vega, Quilmes – 1973) crea un potente universo visual, tan caliente como festivo, en el que se cruzan la vida cotidiana de las clases populares, la alta y no tan alta literatura, la pintura moderna y contemporánea, la historia y la política, para recrear en el libro y en el cuadro las potentes mezclas culturales y étnicas de las dos Américas. Esta exposición reúne una selección de obras pertenecientes a varias series que Cucurto ha creado en poco más de dos años, cuando decidió continuar en la pintura el intenso mundo ficcional que ya había construido como escritor a lo largo de más de una veintena de libros de cuento, novela y poesía. Sus pinturas, así como sus narraciones, nacen de una mezcla desprejuiciada de la vida callejera, la prensa, la música, el arte popular de los países americanos, cada vez más intensificada por inmigraciones recíprocas que crean ciudades complejas y compuestas, a la vez mexicanas, colombianas, venezolanas, argentinas, peruanas, cubanas, bolivianas, paraguayas, dominicanas… Esa vida ferviente, ese torrente de cuentos orales, escritos, musicales y visuales se materializa en sus cuadros, “relatos condensados”, en los que el retrato de un vendedor callejero, de un escritor o de un personaje histórico, una escena tomada de una obra literaria o de un acontecimiento de la historia se distorsionan y adquieren nuevas formas y vitalidad, en una azarosa coexistencia definida por las consignas de nunca corregir, siempre avanzar y sumar a mano suelta, incorporando cualquier elemento que aparezca en la espontaneidad del hacer, y siempre a la mayor velocidad posible.
Si la historia y la cultura tienen sus relatos oficiales y sus cánones, la obra de Cucurto los mezcla, recombina y subvierte en un reordenamiento desprejuiciado que pone en primer plano sus orígenes más silenciados, los más profundamente populares, los de pieles más oscuras. Así, las dominicanas del Once pueden tomar por asalto un cuadro de Picasso, Eva Perón ponerse negra para encarnar un nuevo mito histórico o los versos del poeta cubano Virgilio Piñera musicalizar una pelea de borrachos en un bar porteño. Del barrio de Once al de Haarlem (que “también es el Caribe”, sostiene Cucurto), su obra retrata la historia y la cultura de un continente atravesado por la violencia racial, social y política, con una mirada plena de amor, humor y ternura.
Proyecto curado por Victoria Noorthoorn en colaboración con Álvaro Rufiner
Conservación: Diamela Canosa.
Producción: Edgar Lacombe. Montaje: Leo Ocello
Investigación y textos: Martín Lojo
Agradecimiento especial: Galería Alberto Sendros