Sara Mata es investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades (ICSOH, CONICET-UNSA) y se especializa en la historia de Salta desde fines de la etapa colonial hasta la primera mitad del siglo XIX. Sus investigaciones acerca del mundo rural salteño visibilizaron la tensión que existió en torno al acceso a la tierra, particularmente en el Valle de Lerma, hacia fines del período colonial.
De allí su interés por el proceso de la guerra de Independencia en este territorio, que a partir de enero de 1814 se va insurreccionar ante las requisas del ejército realista que ocupaba las ciudades de Salta y de Jujuy.
Precisamente, el interés por esta movilización rural fue la problemática que impulsó a la historiadora a trabajar sobre el proceso revolucionario y a focalizarse en la figura del General Martín Miguel de Güemes (Salta, 1785- Salta ,1821), quien la lideró entre 1814 y 1821. En el marco de un nuevo aniversario de su muerte, la historiadora reflexiona sobre la vida y la obra de Güemes.
Primeros años
Hijo de un funcionario de la Corona, Güemes fue desde niño destinado a la carrera militar y a muy temprana edad ingresó como cadete al Regimiento Fijo destacado en Salta. Más tarde, en 1804, y con la finalidad de continuar su formación militar, se trasladó a Buenos Aires. En ocasión de las invasiones inglesas se sumó al Primer Escuadrón de Húsares voluntarios, organizado y comandado por otro militar importante de aquellos tiempos: Juan Martín de Pueyrredón. Los sucesos de mayo de 1810 lo sorprendieron en Salta, y de inmediato su sumó a la causa revolucionaria. Una vez incorporado al Ejército Auxiliar del Perú, se destacó en la batalla de Suipacha que posibilitó el ingreso del ejército a Potosí.
De acuerdo con Mata, ya en enero de 1814, cuando las ciudades de Salta y de Tucumán se encontraban ocupadas por los realistas, la población rural del Valle de Lerma comenzó a resistir las requisas de ganado por parte del Ejército Real del Perú, alentados por Manuel Dorrego y por los jefes de las milicias de Salta que acompañaban al Ejercito Auxiliar establecido en Tucumán.
En este contexto –relata la investigadora- el General San Martín, al mando del Ejército Auxiliar, solicitó a Buenos Aires un cuerpo de caballería que, a cargo de Güemes, llegó a Tucumán en febrero de ese año.
De acuerdo con Mata, el “Padre de la Patria”, siguiendo los consejos de Dorrego, decidió desarrollar una guerra de recursos en Salta, mientras fortalecía el ejército en Tucumán, para lo que designó a Güemes como Jefe de la Vanguardia del Ejército Auxiliar del Perú, con la misión de organizar y alentar la movilización que ya tenía lugar en el valle de Lerma y en la frontera con el Chaco para resistir las partidas realistas. Esta misión logró su cometido y obligó a las fuerzas realistas a desocupar las ciudades de Salta y de Jujuy unos meses después.
Gobernador de Salta
En 1815 Güemes es nombrado gobernador de la provincia de Salta. En relación con este nombramiento, Mata revela que “luego de acompañar al ejército y sorprender a una partida realista en Puesto del Marqués, Güemes retornó a la ciudad de Salta, trayendo consigo 600 fusiles de la Maestranza de Jujuy”; y, con el apoyo de los grupos confederales y el de las milicias que había organizado, fue nombrado gobernador por el Cabildo de Salta el 7 de mayo de 1815.
“La oposición, primero hacia su persona y luego hacia su gobierno, involucró a sectores importantes de la élite salto-jujeña, quienes a comienzos de 1816 apoyaron a José Rondeau (jefe del Ejército Auxiliar del Perú, en reemplazo de San Martín) en su intento por destituirlo.
Esa elite manifestaba la misma desconfianza y temor de los diputados de Buenos Aires y de Cuyo en el Congreso de Tucumán, quienes llegaron a considerarlo una amenaza similar a la José de Artigas en el litoral para los intereses de Buenos Aires”, agrega la historiadora.
La investigadora señala que la designación de Pueyrredón como Director Supremo y de Manuel Belgrano como jefe del Ejército Auxiliar, por parte del Congreso General reunido en Tucumán, reencauzó la relación de Güemes con el gobierno de Buenos Aires, lo cual le valió el alejamiento de los grupos confederales que lo habían apoyado anteriormente, pero no le permitió lograr superar la oposición de la elite a su gobierno.
“Por el contrario, a medida que se agudizaba la falta de recursos y aumentaba el número de hombres movilizados (organizados en escuadrones gauchos) y de los cuerpos de línea que el Gobernador había creado e incrementado con parte de los oficiales y de las tropas del derrotado ejército de Rondeau, más crecía la resistencia a su gobierno”, indica Mata.
“Esta organización militar –subraya la investigadora- resultó clave para impedir el avance, en enero de 1817, de las fuerzas realistas hacia Tucumán, precisamente cuando San Martín iniciaba el cruce de los Andes para reconquistar a Santiago de Chile, que se hallaba en poder realista, y avanzar hacia Lima”.
Para Mata, la recuperación de Salta y de Jujuy unos meses después permitió acallar a la oposición, que veía en Güemes un agente perturbador del orden social por conceder a las milicias gauchas el goce del fuero militar que los sustraía de la jurisdicción de los Alcaldes y del Cabildo y por haber negociado el no pago de los arriendos a los propietarios de tierras, quienes vieron impotentes la instalación en sus tierras de hombres armados.
Circunstancias de su muerte
“La crisis política en Buenos Aires; la disolución del Ejercito Auxiliar del Perú, convocado por Buenos Aires para enfrentar a la Liga del Litoral, y las dificultades económicas que enfrentaba Güemes para obtener los recursos necesarios para organizar y sostener el ejército -que, por pedido de San Martín, debía marchar hacia el Alto Perú para cercar al Ejército Real del Perú- erosionaron su autoridad”, sostiene la especialista.
En este sentido, pocos días de antes de su muerte, el 24 de mayo de 1821, el Cabildo de Salta intentó destituirlo por medio de un mensaje que informaba a los vecinos de Salta la deposición: “…del cruel Güemes, monstruo entre los tiranos [….] ya queda este por clamor general de todo el Pueblo, Tropas y Campaña, arrojado de la Magistratura que no merecía y borrado en el todo del Catálogo de Ciudadano e indigno de la mejor indulgencia”.
Mata detalla que el fracaso del Cabildo propició la conspiración que facilitó el ingreso de la partida realista a la ciudad de Salta la noche del 7 de junio, cuando lo sorprendieron e hirieron de muerte. “Diez días después fallecía en la quebrada de la Horqueta, en las proximidades de la ciudad, hasta dónde había sido trasladado por sus hombres más fieles”, señala.
Mata sostiene acerca de las circunstancias políticas de su muerte: “Al hartazgo de la elite salto-jujeña ante la alteración del orden social, los perjuicios económicos de la guerra, que además de requerir de recursos pasa su sostenimiento impedía el comercio con las provincias alto peruanas, es preciso considerar también, a partir de 1820, los intentos de pacificación de los territorios ultramarinos por parte de España, luego dela restitución de la constitución liberal en la península.
La correspondencia de los jefes realistas alerta acerca del posible interés, por parte de la elite salto jujeña, por entablar conversaciones con los Comisionados enviados a América para alcanzar la deseada pacificación”, explica la investigadora para finalizar.