29 de enero, 2021
Funcionario público y drag queen: la “doble vida” del político que representa a Salta en tacos, peluca y barba con brillos.Hace un año, Sebastián Simón fue designado Director General de su área, lo que lo convirtió en un funcionario público de alto rango. Antes se había animado a romper con años de ocultamiento: también es drag queen, lo que significa que se “monta” con maquillaje, pestañas postizas, gibré, corset y rellenos, incluso para ir a trabajar.
Sebastián Simón trabajó en la administración pública de la provincia de Salta desde que era adolescente. Arrancó como pasante, atravesó tres gobiernos provinciales y, hace un año, fue designado Director General en su área, por lo que se convirtió en “funcionario público de alto rango”. Sebastián tiene despacho, personal a cargo y una carrera política en crecimiento, sin embargo, entiende perfectamente adónde apunta la pregunta sobre “el origen”.
“Tengo recuerdos de ser un nene de 10, 12 años, sentar a mi familia en el patio de casa y hacerles el show: el show de Reina Reech. Pero con un distintivo: mi hermana era la bailarina, yo era Reina Reech”, sonríe a Infobae del otro lado de la cámara.
Imperia y Sebastián (@fotohache)
Fue a esa edad -plena escuela primaria en una de las provincias más conservadoras del país– que empezó a actuar representando a un personaje femenino, lo que más tarde derivó en sus años como transformista y en lo que también es hoy: porque además de funcionario público, Sebastián Simón es drag queen.
¿Qué quiere decir eso? Por un lado, que es el Director General de la Delegación Turismo de la Provincia de Salta. En criollo: es el representante del Ministerio de Turismo y Deportes de Salta en Buenos Aires, donde está su despacho. Por otro, que muchas veces representa oficialmente a la provincia no como Sebastián Simón sino como Imperia, una drag queen con tacos de 20 o 30 centímetros de alto, relleno en las caderas, uñas y pestañas postizas, peluca y barba con gibré.
El origen
Cuenta que no suele ponerse busto pero, cuando lo hace, usa un corpiño armado y sus soquetes
Es enero y, como responsable del turismo en su provincia natal, Sebastián va y viene tratando de remontar el golpe que le provocó la pendemia a una de las actividades económicas más importantes de Salta. Es en un parate, recién llegado de Cafayate, que accede a seguir hablando sobre “el origen”, aquello que tanto tiempo mantuvo oculto hasta que se animó a dar el batacazo.
“En mis 20, por ahí, descubrí el transformismo. Ya trabajaba en el gobierno”, cuenta. En aquel entonces, mientras el gobernador Juan Carlos Romero iba por su segundo mandato, Sebastián “compraba zapatos altísimos, de 20 centímetros, y me los ponía para caminar en mi casa, solo. Después empecé a inventarme vestuarios parecidos a los de los videoclips, no era solo lo femenino sino lo espectacular. Me fascinaba pero podría decir que lo hacía a escondidas, porque lo camuflaba en una fiesta de disfraces o me iba a Tucumán, donde no me conocía nadie”.
Fueron más de 10 años así, sin animarse a que nadie se enterara de esa “doble vida”. Mientras, seguía creciendo en la administración pública, ya en los mandatos de Juan Manuel Urtubey.
“Imperia podía ser un personaje que trascendiera, que tuviera algo que decir”, cuenta
“Pero yo sentía que al transformismo le faltaba algo y hace cinco años descubrí lo que era ser drag queen. Podía no solamente emular una figura femenina, sutil y delicada, sino que lo podía hacer sin reglas. Podía tener tacos y barba, pestañas gigantes y nada de tetas, el pelo rapado o una peluca llena de pelo. Pero además podía ser un personaje que trascendiera, que saliera de la noche, que tuviera algo que decir”.
Creó un personaje llamado Imperia pero el temor a que obstaculizara su crecimiento profesional hizo que nadie en su ambiente laboral supiera quién estaba debajo del otro lado del corset. “La tuve dos años y medio en el closet, en el anonimato total”, cuenta. Ya era técnico en Turismo, ya lo habían ascendido al área de Promoción del ministerio y nadie sabía lo que Sebastián hacía fuera del horario de trabajo.
“¿Qué hacía? Pasaba dos horas y media, tres, montándome. Al principio me maquillaban, ahora aprendí y me maquillo solo. Para las caderas me hago ‘panchos’, que son láminas de goma espuma que te las cortás y te las moldeás a la forma de tu cuerpo. Fui probando con las pelucas, al principio cuesta, después uno se va encontrando”, detalla. Mide 1.8 mts por lo que llegaba a los 2 metros con los tacos de 20 centímetros con los que sacaba a Imperia de noche.
Sebastián no es travesti ni una mujer trans. “Ser drag es un hecho artístico, no tiene que ver con la identidad de género”
“La ropa te la comprás o la reformás, lo mismo con las uñas postizas. Si no te las podés comprar cortás un envase de gaseosa, les das formita, te las pegás, las pintás y nadie se entera que son de plástico. En mi caso no me pongo tetas, pero las veces que uso me pongo un corpiño que ya tiene forma y adentro mis soquetes”.
Sebastián no es travesti ni una mujer trans, no es esa la razón por la que se monta con ropa femenina. Es un hombre cisgénero (al contrario de una persona trans, su identidad de género concuerda con el sexo que le asignaron al nacer), es gay (esa es su orientación sexual) y está en pareja. Y menciona todas esas características para contar que ser drag queen es “un hecho artístico” que no tiene que ver con la identidad de género ni con la orientación sexual.
Fueron dos años y medio de ocultamiento hasta que Sebastián le hizo a Imperia una cuenta de Facebook. “Una cuenta solo de ella, no me animaba a mostrarla en la de Sebastián Simón, tenía miedo de incomodar o que levantara comentarios que a veces uno no tiene ganas de escuchar. Creo que el primero que tenía prejuicios era yo”. Hasta que un domingo se animó y publicó en su perfil personal las fotos de Imperia producida.
“Creo que el primero que tenía prejuicios era yo”
En la oficina hubo escándalo. “Pero escándalo lindo”, dice. “Yo no era funcionario, era un agente del área de promoción de turismo, nada más. Y justo había empezado a haber todo este ímpetu de empezar a trabajar el turismo LGBT+. Y ahí es cuando me dije a mí mismo: ‘Yo tengo este personaje, esta drag no es un disfraz, tiene algo para decir”.
Sebastián se envalentonó y le dijo a sus jefes: “Yo puedo hablar en primera persona de lo que es pertenecer a la comunidad LGBT+ en Salta, y encima lo puedo hablar con este personaje que es contundente y lo hace con respeto. Si vamos a trabajar el turismo LGBT lo hagamos en serio, que no sea sólo un papelito que diga ‘bienvenidos y bienvenidas’”.
Se venía el evento LGBT+ más grande de Argentina, del que iban a participar autoridades de todas las provincias, y Sebastián ofreció asistir no de traje sino montado como Imperia. La respuesta no fue la que había imaginado: “Me dijeron ‘andá pero si vas como Imperia no digas Salta”.
Fue en un evento donde se arriesgó y rompió todas las reglas
“‘¿Qué hice yo?’. Caí a la cena de cierre de este gran evento toda montada. Rompí todas las reglas, a costa de cualquier cosa”, sigue. “¿Y sabés qué pasó? Los secretarios de Turismo que estaban ahí, los directores, empezaron a filmarme y al día siguiente, todos los funcionarios tenían el video de este personaje tan particular hablando de los vinos locales en nombre del gobierno de Salta”.
Los jefes recibieron elogios, le dijeron que habían visto en los videos que lo hacía con respeto y que era cierto que, como parte de la comunidad LGBT+, tenía algo que decir. Y aquello motivó a que lo ascendieran al cargo de Director General que tiene hoy -en la gestión del gobernador Gustavo Sáenz- y que la drag queen sea la representante de la provincia de Salta en lo que refiere a turismo LGBT+.
Imperia en el Concurso Vendimia para todos, donde ganó como embajadora drag queen
Desde entonces, ya como Director, se presentó como Imperia en el Concurso Vendimia para todos, en Mendoza, y ganó como embajadora drag queen. En junio, para el Día Internacional del Orgullo Gay, grabó un video con pestañas postizas y barba con brillos en el que interpretó un texto escrito por él:
“Y un día despertamos queriendo entender por qué teníamos que cambiar para encajar, agradar, complacer. ¿Alguna vez conociste a alguien que sintió vergüenza de vestirse como quiere, o a alguien que le incomodaran las burlas de esa mayoría que actúa en patota minimizándonos simplemente por ser? “Llorar es de maricas” y “jugar al fútbol es de machos”, decían. Lo único que queríamos era pertenecer. Pero la frustración de no hallarnos en ese mundo normal abrió heridas que para muchos fueron incurables (…) ¿Pero saben qué? Vivirlo nos llenó de poder. El desprecio y la vergüenza mutaron, ya no más tapar el dolor con una sonrisa, no. Ahora me acepto yo para que vos no tengas que aceptarme (…)”.
La barba con gibré terminó siendo su señal distintiva
Sabe Sebastián que no da pelea desde cualquier provincia sino desde una con una raíz “muy conservadora por el hecho de que está muy arraigada a lo religioso”. Sabe que por eso recibe en sus redes a veces insultos, a veces salmos. “Ante eso, me agarro fuerte de la mano de mi pareja, me maquillo con más fuerza o publico la foto más estrafalaria y más montada que tenga, y le meto. Esa es mi declaración política”. Fuente: Infobae