noviembre 22, 2024
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SOBRE LA HISTORIA DEL PALACIO VIDELA DORNA

Reproducimos a continuación el artículo del diario La Nación de la periodista Silvana Vitale referido al Palacio Videla Dorna. Para la realización de la nota fue entrevistada Marina Bussio, integrante de la Junta de Estudios Históricos del Caballito:

En el Palacio Videla Dorna, en el barrio de Caballito, se formaron varias generaciones de cadetes de la Escuela Naval Militar y también funcionó un colegio.

Quienes se sienten a tomar algo en alguna de las dos cafeterías enfrentadas en ambas esquinas del pasaje Florencio Balcarce y su intersección con la avenida Rivadavia, quizá desconozcan que a principios del siglo XX se levantaba allí un fabuloso palacio. Puede que también les resulte extraño que en la majestuosa edificación funcionó la Escuela Naval Militar durante diez años, luego el Colegio Susini y que, en el balcón del quinto piso del edificio sobre el Bar Notable El Coleccionista, nació lo que hoy conocemos como el servicio de delivery gracias a las
ocurrencias de un reconocido escritor y sus hijas.

Cuando Caballito era zona de quintas, entre mediados del siglo XIX y principios del XX, en donde actualmente se ubica el Parque Rivadavia se emplazaba la quinta del acaudalado político y empresario Ambrosio Plácido Lezica. Justo enfrente, en avenida Rivadavia 4929, hacia 1886 se levantó el Palacio Videla Dorna, propiedad de Gervasio Videla Dorna, agrimensor y abogado, quien era nieto de José Zenón Videla, uno de los precursores de la fundación del pueblo de Monte, en la Provincia de Buenos Aires, y de María Sandalia Dorna. Incluso una pequeña
localidad a 14 kilómetros de la ciudad de San Miguel del Monte lleva el nombre de su abuelo.

El terreno donde se erigió el palacio pertenecía a la familia de la esposa de Gervasio, Emina Duportal y la construcción fue encargada por su hermano Emilio quien fue gobernador de Entre Ríos y presidente de la Sociedad Rural Argentina. “Era un palacio bellísimo, tenía jardines, fuentes, esculturas. Sin embargo, la familia vivió allí por pocos años”, explica Marina Bussio, historiadora y periodista.
Según cuenta, en 1899, el palacio fue alquilado a la Escuela Naval Militar que se estableció allí durante diez años hasta que, en 1909, se trasladó a su ubicación actual en Río Santiago, en la Provincia de Buenos Aires.

La familia recibió una cifra importante por el alquiler, el edificio era muy grande, allí la escuela tenía sala de física, de química, gimnasio, sala de esgrima, museo, sala de máquinas, biblioteca, talleres de imprenta y encuadernación, también se realizaban distintas prácticas militares en el amplio espacio verde. Una curiosidad es que las diez camadas de cadetes que se formaron en ese lugar iban a hacer sus prácticas de remo al arroyo Maldonado, hoy la avenida Juan B. Justo, que, en ese entonces, todavía no estaba entubado”, aclara la historiadora.

Anteriormente, la institución ocupaba el caserón que había sido de don Juan Manuel de Rosas, en el barrio de  Palermo, pero durante la intendencia de don Adolfo Bullrich se decidió su demolición, para ampliar el parque Tres de Febrero. “Por esa razón se hace imprescindible el traslado de la misma, y a tal fin (por decreto del 24 de enero de 1899) se autoriza la inversión de 50.000 pesos moneda nacional para atender los gastos de mudanza, reparaciones del nuevo edificio y pago del alquiler hasta fin de año”, explica el informe.

El primer viaje de vuelta al mundo de la fragata zarpó el 12 de enero de 1899 y se extendió por 20 meses. El capitán Onofre Betbeder fue quien estuvo al mando de la nave con 320 hombres a bordo. En esa oportunidad, el buque recorrió millas náuticas (89.822 kilómetros), la mayoría de ellas a vela, y se tocaron 71 puertos de Asia, Europa, África, Oceanía, América del Norte, del Sur y Centroamérica. Al igual que la Fragata Libertad, eran y aún son embajadoras de la Argentina. De esta manera, los cadetes formados en la Escuela Naval Militar de Caballito llevaban elementos de difusión de la cultura argentina como lo fueron las fotografías tomadas frente al palacio

Cuando la escuela dejó el palacio, la familia Videla Dorna no volvió a ocuparlo. De acuerdo al libro «El barrio de la veleta. Historia de Caballito», de Osvaldo Carlos Sidoli, publicado en 1996, este fue alquilado nuevamente, esta vez a Jorge A. Susini, un educador importante cuyo título de maestro fue firmado por el mismo Domingo Faustino Sarmiento en 1888. Este instaló allí su colegio, sin embargo, en los primeros años de la década de 1920 debió mudarse por el crecimiento del alumnado.

Los Videla Dorna fueron muy activos en política. La familia era muy conservadora y que quiere participar de las elecciones”, señala Marisa Vicentini, historiadora. Y recuerda que en esa época los comicios eran controlados por el partido conservador, el Partido Autonomista Nacional (PAN): “Ellos eran los dueños de las elecciones hasta que surgió el radicalismo, que luego de la Revolución del Parque de 1890 y
una serie infinita de luchas lograron las primeras elecciones transparentes con la Ley Sáenz Peña, sancionada en 1912. Tiempo después, en 1916, resultó electo el primer presidente radical Hipólito Yrigoyen”, explica.
Todo ese proceso llevó consigo una serie de luchas entre conservadores y radicales en las que los Videla Dorna tuvieron protagonismo.

Según cuenta Vicentini, en un momento de elecciones fraudulentas y cuando los radicales empezaron a luchar para imponer sus ideas, Gervasio Videla Dorna (hijo) se enfrentó a tiros con sus oponentes porque no querían reconocerle los resultados de la mesa que él mismo había presidido. “Era una época convulsionada de fin de ciclo conservador y el comienzo de una democracia representativa en la que los
radicales tuvieron una participación importante y eso era muy resistido por los conservadores”, aclara.

La historiadora recuerda también un relato de desamor relacionado con la familia, precisamente con los Dorna. Se cuenta que Gervasio, hermano de María Sandalia Dorna, era novio de Remedios de Escalada, quien luego fuera la esposa de José de de San Martín quien finalmente se casó con Remedios. El joven quedó con el corazón roto y decidió alistarse en el Ejercito del Norte al mando de Manuel
Belgrano para participar en las guerras de la independencia. Su deseo era encontrar la muerte lo que finalmente sucedió en la batalla de Vilcapugio”, aclara Vicentini.

En tanto que, la arquitectura del palacio era un reflejo de varias influencias. Para Juan Antonio Lázara, doctor en Historia y Teoría de las Artes de la Universidad de Buenos Aires (UBA), esto responde a distintos factores que confluyeron en su construcción. Primero hay que tener en cuenta que, entre 1880 y 1890 se dio en nuestro país un período de euforia económica de primeros nuevos ricos. “Estos venían de las luchas de Caseros y de la recientemente finalizada conquista del desierto con la consiguiente incorporación de tierras fértiles para la explotación agropecuaria. Estos se asientan, prosperan y quieren una arquitectura fastuosa y recargada y hasta de cierto mal gusto para las generaciones posteriores influenciadas por las primeras vanguardias del siglo XX”, sostiene Lázara.

Por otra parte, en ese tiempo se evidencia una transición de la influencia italianizante presente en edificaciones como la Casa Rosada, el Teatro Colón o el Congreso Nacional a la afrancesada, por ejemplo, del Palacio Anchorena llamado hoy Palacio San Martín y sede protocolar del Ministerio de Relaciones Exteriores. “El Palacio Videla Dorna tenía las dos”, asegura. Según el historiador, se ve la influencia del estilo del Segundo Imperio francés –que surge a mediados del siglo XIX bajo el mando de Napoleón Bonaparte–, este es también muy recargado y coincide con la segunda revolución industrial en Francia que tiene entre sus construcciones emblemáticas a la Opera de París. Por último, según sostiene, el palacio tenía la tipología del hôtel particulier francés que imita a los del barroco del siglo XVII.

Coincide Fabio Grementieri, arquitecto especialista en Preservación de Patrimonio y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), en la confluencia de estilos del palacio de los Videla Dorna. Para el especialista en patrimonio su influencia es victoriana. “Entre 1850 a 1900, tiempos de la reina Victoria en Inglaterra, la arquitectura se inspiraba en el barroco y por eso todo era muy recargado, fue un momento de mucho eclecticismo donde se perciben influencias de distintas épocas y de distintas partes del mundo. Cuando muere la reina Victoria y surge Eduardo VII aparece la arquitectura eduardiana, más prolija, intermedia entre el barroco y el neoclasicismo”, describe.

Hacia mediados de la década de 1920, el palacio fue demolido, el terreno se dividió y resultaron treinta lotes para la venta. De acuerdo al texto de Sidoli, los terrenos de Almagro y Caballito se habían valorizado extraordinariamente. El autor describe que el Videla Dorna había sido construido a todo lujo y acota que sus primitivos propietarios no se podrían imaginar que el desarrollo de la gran aldea adquiriría en poco tiempo un empuje tal que aquellas manzanas en que fuera construida la residencia significarían, en pocos años una rémora al progreso del barrio y que ese pequeño latifundio entorpecería el crecimiento de una de las zonas más densamente pobladas de la ciudad.

Luego de su desaparición se abrió un pasaje al que los vecinos llamaron Videla Dorna en recuerdo a la familia propietaria del palacio. Sin embargo, en 1933, la municipalidad lo nombró como pasaje África. “Esta denominación disgustó a los vecinos y dos de ellos, los reconocidos escritores Conrado Nalé Roxlo y Rafael Alberto Arrieta, que vivían en el pasaje, encabezaron una movida para cambiarlo. La municipalidad les dio el visto bueno y les consultó por las opciones que apoyarían. Estos propusieron el de Florencio Balcarce, un poeta que había muerto a temprana edad y es entonces que en 1945 se le asignó el nombre actual”, sostiene Bussio. La historiadora detalla que en los lotes se construyeron casas del tipo petit hotel de planta baja y primer y segundo piso, muchas de las cuales se conservan hasta el día de hoy. Por otra parte, subraya que en el pasaje Florencio Balcarce también vivió Arturo Frondizi, ex presidente argentino, quien tenía su domicilio en una propiedad que pertenecía a su esposa Elena Faggionato –donde actualmente hay un restaurante– “de allí mismo, partió para asumir como presidente”, recuerda. Una de los datos curiosos sobre este pasaje es que una de las casas faltantes fue demolida cuando aún no se había establecido la protección patrimonial de estas propiedades. Estaba situada a la vuelta, sobre la avenida Rivadavia donde hoy se levanta un supermercado y donde anteriormente se ubicaba el Minimax, otro mercado cuyo propietario era el multimillonario David Rockefeller. “Rockefeller compró esa casa para tirarla abajo para hacer un espacio para la carga y descarga del supermercado”, asegura Bussio.

Por otra parte, la historiadora recuerda una de las anécdotas más populares del pasaje: sobre la esquina donde está El Coleccionista, en el quinto piso de Florencio Balcarce 15, nació el delivery. “Allí vivía Conrado Nalé Roxlo, además de escritor, era un coleccionista de largavistas y telescopios. Él se entretenía con sus hijas, que eran pequeñas, mirando el parque. Era una época donde las construcciones eran bajas y no existía la arboleda que hay ahora, desde esa esquina Nalé Roxlo miraba a la esquina de Rivadavia y José María Moreno donde ahora hay un local de carteras y donde, en ese momento, estaba una sucursal de la tradicional Confitería Ideal. Con el telescopio, él sus hijas miraban la vidriera de la confitería y las heladeras y llamaban por teléfono para que le alcanzaran una porción de torta. Así cuentan que “Cuando el palacio se demolió, el diario La Razón publicó un artículo en el que los vecinos protestaban por la pérdida de semejante construcción y en el que también se quejaban porque decían que en su lugar se iban a construir un montón de casas, lo que finalmente sucedió. Pasaba lo mismo que ahora cuando se derriba una casa para construir una torre de departamentos”, advierte Bussio. Hoy, la postal de los cadetes de la escuela naval que posaban con el palacio detrás y que recorrió el mundo probablemente sea el mejor recuerdo de los años dorados de suntuoso Palacio Videla Dorna.

 

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