26 de abril, 2022
Es curioso que siendo una población tan vulnerada, la LGBT, y donde sabemos, de boca en boca, que muchxs personas no soportan tanta violencia y bulling y como causa desembocan en el suicidio, no se han llevado a cabo muchos estudios referidos a esta cuestión. Aquí reproduciremos un interesante estudio de Derribando mitos sobre el suicidio que quizas sirvan como motivación para empezar a pensar la relación entre suicidio y población LGBT.
Los mitos sobre el Suicidio son un obstáculo para la Prevención Comunitaria
El impedimento más fuerte para lograr una prevención comunitaria eficiente del suicidio son las falsas creencias. Estas creencias erróneas que circulan en las comunidades, sobre el suicidio y sobre la prevención del suicidio, se conocen como mitos y tienen en común que todas ellas impiden o desalientan las tareas de prevención y asistencia. Por ello es necesario identificarlas y confrontarlas.
¿Qué es un mito?
Nuestra mente está conformada de tal modo que necesita encontrarle sentido a todas nuestras percepciones. Sin embargo, no todo lo que percibimos tiene una explicación evidente. Los hechos o circunstancias difíciles de entender desde la evidencia suelen generarnos ansiedad. Por eso, en forma individual o colectiva buscamos explicarlos de algún modo. A las explicaciones que no se basan en la evidencia y se comparten culturalmente se las conoce como mitos.
Desde el origen de la cultura los humanos creamos mitos para explicar todo aquello que no pudimos entender de otro modo. Así hay mitos sobre el origen del universo, de la humanidad o del fuego. Algunos de estos mitos primitivos hoy pueden parecernos ingenuos, pero muchos de ellos subsisten porque cumplen su función básica de calmar la ansiedad que produce la duda y, además, con frecuencia nos tranquilizan también en otros aspectos.
Muchos de ellos son inofensivos, otros pueden ser muy peligrosos por lo que deben ser confrontados. Por ejemplo, muchas personas mantienen el hábito de fumar, a pesar de la evidencia científica que advierte sobre los riesgos asociados, y se tranquilizan con la creencia de que “nadie muere en la víspera”. O, dicho de otro modo, “lo que nos pase en el futuro depende solo del destino, no de nuestras acciones”. Como muchos otros mitos que subsisten también este incluye algo de verdad. No todos los fumadores morirán precozmente. Pero la evidencia muestra que el hábito de fumar aumenta el riesgo de muerte por enfermedad pulmonar, por lo que la creencia en contrario no solo es falsa sino también peligrosa.
¿Por qué existen mitos sobre el suicidio?
Dijimos antes que un mito se genera y se sostiene porque cumple su función básica de calmar la ansiedad que nos produce la duda. El suicidio, precisamente, es un tema que nos produce muchas dudas: ¿Cómo es posible?, ¿Por qué lo hizo?, ¿Cómo no nos dimos cuenta?, ¿Es posible ayudar?, ¿Cómo?, etc. Adicionalmente, la posibilidad del suicidio de un ser querido y nuestra eventual responsabilidad al respecto también nos produce una ansiedad que los mitos podrían aliviar. No obstante, como en el ejemplo del hábito de fumar, tranquilizarnos frente a un riesgo real no suele ser conveniente. Por ello es necesario que confrontemos los mitos sobre el suicidio, la prevención del suicidio y la asistencia a personas en crisis para que, como comunidad, podamos estar más seguros.
Principales mitos sobre el suicidio
Citaremos aquí solo algunas de estas falsas creencias que obstaculizan la prevención del suicidio. En realidad son muchas más pero estos ejemplos serán suficientes para que nos animemos a cuestionar lo que se nos dice al respecto y nuestras propias creencias en base al conocimiento científico. (Ver también El Proceso Suicida y Teorías sobre el Suicidio) Sin embargo, lo más importante es que ante la duda pongamos por delante nuestras ganas de ayudar para que un concepto equivocado no nos impida asistir a otro.
Quien se va a suicidar no lo dice
Esta falsa creencia del estilo de “perro que ladra no muerde” (también falsa, por cierto), solo sirve para brindarnos una tranquilidad engañosa cuando una persona nos confiesa sus pensamientos suicidas. Lamentablemente, las autopsias psicológicas nos muestran que en todos los casos de muerte a causa de suicidio hay signos previos. En algunos casos, el suicida anticipa claramente su decisión. No tomar en serio los dichos de nuestro interlocutor o pensar que porque lo dijo no lo va a hacer es peligroso porque bloquea las posibilidades de asistencia. Ver Asistencia a personas en Crisis o con Pensamientos Suicidas.
Toda declaración que en forma explicita o implícita haga referencia a intenciones suicidas debe ser considerada como una señal de alarma.
Quien se va a suicidar lo dice o de algún modo lo anticipa claramente
El pensamiento contrario, que también podría expresarse como: “si un ser querido estuviera pensando en el suicidio, yo lo notaría”, también es falso o, al menos, no siempre verdadero, por lo que también representa un peligro. Si bien los especialistas nos dicen que siempre hay signos que podrían anticipar un intento de suicidio, estos signos no siempre son claros, suelen ser disimulados por vergüenza o miedo a ser considerado débil, inestable o loco, se confunden con los cambios propios de la edad, se naturalizan debido a la familiaridad de los vínculos o se niegan para no asumir la realidad de que alguien que queremos podría estar pensando en el suicidio.
La realidad es que cuando una persona muere a causa de suicidio sus familiares y sus contactos más cercanos suelen ser los más sorprendidos. “¿Cómo no nos dimos cuenta?”, se preguntan. La cercanía y las circunstancias antes mencionadas hacen que darse cuenta, muchas veces, sea realmente difícil. Por eso, la regla que deberíamos seguir cuando un familiar o contacto cercano esté atravesando una circunstancia difícil o una crisis emocional, manifieste o no pensamientos suicidas, es brindar asistencia siempre, en todos los casos y nunca minimizar o desconocer el peligro.
Las manifestaciones que supuestamente deberían advertir sobre pensamientos suicidas suelen ser confusas o pasar desapercibidas, especialmente para los familiares. La mejor prevención es estar presentes y disponibles para el otro siempre.
Quienes hablan sobre sus pensamientos suicidas o incluso intentan un suicidio sin llegar a consumarlo solo buscan llamar la atención o manipular
Esta es una versión más sofisticada del pensamiento anterior. No niega los hechos pero le adjudica intenciones más tranquilizadoras. Este mito también contiene algo de verdad. Es cierto que muchas personas que tienen pensamientos suicidas los utilizan para reclamar mayor atención o para manipular a personas cercanas, e incluso pueden llegar al intento con estos fines. El caso típico es el/la enamorado/a que le dice a su pareja “si me dejás me mato”, pero escenas similares pueden darse entre padres e hijos o en cualquier otra relación cercana. La idea de que la amenaza de suicidio o el intento es solo una manipulación resulta tranquilizadora, pero también se trata de una falsa tranquilidad. La evidencia muestra que muchas de estas amenazas terminan en suicidios reales y que los intentos fallidos, a veces con métodos que parecen ingenuos también suelen derivar luego en suicidios consumados. Por eso, aún cuando sospechemos que existe la intención de llamar la atención o manipular, no debemos desestimar ninguna advertencia. Nadie usa al suicido para manipular a otra persona si la idea no está previamente en su mente. Sin ceder a las manipulaciones debemos estar presentes para brindar la asistencia que los afectados requieren.
El supuesto intento de manipulación con amenazas o intentos suicidas en general es acompañado de un pensamiento suicida real. Asistir al que sufre no implica ceder a las manipulaciones.
Solo las personas con trastornos mentales se suicidan
También en este caso el mito encierra algo de verdad. Algunas enfermedades mentales como la depresión, la bipolaridad o la esquizofrenia aumentan el riesgo de suicidio. Pensar que la enfermedad mental es condición necesaria para el suicidio también puede tranquilizarnos porque implica que a nuestros seres queridos no le puede pasar. Lamentablemente, es falso: la mitad de las personas que mueren a causa de suicidio no tienen un trastorno mental diagnosticado. Otra vez, el mito actúa como un falso refugio que nos induce a ignorar el riesgo real. Debemos asumir que todos somos vulnerables. Cualquier persona frente a una crisis emocional profunda puede generar pensamientos suicidas y llegar al acto. Por eso, nuestra responsabilidad comunitaria es brindar asistencia a todas las personas que atraviesan crisis emocionales tengan o no un trastorno mental diagnosticado.
Algunas personas con pensamientos suicidas tienen además trastornos mentales diagnosticados. Otras no. En ambos casos, la escucha y contención comunitaria representa un importante factor protector.
El suicidio es hereditario
También aquí se esconde una falsedad detrás de una verdad a medias. Es cierto que algunos trastornos mentales que han sido identificados como Factores de Riesgo de la Conducta Suicida tienen componentes hereditarios y que en familias donde hubo suicidios pueden aparecer Fenómenos de Identificación e Imitación. Pero, como indicamos antes, el suicidio no siempre está relacionado con trastornos mentales ni tampoco responde siempre a los mencionados fenómenos. Pensar que el suicidio es hereditario también nos aleja de nuestra responsabilidad en la asistencia a personas en crisis o con pensamientos suicidas. De algún modo nos dice: “si hay un suicidio previo en la familia, nada se puede hacer”, o bien “si no hay antecedentes no hay riesgo”. Ambas posturas son peligrosas. Las personas con antecedentes familiares u otros Factores de Riesgo de la Conducta Suicida son las que más necesitan nuestra atención y quienes no los tienen también necesitan asistencia en situaciones de crisis.
Factores genéticos o ambientales podrían aumentar el riesgo de suicidio, pero también en estos casos, la escucha y la contención comunitaria es un importante factor protector.
Solo los psiquiatras o psicólogos pueden intervenir frente a una persona con pensamientos suicidas
Si bien es cierto que los profesionales de la salud mental son, en general, quienes tienen mejor formación para intervenir en crisis emocionales con pensamientos suicidas, existen varias razones de peso para que la asistencia comunitaria resulte también necesaria:
- Primero: Los profesionales de la salud mental no siempre están en el lugar y en el momento en que es necesario asistir a una persona en crisis. Como también ocurre en otro tipo de emergencias, la asistencia primaria brindada por miembros de la comunidad actúa como una red de contención para reducir el riesgo de suicidio.
- Segundo: Esta asistencia primaria que se brinda desde la comunidad muchas veces es necesaria para vencer la resistencia del afectado a recibir ayuda profesional. La enfermedad mental y los tratamientos con psicofármacos están muy estigmatizados en nuestra cultura por lo que el camino hasta recibir un tratamiento profesional adecuado puede ser muy largo y requiere del acompañamiento de las personas cercanas brindando asistencia, contención y apoyo.
- Tercero: Aún cuando la persona afectada ya se encuentra en tratamiento, la contención de sus seres queridos o personas cercanas sigue siendo necesaria para su recuperación. Una persona que atraviesa una crisis emocional con pensamientos suicidas necesita ayuda profesional y contención comunitaria. Ambas son necesarias y una no reemplaza a la otra.
El suicidio es un problema demasiado grande como para dejarlo solo en manos de los profesionales. Una prevención del suicidio eficiente requiere de la acción comunitaria.
Intervenir en una crisis emocional con pensamientos suicidas sin la adecuada preparación puede ser contraproducente
Si bien es cierto que una mejor preparación puede mejorar la calidad de la asistencia comunitaria, y por eso desde Escenarios Saludables nos dedicamos a Formar a la comunidad en Prevención del Suicidio, para que una intervención no profesional resulte positiva en medio de una crisis emocional hace falta muy poco. Basta con que la persona que asiste tenga una genuina intención de ayudar y una actitud de escucha, que no juzgue ni desvalorice el sufrimiento de quien es asistido.
Lo primero que necesita una persona en medio de una crisis emocional es un otro que le brinde contención y escucha, por eso decimos que la peor asistencia es aquella que no se brinda. Ver Asistencia a Personas en Crisis o con Pensamientos Suicidas.
Para intervenir en una crisis emocional con pensamientos suicidas solo hacen falta tres requisitos: tener la voluntad de ayudar, estar en el momento y lugar adecuados, y conocer unas pocas pautas básicas.
Quien sobrevive a un intento de suicidio ya está a salvo
Este mito, que también se puede expresar como “si se hubiera querido matar lo hubiera hecho”, cumple la función de brindar tranquilidad a personas cercanas a los sobrevivientes de intentos de suicidio. También en este caso es una tranquilidad engañosa y peligrosa. La epidemiología nos dice que quienes sobrevivieron a un intento de suicidio tienen mucho mayor riesgo de volver a intentarlo. Una misma persona puede intentar suicidarse muchas veces y, en general, cada vez con métodos más peligrosos. Incluso aquellos intentos que parecen “ingenuos” deben ser tomados muy en serio. El estudio clínico de casos muestra que estos intentos no letales permiten al sujeto familiarizarse con la idea de la muerte y perfeccionar la técnica, por lo que deben ser tomados como una fuerte señal de advertencia. Ver El Proceso Suicida – Etapas Avanzadas.
Un intento de suicidio nunca debe interpretarse como el final de las tareas de prevención, más bien pueden ser el comienzo.
El suicidio es un acto impulsivo por lo que no puede prevenirse
Pensar que el suicidio no se puede prevenir, con cualquier excusa, podría producirnos cierto alivio porque nos libera de la responsabilidad comunitaria de actuar en prevención del suicidio. Sin embargo, este pensamiento priva de la necesaria asistencia comunitaria a muchas personas sometiéndolas a un riesgo mayor. Aunque algunos actos suicidas puedan parecer impulsivos e imprevistos, no lo son. Las observaciones clínicas descritas en El Proceso Suicida nos indican que para llegar al acto hay que recorrer varias etapas y saltar varias barreras. Cada etapa de este proceso brinda varias oportunidades para la prevención y la asistencia. La efectividad de estas intervenciones queda demostrada en el accionar de asociaciones de Prevención del Suicidio, por ejemplo, en la Experiencia de Escenarios Saludables en Monte Quemado.
La muerte a causa de suicidio llega después de un largo proceso. La prevención comunitaria del suicidio consiste en detectarlo e intervenir para detenerlo.
Hablar del suicidio puede inducir al acto
Esta afirmación es verdadera solo en algunos casos, pero interpretada en forma genérica constituye el principal argumento para sostener el tabú que pesa sobre el tema del suicidio privando a muchos afectados de la posibilidad de hablar sobre lo que les pasa y de recibir una asistencia adecuada. Es verdad que hablar del suicidio en forma morbosa, sensacionalista o justificando el acto suicida puede inducir Fenómenos de Identificación o Imitación. No obstante, hablar del suicidio en forma responsable no solo no induce al acto sino que suele representar una oportunidad para que los afectados por crisis emocionales con pensamientos suicidas puedan pedir ayuda.
Ver también Cómo Hablar sobre el tema del Suicidio y Qué NO decir al Hablar sobre Suicidio.
No podemos prevenir lo que no mencionamos. Vencer el miedo a hablar sobre el suicidio es el primer paso para una prevención comunitaria del suicidio eficiente.
Los niños no se suicidan por lo que no es necesario hacer tareas prevención del suicidio en este grupo etario
Esta afirmación es solo otra forma de desligarnos de nuestra responsabilidad comunitaria en la prevención del suicidio. Los niños sufren crisis emocionales tan profundas como los adultos y, aunque hace un tiempo se sostenía que no llegaban a pensar en el suicidio porque aún no entienden la idea de la propia muerte, la evidencia nos muestra que esto no así, al menos no es siempre así. Los suicidios infantiles lamentablemente existen. Aunque en una proporción menor, representan una tragedia que como adultos responsables del cuidado de los niños no podemos admitir. Las crisis emocionales de la infancia deben ser atendidas y los niños deben contar con espacios adecuados donde puedan expresar lo que les pasa sin ser juzgados por ello y sin que sus sentimientos sean desvalorizados.
Además, la infancia es el mejor momento para dotar a los futuros adultos de los recursos emocionales necesarios para afrontar las inevitables crisis a lo largo de sus vidas sin riesgo de incurrir en pensamientos suicidas. Si esta tarea se hiciera adecuadamente, sin duda, lamentaríamos muchas menos muertes a causa de suicidio en todos los grupos etarios. Ver Prevención Primaria de la Conducta Suicida.
Para cambiar el mundo hay que cambiar la niñez. Si nuestros niños y niñas aprenden a relacionarse de una manera más amable, a pedir y ofrecer ayuda y a sostener una actitud positiva frente a la vida, habremos construido un mundo mejor y con menor riesgo de suicidio. Fuente: Escenarios saludables.