El espacio organizado por “El Indio” Pedro Benavente desde hace 30 años regresó, después de la interrupción obligada por la pandemia, con un formato que suma peñas y shows en vivo a la gorra y la gente se volvió a sumar con muchas ganas de bailar.
A partir de las 16 horas y hasta la medianoche, en la Plaza Dorrego del barrio porteño de San Telmo, la gente se congrega para bailar en la primera milonga al aire libre que hubo en Buenos Aires desde los 90, cuando resurgió el tango después de un período en el que se preferían otros géneros.
La Milonga del Pañuelo Blanco es organizada desde hace 31 años por Pedro Benavente, más conocido como “El Indio”. Es una exhibición de tango y folclore, una peña y una milonga que ya es un clásico para vecinos del barrio y turistas, y un descubrimiento para quienes van por primera vez porque estaban paseando por la feria.
Se realiza en la Plaza Dorrego y está organizada en etapas. Entre las 16 y las 17 se puede ver la destreza como bailarín del Indio, alguien que podría haberse dedicado al circuito comercial o trabajar en Europa, junto a su compañera Marisol Blanco. Sin embargo, el Indio, que viajó por el mundo mostrando su destreza, se quedó en San Telmo por amor a lo social.
Desde joven baila, empezó con el folclore, pero después el “sentimiento que se baila” (por el tango) le pareció un viaje de ida. A sus 54 años, en su baile se se puede ver lo mejor de ambos mundos: el tango escenario (se formó con los Dinzel y Gustavo Naveira, entre otros) y el del llamado “milonguero”, el del abrazo cerrado que se baila en las milongas y que le enseñaron maestros de la zona sur del conurbano como Tete, Pepito Avellaneda.
Tras una extensa carrera en la cual viajó mucho a Europa, Estados Unidos y Rusia. Pero a diferencia de otros muy buenos bailarines, no se quedó allá: quería armar algo para su país: “La gente que me enseñó tanto me dio mucha información con mucho corazón, iban a milonga a disfrutar y yo sentía que tenía que devolver algo de eso y quería devolverlo en mi tierra.”
A partir de ahí, el Indio se decidió por hacer algo en el barrio de San Telmo “Un día me fui a San Telmo de día, descubrí que la feria era una postal de lo que es Buenos Aires. Sonaba tango, pero no había mucha actividad. Y empecé a moverme para armar la milonga, que era un solar vacío”. Además, cuenta que el arquitecto fallecido, José María Peña, lo ayudó mucho.
Esa tarde fue un éxito y hoy es un clásico de 31 años. De vez en cuando El Indio viaja, pero sabe que puede volver a trabajar a la gorra “en el barrio, para darle espacio a la gente que viene siempre, a la que está sola y a los jóvenes que vienen con proyectos nuevos”.
A lo largo de estos 31 años, mucha gente los apoyó pero en un momento en el que estaban por correrlos de la plaza (hoy tanto la milonga como la feria tienen sendas declaraciones de interés cultural, pero increíblemente la milonga no cuenta con un permiso definitivo para funcionar), fue Hebe de Bonafini quien les prometió que las Madres de la Asociación Plaza de Mayo y ella misma iban a ir para poner el cuerpo y lograr que no los tocaran.
Así fue, la milonga siguió funcionando y dejó de llamarse La Milonga del Indio: Pedro le propuso a Hebe que le pensara un nombre y fue a ella que se le ocurrió llamarla Milonga del Pañuelo Blanco.