noviembre 23, 2024
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¿QUÉ ES LA PERSPECTIVA DE GÉNERO PARA PSICÓLOGXS?

4 de agosto, 2022

LA DIVERSIDAD DESDE LAS
PSICOTERAPIAS

Lic.
Facundo Rodolfo Soto

Cuadro
‘Quema de Sodomitas’ de 1495 (Museo Nacional del Prado) / Pedro Berruguete.

El presente trabajo
invita a pensar qué es violento en el consultorio, partiendo desde la
responsabilidad que imparte –con sus intervenciones y constructos teóricos- la
figura del psicólogx o terapeuta. La disputa de poder no queda afuera de este
dispositivo, aunque no de forma consciente, por eso el trabajo personal de
de-construcción y de-formación debe primar para que pueda llevarse adelante un
tratamiento horizontal, tal como lo entendemos dentro del marco
bio-psico-social, focalizado en las personas, y no en la construcción de un
diagnóstico que esgrime sus bases en el binarismo salud-enfermedad. Nuestra propuesta
es salir de este binarismo y no estigmatizar a lxs pacientes o consultantes
como enfermos o sanos, no buscar un síntoma, sino escuchar el motivo de
consulta y focalizarnos en acompañar a la persona (no sujeto, no individuo)
para poder afrontar y resolver el obstáculo que se le presenta.

Cuando hablamos de
de-formación estábamos haciendo alusión a la poco o nula información con la que
suelen contar lxs psicólogxs (o terapeutas) en relación a otros universos que
no forman parte de “la teoría psi”, como por ejemplo la literatura o el
dinamismo y desafío que implica escuchar los reclamos, por ejemplo del
colectivo LGBT, sin pasarlo por el tamiz de la interpretación que remite a
hechos o sucesos pasados relacionándolos con la teoría “psi”, donde termina
psicopatologizando los reclamos por la búsqueda de nuevos derechos (siempre a
favor del respeto y de la libertad) al encontrarse aferrados a la teoría y un
marco teórico rígido del que no pueden desprenderse. Tal es el caso de la no
incorporación de la Ley de Identidad de Género a la práctica y –por más que
enuncien un discurso políticamente correcto sobre esta ley- muestran –o
intentan hacerlo- con supuestos hechos (interpretativos y anclados en viejas
teorías) que las identidades autopercibidas son producto de fallas
estructurales en la constitución del sujeto, psicopatolgizando de psicóticxs a
las personas que eligen su nombre y viven el género que sienten, más allá de
sus genitales. Pero esto no pueden entenderlo debido a la dura fijación que
llevan arraigada, desde sus prejuicios personales y falta de de-construcción,
hasta la apertura para leer nuevos materiales que contrastan y destruyen las
teorías que no funcionan en nuestros tiempos. Así, queda de manifiesto que
diagnosticar y patologizar personas es un acto de violencia que la encarcela a
estigmas teóricos para poder asirla desde un constructo que establece, desde la
psicología, lo que es normal y lo que es patológico; ignorando o desmintiendo
que estos cambian con el tiempo (lo que era obsceno en 1960 no es obsceno hoy
–ver el caso Carlos Correas) y que las leyes y teorías –por más que estén
supuestamente basados en la práctica- están hechas por seres humanos que
responden a ideas, ideologías y a un tiempo al cual se encuentran sujetos, y
que las teorías cambian como el tiempo y las libertades y reclamos de las
personas. Si no hubiese existido el movimiento LGBT para reclamar la
despatologización de las homoexualidades, éstas seguirían siendo abordadas como
enfermedades. Recordemos algunos métodos de curación que se utilizaban en otras
épocas para “curarla”. Empecemos por ver en qué etapa de poder (y abuso del
mismo, anclado en rígidos sistemas de opresión) se encuentra Rusia, hoy en día,
con este tema.

En
la nota “Los controvertidos tratamientos médicos que usan en Rusia para ‘curar
la homosexualidad’, escrito por Anastasia Golubeva y publicado por la BBC el 1
de mayo de 2017, leemos: “Algunos médicos ofrecen “curas” para la
homosexualidad pese a que Rusia no la considera oficialmente un trastorno mental.
Ser gay ya no está considerado un
trastorno mental en Rusia. Al menos, no de manera oficial.

El país retiró en 1999 la homosexualidad de su lista de
enfermedades mentales, 26 años después que Estados Unidos y 7 años después que
la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los científicos no reconocen la efectividad ni ven la
necesidad de ningún tratamiento contra la homosexualidad.

Sin embargo, en Rusia, hay gente que acude a médicos que
ofrecenuna variedad de
“curas gays”y, tras las denuncias de que en la
república rusa de Chechenia se está realizandouna “purga” de homosexuales,
los testimonios de pacientes han comenzado a salir a la luz. Hipnosis y
autoayuda: El psicoterapeuta Yan Goland, de 80 años, es uno de los pioneros en
el “tratamiento” contra la homosexualidad en el país. Desde Nizhny
Novgorod, a 400 kilómetros de Moscú, asegura haber curado a 78 homosexuales y 8 transexualescon
un método de tres pasos desarrollado por su mentor, el psicoterapeuta Nikolai
Ivanov.

“Cuando alguien acude a mi consulta, le muestro casos
similares: los antes y después. El paciente se llena de esperanzas… y
entiende que necesita seguir un tratamiento. Este puede durar entre 8 y 18
meses. Aunque, en el caso de los transexuales, se puede extender hasta los 2,5
años. Una vez tuve una paciente particularmente difícil y trabajé con ella
durante 8 años”, cuenta al servicio ruso de la BBC.

Esta cura se divide en tres estadios. El primero
busca “extinguir” la
atracción individual a miembros del mismo sexo y se basa en sesiones de
hipnoterapia que pueden durar hasta ocho horas. También emplea una
combinación de psicoanálisis y terapia de afirmación, a través de la cual
intenta influir en los sueños.

En la segunda fase, el objetivo es crear atracción
hacia el sexo opuesto
. Para conseguirlo, Goland motiva a sus pacientes
masculinos para que vean a las mujeres de su entorno como un objeto
sexual
.

“Les digo: ‘Cuando salgas de esta sesión, camina por
la calle y echa un vistazo a todas las mujeres jóvenes con las que te cruces. Interésate
por sus figuras y elige a la mejor’”, explica el “especialista”.

El último paso consiste en tener relaciones
sexuales con gente del sexo opuesto
.

“En
el camino correcto”

Yuri, de 40 años, fue paciente de Goland. Relata que fue
siguió su tratamiento a inicios de la década de los 90 porque quería
“despertar y estar en el camino correcto”. En cambio, acabó
con el deseo sexual hecho pedazos
.

“El resultado fue, sin ninguna duda, negativo.
Incluso, dañino. Para ser sincero: catastrófico”, afirma Yuri.

Si uno busca en Internet “cómo curar la
homosexualidad”, encontrará una serie de sitios web que ofrecen consultas
en línea con médicos. Como el de los hermanos Nikitenko, que se describen a sí
mismos como psicohipnotizadores y ofrecen un curso de dos meses de
audio-hipnosis. Cada sesión cuesta US$88.

Nikolai Nikitenko ve la homosexualidad como una
clase de de trastorno obsesivo compulsivo
.

“Cuando ves pornografía y practicas sexo gay, creas
una nueva vía neuronal en tu cerebro. Un joven de 18 años de Vladivostok me
llamó para decirme que le preocupaba estar volviéndose gay durante 9 horas
diarias. Ya tiene la próstata inflamada y una úlcera estomacal. Cree que se va
a morir de cáncer en un par de años”, afirma.

La hipnoterapia de los hermanos Nikitenko busca desestresar al paciente y enseñarle
“las formas adecuadas de comportarse y reaccionar”.

Peresvetov,
líder de una organización protestante, promete ayudar al colectivo gay a
“rechazar” su sexualidad.

“Él se entrenó
a sí mismo para convertirse en gay, así que lo estamos entrenando para
que sea heterosexual y así ya no tendrá que preocuparse de controlar sus
sentimientos”, asegura Nikitenko.

Junto a su hermano, afirma haber tratado a siete gays que
querían dejar de serlo y descarta “cualquier posibilidad de recaída”.

Como la adicción a las drogas: Existen varias organizaciones
religiosas que también ofrecen “tratamientos” para homosexuales.

Algunas de las instituciones contactadas por la BBC no
quisieron revelar la naturaleza de los tratamientos y aseguraron que solo dan
declaraciones a la prensa religiosa.

El pastor Yevgeny Peresvetov, líder de la organización
protestante Vosstanovleniye (una palabra rusa para “resurrección” y
“rehabilitación”), promete ayudar al colectivo gay a
“rechazar” su sexualidad.

“Prácticamente, todos los homosexuales sufren de
homosexualidad”, afirma el clérigo. En su opinión, ser gay es “la perversión del orden
espiritual de una persona”. El canal de YouTube de su organización
muestra los testimonios de dos hombres que “se libraron de pecado a sí
mismos” al “quitarse de encima la homosexualidad”.

El pastor incluso oficia servicios en un club de Moscú
vestido con un traje elegante, corbata de Jesús y barba completa. Pero por más
moderno que esto pueda parecer, sus puntos de vista sobre por qué hay gente
homosexual son extremadamente polémicos:

“Porque el padre del individuo no estuvo presente o
porque era violento. O porque estuvo de forma periférica… Los
homosexuales consiguen la libertad
cuando hallan en Dios su figura paterna”, defiende.

Peresvetov también ayuda a adictos al alcohol y las drogas.
Para él, no existe una diferencia
entre estas adicciones y la homosexualidad. Cree que en el fondo de
ambos problemas hay un “hambre espiritual”.

Para
las familias rusas, buscar ayuda de instituciones religiosas para
“curar” a menores que han salido del armario no es nada fuera de lo
común.

Rusia
retiró en 1999 la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, 7 años
después que la OMS. Sin embargo, a María, de 27 años, la llevaron a la iglesia
en contra de su voluntad para recibir uno de estos tratamientos cuando tenía 13
años. Le echaron agua bendita en la cara mientras el resto rezaba plegarias.

“No podía oír nada. Estaba llorando a gritos.
Después de eso, continuaron leyendo plegarias un buen rato. En la iglesia, me
dijeron que mi atracción por las mujeres venía de Satán”, le dijo a la
BBC.

“Me cubrieron de agua bendita y me obligaron a
beberla. A veces, me golpeaban con varas. Siento que rompieron mi voluntad. Aún
sufro pesadillas. Los sacerdotes me dijeron que iba a ir al infierno”,
recuerda.

María no está sola: Tatyana, de 23 años, asegura
que fue arrastrada hasta una
clínica psiquiátrica. Allí le dijeron que la verdadera orientación
sexual de una persona no se establece hasta los 30 años y que lo que ella
realmente quería era un cambio de sexo porque no le gustaba su cuerpo.

Tatyana afirma que le recetaron antidepresivos y le dijeron que debía
hacerse unas pruebas en la clínica.

Yevgeniya, una mujer transgénero de 19 años, cuenta
que una experiencia similar cuando le dijo al médico que se sentía mujer.
“El primer doctor dijo: ‘Lo que pasa es que te has dejado llevar. Mírate,
¡eres un hombre de verdad! ¿Quieres una cirugía? ¿No puedes simplemente vivir
como lo hace el resto del mundo?”.

Un segundo facultativo le sugirió que,
probablemente, fuera un hombre gay y que los accesorios de mujeres no le
quedaban bien. Concluyó que estaba
intentando llamar la atención.

Los
especialistas advierten de los efectos dañinos que pueden tener estos “tratamientos”.

“¿Quién va a necesitar a alguien como tú? ¿Crees que
alguien te va a contratar? Y no te olvides de tus amigos”, asegura que le
dijo el médico. “Me dijo que me tenía que resignar a la idea de que yo era
un hombre y que tenía que someterme a sus pruebas. Me aseguró que me ayudarían
a convertirme en una persona normal”, recuerda.

“No puedes cambiar tu orientación sexual”: Pero hay algunos
especialistas rusos cuyas opiniones están más en línea con las de sus colegas
occidentales y científicos de todo el mundo.

“Normalmente, uno se da cuenta de su orientación sexual entre los 11 y los 13 años…
Las hay de diferentes tipos y la
homosexualidad es una de sus variantes normales”, explica a la BBC
el psicólogo Pavel Sobolevsky, quien trabaja con pacientes del colectivo LGBT
(lesbianas, gays, bisexuales y transexuales).

“No puedes
cambiar tu orientación sexual”, insiste y esto es los que dice a
sus pacientes cuando le hacen alguna consulta sobre el tema. Advierte que
intentos de modificarla con
psicoterapia pueden resultar dañinos.

Terapia
de reorientación sexual

La terapia de reorientación sexual (también conocida como terapia de conversión sexual, reparativa o de des-homosexualización) consiste en una
serie de métodos pseudocientíficos enfocados al cambio de la orientación sexual de personas homosexuales y bisexuales para
intentar convertirlos en heterosexuales,
o para eliminar o disminuir sus deseos y comportamientos homosexuales,
incluyendo la modificación del comportamiento, la terapia de aversión, el psicoanálisis,
la oración y el consejo religioso. Esta
práctica está estrechamente relacionada con el movimiento ex gay, que es más
explícitamente religioso. Los grupos de ex-homosexuales tienden a concentrarse
en evitar actividades homosexuales y secundariamente (o a veces, en absoluto)
en cambiar la tendencia subyacente. ​

La Asociación Estadounidense de
Psicología
 condena estas terapias que intentan cambiar la
orientación sexual de los pacientes, indicando que hay grandes probabilidades
de que los pacientes sufran depresión y tendencias suicidas. Además, declaró
que los psicólogos y demás terapeutas no deben decir a sus clientes homosexuales
que pueden convertirse en heterosexuales a través de terapia u otros
tratamientos ya que no existe evidencia sólida de que esto sea posible. Estas
declaraciones fueron realizadas luego de una investigación que duró dos años y
en las que participaron sus 150 000 miembros.

Historia y desarrollo de la
doctrina[editar]

El desarrollo de la terapia de
reorientación sexual puede ser dividida aproximadamente en tres periodos: un
primer periodo freudiano, un segundo periodo en el que la terapia de
reorientación tenía la aprobación de la mayoría del establishment de
la salud mental, época en la que los médicos se convirtieron en el
«superintendente principal» de la sexualidad, y un periodo posterior a
los disturbios de Stonewall, cuando la mayoría
de la profesión médica rechazó la terapia.2

Freud y los primeros sexólogos (1886-1939)[editar]

Los primeros intentos de clasificar la
homosexualidad como una enfermedad se realizaron en el movimiento europeo
de sexólogos a
finales del siglo XIX. En 1886 el sexólogo Richard
von Krafft-Ebing
 listó la homosexualidad entre otros 200 casos
estudiados de prácticas sexuales pervertidas en su obra final Psychopathia
Sexualis
.

En 1896 Sigmund
Freud
 publicó sus ideas sobre el psicoanálisis.
Freud creía que todos los humanos eran bisexuales por nacimiento y que, el que
una persona en particular manifestase la homosexualidad o la heterosexualidad,
era resultado de factores ambientales que interactuaban con los impulsos
sexuales biológicos. Freud expresó serias dudas sobre el potencial de la
conversión terapéutica.2​En
una famosa carta a una madre que le pidió a Freud que tratase a su hijo,
escribió:

Preguntándome
si puedo ayudar [a su hijo], quiere preguntar, supongo, si puedo eliminar la
homosexualidad y hacer que la heterosexualidad pueda tomar su puesto. La
respuesta es que generalmente no podemos prometer que lo consigamos. En un
cierto número de casos tenemos éxito desarrollando los gérmenes de las
tendencias heterosexuales que están presentes en todos los homosexuales, en la
mayoría de los casos ya no es posible. Es una cuestión del tipo y de la edad
del individuo. El resultado del tratamiento no puede ser predicho. […] La
homosexualidad seguro que no es una ventaja, pero no es nada de lo que haya que
estar avergonzado, ningún vicio, ninguna degradación, no puede ser clasificada
como una enfermedad.

Sigmund Freud

Freud no
consideraba la homosexualidad como una «anomalía» ―como lo hacía la psiquiatría
de su época― sino que postulaba que todo individuo podía realizar esta
«elección» debido a la universalidad de la bisexualidad psíquica por él
postulada.16

Hasta mediados del siglo XX,
los intentos médicos de «curar» la homosexualidad han incluido tratamientos
quirúrgicos como:

la histerectomía

la ooforectomía,

la ablación de clítoris,

la castración,

la vasectomía,

la cirugía
del nervio pudendo,​ y

la lobotomía.

También se ha intentado el tratamiento
con diversas sustancias, que incluyen:

el
tratamiento hormonal,

el tratamiento
de choque farmacológico, y

el tratamiento
con estimulantes y depresivos sexuales.

Otras prácticas incluyen:

la terapia de aversión,

el intento de
reducción de la aversión hacia la heterosexualidad,

tratamiento por electrochoque,

terapia de
grupo,

hipnosis, y

psicoanálisis.

Mientras que algunos de estos
tratamientos —que incluyen el de choque eléctrico y de las drogas inductoras de
náuseas— todavía están en uso,​algunos prominentes terapeutas de reorientación
sexual que abogan por el método de reorientación psicoanalítico, denuncian a
todos los demás métodos como «charlatanería».

Terapia de conversión y nazismo

Parte de la ideología nazi era
la consideración de la homosexualidad como una enfermedad, ya que se oponía a
la noción de la raza aria que los científicos nazis buscaban perfeccionar. La
homosexualidad era considerada como un defecto del carácter y por lo tanto
susceptible de ser «curada» a través de algún tipo de terapia. De hecho, los
homosexuales alemanes eran considerados como parte de la raza aria y por lo
tanto se pensaba que había que conseguir que estos individuos se adaptaran a las
convenciones sexuales y sociales. Homosexuales que no cambiasen su
comportamiento sexual eran enviados a campos de concentración. En total, fueron
enviados unos 10 000 homosexuales, de los que solo sobrevivieron un
40 %. Las lesbianas no fueron perseguidas, ya que se creía que su
«conversión» a la moral nazi y los estándares sociales era más fácil.

El médico Carl
Vaernet
 (1893-1965) empleó inyecciones de hormonas, la castración y
otras técnicas para tratar de «curar» a los homosexuales en el campo de
concentración de Buchenwald. Tras la Guerra, Vaernet fue apresado por las
autoridades británicas y entregado al gobierno danés para ser juzgado por crímenes de guerra, pero consiguió escapar y
continuó su actividad en Argentina.

Afianzamiento (1939-1969)

Durante las tres décadas entre la muerte
de Freud (1939) y
los disturbios de Stonewall (1969), la terapia de
conversión disfrutó de una época de empleo agresivo del tratamiento de
homosexuales y la aprobación de la profesión psiquiátrica.Investigadores
conocidos que discutían sobre la conversión terapéutica incluían entre otros
Edmund BerglerIrving BieberAlbert
Ellis
Abram KardinerSandor Rado y Charles Socarides.Rado
rechazaba la teoría de Freud de la bisexualidad innata, argumentaba que la
naturaleza humana es por defecto heterosexual y que la homosexualidad era
causada por la psicopatología de los padres.

Socarides y Kardiner desarrollaron
teorías similares: Socarides interpretó los deseos homosexuales como una
enfermedad originada de un conflicto entre el yo y el ego, que aparece típicamente a edad
temprana en un «ambiente dominado por las mujeres, en el que el padre está
ausente, es débil o es sádico».

Los terapeutas de conversión también
rechazaban el pesimismo de Freud sobre la posibilidad de cambiar la orientación
sexual con terapia: Bieber publicó en 1962 un estudio que concluía que «aunque
este cambio puede ser conseguido con mayor facilidad por unos que por otros, a
nuestro juicio, un cambio hacia la heterosexualidad es una posibilidad para
todos los homosexuales que estén fuertemente motivados para el cambio». Se
asumió que la homosexualidad era una psicopatología:
Ellis encontraba que «los homosexuales fijos en nuestra sociedad son casi
indefectiblemente neuróticos o psicóticos… por lo tanto, no se puede
encontrar ningún grupo de homosexuales normales en ningún sitio».​Este
punto de vista tuvo el respaldo de la American Psychiatric Association (Asociación
Psiquiátrica Estadounidense) en 1952 en la
primera edición del Diagnostic and
Statistical Manual of Mental Disorders
 (DSM-I; Manual para el
diagnóstico y la estadística de desórdenes mentales), que clasificaba la
homosexualidad como un desorden mental.

Evelyn
Hooker
 era una voz contraria tras publicar su influyente
artículo The Adjustment of the Male Overt Homosexual en 1957,donde afirmaba que «los homosexuales no eran intrínsecamente anormales y
que no había diferencia entre hombres homosexuales y heterosexuales en términos
de patología».

Los profesionales que consideran la
orientación sexual como resultado de un comportamiento aprendido es posible que
adopten técnicas de modificación del comportamiento.​Estas pueden
incluir técnicas de reacondicionamiento de la masturbación, visualización y
aptitudes sociales.​Los procedimientos más radicales incluyen
la terapia de aversión y la terapia de electrochoque.​Casos
documentados incluyen choques eléctricos a los genitales del paciente, a veces
junto con imágenes desagradables, que incluían montones de heces y lesiones
debidas al sarcoma de Kaposi. En otro caso se empleó
la pletismografía peneana, que emplea sensores
eléctricos unidos a los genitales para medir la excitación sexual, se empleó
junto con la terapia de choques eléctricos sobre el pene del paciente
cuando se excitaba con imágenes homoeróticas.

En 1966, el psicólogo
estadounidense Martin E. P. Seligman informó que la
terapia de aversión para cambiar la orientación sexual «funcionaba
sorprendentemente bien», y que más del 50% de los hombres que habían sufrido la
terapia habían dejado de seguir sus impulsos homosexuales.​Estos
resultados produjeron lo que Seligman ha descrito como «una explosión de
entusiasmo sobre el cambio de la homosexualidad [que] barrió la comunidad
terapéutica» después de que los resultados fueran publicados en 1966.​Sin
embargo, Seligman indica que más tarde se descubrió que los resultados eran
defectuosos: la mayoría de los hombres que habían dejado de tener sexo con
otros hombres eran de hecho bisexuales.
Entre los hombres que eran principalmente homosexuales, la terapia de aversión
tenía mucho menos éxito.

Los gobiernos también han empleado estos
métodos. En 1952, el gobierno británico sometió a Alan
Turing
 a estas técnicas después de que fuera arrestado por tener sexo
con un hombre. En 1970 y 1980, el Ejército sudafricano lo empleó
en los años setenta y ochenta a
las personas sospechosas de ser homosexuales. Tan recientemente como en 1992, el Phoenix
Memorial Hospital empleaba estos métodos en niños de hasta 10 años.​En
la India, donde la homosexualidad es ilegal, todavía se emplean estos métodos. La
terapia de aversión ya no está autorizada por la APA como una manera apropiada
de tratar la homosexualidad.

Reacción post Stonewall contra la terapia de
conversión

En 1969, los disturbios de Stonewall dieron inicio
al movimiento LGBT moderno en Estados Unidos y
aumentaron la visibilidad del colectivo LGBT. En 1973, tras un
intenso trabajo de lobby por parte de grupos LGBT, nuevas informaciones
científicas de investigadores como Evelyn Hooker y Kinsey, y desacuerdo desde
las filas de los psiquiatras, el APA desclasificó la homosexualidad como un
desorden mental,​con un voto del 58% de los miembros apoyando la
medida.​En 1974 la American Bar Association (Colegio de
abogados de Estados Unidos) aprobó el Model Penal Code (código
penal modelo), que incluía la descriminalización de los actos homosexuales
entre adultos que consienten y en 1992 la Organización Mundial de la Salud eliminó
la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, sustituyéndola con
la orientación sexual egodistónica. A
finales de la década del 2000, las principales organizaciones de salud mental
de Estados Unidos afirman que la terapia de conversión es potencialmente dañina
y que hay poca o ninguna evidencia de su efectividad.

Comenzando en 1976, Exodus International comenzó a recomendar
a gente hacia sacerdotes que intentaban cambiar su orientación sexual. Los
sacerdotes de Exodus consideran desde una perspectiva religiosa que las
relaciones homosexuales son un pecado.Creen que la atracción homosexual no es
una elección y que está causada por muchos factores, como padres de mismo sexo
ausentes o distantes, exceso de relación con el padre del sexo contrario, abuso
sexual, exposición temprana a la pornografía o al lenguaje sexualmente
explícito, malas experiencias con actividades específicas para un sexo,
aislamiento de compañeros de su propio sexo o insultos recibidos de joven;
llaman a sus pacientes «luchadores». En 2007, Exodus es la organización de ex
gays más visible de Estados Unidos, que ocasionalmente realiza un anuncio a
página completa en un periódico o en carteles en la calle.

California fue el primer estado del país
que en 2012 aprobó la prohibición de las “terapias” reparadoras o de conversión
en menores de edad. Le siguieron el también estado de Nueva Jersey (varios
meses después), Washington D.C. (cuyo Consejo legislativo aprobó la norma por
unanimidad en 2014) y los estados de Oregón, Illinois y Vermont. Nuevo México
lo hacía en abril de 2017, después de que Susana Martínez, gobernadora
republicana, decidiese finalmente sancionar la ley, aprobada por una
legislatura de mayoría demócrata. En Nevada, gobernada por el republicano Brian
Sandoval, sancionaba el 17 de mayo la ley aprobada por una legislatura de
mayoría demócrata. El 10 de mayo, Connecticut rubricaba un texto similar,
previamente aprobado por la legislatura de su estado. En julio de 2017 se sumó
a la lista Rhode Island.

Nuevos modelos psicoanalíticos y la etiqueta
«reparadora»

La etiqueta «reparadora» tiene su origen
en 1983, cuando Elizabeth Moberly, psicóloga
de investigación, acuña el término «impulso reparador» para denominar a la
homosexualidad masculina, interpretando los deseos de hombres por hombres como
un intento de reparación de la conexión entre padre e hijo, inexistente en la
infancia.​La autora animaba a la creación de relaciones entre hombres tanto con
los mentores como con compañeros y amigos como una manera de contener la
atracción homosexual.​A veces se emplea incorrectamente «terapia reparadora» como
sinónimo de «terapia de reorientación sexual», a pesar de que la terapia
reparadora es solo un tipo de terapia de reorientación.

En 2015, John Smid una de los
principales figuras de Love In Action, organización dedicada a las terapias de
reorientacion sexual que se dedicaba a “erradicar la homosexualidad del mundo”,
pues la consideraba una enfermedad anunció que contraía matrimonio con un hombre. 

En un libro de 1991, Joseph
Nicolosi
 argumentaba:

«Cada
uno de nosotros, tanto hombres como mujeres, está impulsado por el poder del
amor romántico. Estos enamoramientos consiguen su poder gracias al impulso
inconsciente de convertirse en un ser humano completo. En heterosexuales, es el
impulso de reunir la polaridad macho-hembra a través del anhelo por lo distinto
de mí. Pero en homosexuales, es el intento de conseguir una completitud
deficiente del sexo propio inicial».

Este libro ha sido criticado como «un
tratado religioso sobre la homosexualidad, levemente disfrazado de documento
científico. En el nuevo paradigma religioso cum científico, la
salud mental se define como conformidad a los valores y normas tradicionales».

La base psicoanalítica de las teorías de
Moberly, Nicolosi y Socarides han ayudado al psicoanálisis a ganar «su presente
estatus mítico de implacable enemigo de las identidades gais y lesbianas».​Este
estatus continúa incluso a pesar de que muchos psicoanalistas han repudiado el
prejuicio antigay dentro del campo y tanto la American Psychoanalytic Association (Asociación
Psicoanalítica Estadounidense, conocida por el acrónimo APsaA) y la American Academy
of Psychoanalysis
 (Academia Estadounidense de Psicoanálisis) han
emitido comunicados antidiscriminatorios.​La APsaA ha criticado específicamente
a NARTH, afirmando «que esa organización no se adhiere a nuestra política de no
discriminación y […] sus actividades son humillantes para nuestros miembros
gais y lesbianas».​

A 2007, la mayoría de los profesionales
de la salud consideran que la terapia de reorientación está desacreditada, pero
algunos profesionales todavía trabajan con ella.2​En
1992, Nicolosi, Socarides y Benjamin Kaufman fundaron la NARTH (National Association for
Research & Treatment of Homosexuality: Asociación Nacional para la
Investigación y Tratamiento de la Homosexualidad), una organización de salud
mental marginal que es la partidaria más ruidosa de la terapia de conversión.
Los terapeutas de reorientación se suelen presentar a sí mismos como aquellos
que ofrecen la posibilidad de elegir a los homosexuales que no están
satisfechos con su orientación sexual. A menudo enfatizan el hecho de minimizar
o no actuar llevado por los impulsos homosexuales, más que eliminarlos
definitivamente. Algunos movimientos religiosos conservadores apoyan el
movimiento, tanto su ideología como sus finanzas. John Paulk, anteriormente
perteneciente a Focus on the Family, ha dicho «tal como hace la
Iglesia, debemos continuar a denunciar valientemente la agenda
homosexual
 radical, mientras asistimos a aquellos que se encuentran
atrapados en ese estilo de vida […] es un acto de
compasión advertir sobre los peligros de la homosexualidad para evitar a los
individuos la pena y el dolor de ese comportamiento. Al mismo tiempo, siempre
debemos recordar que muchos se vuelven hacia la homosexualidad precisamente
porque han experimentado el rechazo de las personas más próximas a ellas. La
iglesia no debe agravar ese rechazo, sino que debe ser un oasis de gracia,
curación y esperanza».

Fuera de los Estados Unidos

El desarrollo de modelos teóricos sobre
la orientación sexual en otros países con profesionales de la salud mental a
menudo siguen los pasos de la evolución dentro de los Estados Unidos (aunque a
una velocidad reducida), cambiando desde una concepción patológica de la
homosexualidad a una no patológica.Algunos países (por
ejemplo, China)
nunca han practicado ampliamente la terapia de reorientación,
independientemente del modelo teórico, mientras que en otros países la práctica
ha ido disminuyendo según cambiaba la mentalidad.

Organización Mundial de la Salud

El ICD-10 de
la Organización Mundial de la Salud,
que junto al DSM-IV es ampliamente empleado en el mundo, afirma que «la
orientación sexual por sí misma no se puede considerar un desorden».En su lugar
lista la orientación sexual egodistónica,
que define como «la identidad o la preferencia sexual (heterosexual,
homosexual, bisexual o prepubertal) no está en duda, pero el individuo desea
que fuera diferente, por estar asociada a desórdenes de comportamiento, y puede
que busque tratamiento para cambiarlo».​ lo cual puede llevar al suicidio
«OPS/OMS advierte que “terapias” de cambio de orientación sexual no
tienen justificación médica y amenazan bienestar de personas»La APA
eliminó la homosexualidad egodistónica del DSM-IV en
1987 y se opone al diagnóstico tanto de la homosexualidad como de la
homosexualidad egodistónica como un tipo de desorden.

Asociación Mundial de Psiquiatría

La Asociación Mundial
de Psiquiatría
, «organización paraguas que agrupa a 138 sociedades de
Psiquiatría de 118 países y que representa a más de 200.000 psiquiatras», se
posicionó claramente en 2016 afirmando que la homosexualidad no es patológica y
que las «terapias reparativas» no sólo son ineficaces, sino que incluso son
perjudiciales:

La
Asociación Mundial de Psiquiatría reconoce la universalidad de la expresión
homosexual en las diferentes culturas. Mantiene la postura de que la
orientación homosexual en sí misma no implica disfunción psicológica objetiva o
deterioro del juicio, la estabilidad o la capacidad profesional. […] reconoce
la falta de eficacia científica de los tratamientos que intentar modificar la
orientación sexual y subraya el daño y los efectos adversos de tales
«terapias». […] apoya la necesidad de despenalizar la orientación y la
conducta homosexuales, así como la transexualidad, y de incluir los derechos
LGTB entre los derechos humanos, civiles y políticos.

Argentina

En Argentina, las terapias de
reorientación sexual están prohibidas en la Ley Nacional de Salud Mental, la
cual, en su artículo tercero establece: «En ningún caso puede hacerse
diagnóstico en el campo de la salud mental sobre la base exclusiva de […]
elección o identidad sexual».

Teoría y técnicas
contemporáneas

Teorías psicoanalíticas

Nicolosi es el principal representante
de la teoría de que los deseos homosexuales son una manera de desarrollo
psicosexual insuficiente, que es debido a «un vínculo incompleto y la
identificación resultante con el progenitor del mismo sexo, que es luego
reparado simbólicamente en la psicoterapia».Sus planes de intervención
correspondientes, basados en el psicoanálisis, incluyen el condicionamiento del
hombre a los roles masculinos. El hombre deberá:

1)
participar en actividades deportivas;
2) evitar actividades consideradas de interés por los homosexuales, como museos
de arte, ópera, sinfonías;
3) evitar mujeres, si no es para contactos románticos;
4) aumentar el tiempo que pasa con hombres heterosexuales para aprender a
imitar las maneras masculinas de andar, hablar e interactuar con otros hombres
heterosexuales;
5) ir a misa y unirse a un grupo de hombres que van a la iglesia;
6) participar en un grupo de terapia reparativa para discutir el progreso, o si
vuelve a caer en la homosexualidad;
7) volverse más enérgico con las mujeres a través de flirteos y salir con
ellas;
8) comenzar a salir con parejas heterosexuales;
9) tener relaciones sexuales heterosexuales;
10) contraer matrimonio heterosexual y
11) tener hijos propios.

Nicolosi ha afirmado que, en cualquier
caso, si un padre y su hijo tienen una relación normal, el hijo no será gay.​Estos
enfoques psicoanalíticos homofóbicos han sido repudiados por la mayoría de los
psicoanalistas y las teorías sobre las que se basan están refutadas por
análisis que son más positivos hacia los homosexuales.

Terapia de afirmación del género

A. Dean Byrd, vicepresidente de NARTH, describe la técnica llamada
«terapia de afirmación de género» de la siguiente manera:

La
premisa básica de la terapia de afirmación de género es que variables sociales
y emocionales afectan a la identidad de género que, a su vez, determinan la
orientación sexual. El trabajo del terapeuta es ayudar a las personas a
comprender el desarrollo del género. A continuación esos individuos, a su vez,
son capaces de realizar elecciones de acuerdo con su sistema de valores. La
terapia se centra en ayudar al cliente a desarrollar plenamente su identidad
masculina o femenina.

A. Dean Byrd​

Estas terapias no funcionan bajo la asunción
de que la homosexualidad es una enfermedad mental y por lo tanto no están
consideradas terapias de reorientación.

Terapia de identidad sexual

Fue desarrollada por Warren Throckmorton y Mark Yarhouse y respaldada
por Robert L. Spitzer.​Su
propósito es ayudar a los pacientes a compaginar su identidad sexual con sus
creencias y valores. La terapia tiene varias fases: valoración, consentimiento
informado avanzado o expandido, psicoterapia e integración social de una
identidad sexual valorada.

Terapia de completitud de género

Fue desarrollada por Dave Matheson.

El
énfasis en la terapia del Sr. Matheson está en ayudar a hombres —todos sus
clientes son masculinos— a desarrollar una “completitud de género” enfocando
los asuntos emocionales y construyendo una conexión saludable con otros
hombres. Dice que cree que ayuda a reducir los deseos homosexuales.

Terapia de contexto específico

Fue desarrollada por Jeff Robinson. No
está basada en ninguna otra teoría sobre la homosexualidad, pero emplea
diversos planteamientos teóricos según las necesidades del clientey
está basada en investigación fenomenológica.​No busca cambiar la
orientación del cliente, sino que se enfoca en la disminución de los
pensamientos y comportamientos homosexuales. Funciona dentro de la visión que
el cliente tiene de Dios, indicando que «los individuos que tienen éxito
superando problemas homosexuales están motivados por fuertes valores
religiosos».

Otros métodos

Algunos métodos terapéuticos están
completamente fuera del ámbito de las asociaciones profesionales de la salud y
por lo tanto no tienen por qué obedecer a las guías de ética profesional.Algunas
de esas fuentes incluyen instructores, organizaciones religiosas y grupos de
exgais.

Uno de los instructores más conocidos
es Richard Cohen,
cuyas apariciones en la televisión han causado controversia. Su sistema es
abrazar a pacientes masculinos en su regazo, con los pacientes en posición
fetal, y también aboga por los métodos bioenergéticos, que incluyen golpear
una almohada con una raqueta de tenis mientras se grita: «¡Mamá! ¿Por qué me
has hecho esto?».

Varias organizaciones han realizado
retiros organizados por instructores con el objetivo de disminuir los deseos
homosexuales. Estos retiros tienden a emplear una variedad de
técnicas. Journey into Manhood (‘viaje a la hombría’),
organizado por People Can Change emplea
«una amplia serie de grandes grupos, pequeños grupos y ejercicios individuales,
desde journaling, visualización (o imaginación guiada), compartir
con el grupo, hasta trabajo intensivo de liberación emocional».

Los fines de semana organizados por
Adventure in Manhood (Aventura en Hombría) emplean «la creación de lazos
afectivos saludables con hombres, a través de actividades masculinas, trabajo
en equipo y socialización».Aunque no es específico para hombres
gais, varios homosexuales han participado en la New warrior training
adventure
 (‘aventura para entrenar al nuevo guerrero’), que es un fin
de semana organizado por Mankind Project, que consiste en
un «proceso de iniciación y auto reconocimiento que está diseñado para
canalizar el desarrollo de un yo saludable, maduro y masculino».

Organizaciones religiosas

Algunos gais se han dirigido al cuidado
de sacerdotes. Algunas iglesias publican instrucciones específicas para el
clero sobre cómo tratar pastoralmente a personas con tendencias homosexuales.
Estas publicaciones incluyen Carta sobre la atención pastoral a las
personas homosexuales
, editado por la Iglesia católica en 1986 y Dios ama a
sus hijos
,de los mormones. En
1994, una iglesia presbiteriana realizó una
conferencia titulada The path to freedom: exploring healing for the
homosexual
 (‘el camino a la libertad: la exploración de la curación de
los homosexuales’).

En 2006, los obispos de Estados Unidos
emitieron una nota con Directrices para la atención pastoral de
personas homosexuales
 basada en la carta de la Santa Sede.​Este
documento se pregunta si existe una terapia, y concluye que, aunque no hay
consenso al respecto, algunos lo han encontrado útil. Según el Catecismo de la Iglesia Católica,
los homosexuales «están llamados a la castidad. Mediante virtudes de dominio de
sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una
amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben
acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana».​El
arzobispado de St. Paul y Minneapolis creó en 2009 un sistema similar a los
ministerios exgay llamado «Courage» para convertir a homosexuales.

Se ha llegado a celebrar exorcismos para
«curar» a homosexuales, como fue el caso de la Iglesia Manifested Glory
Ministries, en Connecticut (Estados Unidos), caso tuvo alguna
notoriedad, ya que el vídeo del exorcismo de un joven de 16 años pudo
verse en YouTube.​En
Inglaterra, el reverendo John Ogbe-Ogbeide, del centro Pentecostal en Harrow, al noroeste de Londres,
afirma haber realizado un exorcismo con éxito.

Nada
que curar porque no hay enfermedad

La represión de la
homosexualidad en la Castilla Medieval. Las relaciones homosexuales fueron
condenadas en lo espiritual por la Iglesia, y reprimidas y castigadas por los
tribunales castellanos a partir del siglo XIII. Con anterioridad, ni la
Iglesia, ni el naciente estado monárquico de Castilla habían condenado las
relaciones íntimas entre personas del mismo sexo.La sodomía, dada su doble naturaleza de delito y pecado, afectaba
a todos los súbditos de la Corona, incluidos los de otras religiones, así como
a los extranjeros, pues era, según ley, un delito que manchaba la tierra en la
que se cometía y dañaba a todos los que en ella habitaban. Es el caso de
Agustín Corso, genovés, maestre de una nao que arribó a San Sebastián, y que
fue acusado de haberse acostado con Antoneto, paje de la nao, a lo largo del
año de 1514. El genovés se defendió diciendo que no había pasado de besarse y
abrazarse, pero finalmente fue
condenado a morir en la hoguera.

La
acusación de haber cometido relaciones homosexuales se convirtió en un arma
política entre los bandos que se disputaban el poder, tanto en el ámbito local,
como en el reino, ya que la condena conllevaba la infamia del acusado y su
inhabilitación para ejercer cargos públicos. Tal es el caso del rey Enrique IV,
que tuvo importantes consecuencias históricas, y nos han llegado numerosos
ejemplos en el ámbito local. Por ejemplo, en 1494, Bartolomé de Ávila, hijo de Martín de Ávila, jurado del concejo y
vecino de Jerez de la Frontera, fue acusado de haber mantenido relaciones
homosexuales por Juan de Robles, corregidor, y Gil de Ávila, alcalde, es decir,
los dos cargos más importantes de la ciudad. La defensa la realizó su padre, ya
que el acusado era menor de edad, pues tenía dieciocho años, quien alegó que la
acusación era falsa y había sido puesta con el propósito de infamar a su
familia y quitarles la juraduría.

Así pues,
el castigo de las relaciones homosexuales en Castilla, que había comenzado en
la segunda mitad del siglo XIII, llegó a su cénit a finales del siglo XV. La
represión tuvo por objeto no sólo juzgar y castigar puntualmente con las penas
máximas a los homosexuales, como podríamos colegir de una primera lectura de la
legislación y los procesos, sino que la caza del sodomita, tanto de hombres
como de mujeres, formó parte de la vida cotidiana de los centros urbanos
castellanos a finales de la Edad Media, ya que se concibió tanto como un arma
política, como una forma de legitimar el poder de los gobernantes en su papel
de garantes del bien común.

El 29 de noviembre
de 1979 el escritor español Salvador Sagaseta escribía el siguiente artículo
titulado: “Electrochoques contra la homosexualidad”: Un
programa sueco de televisión acaba de revelar el empleo del electrochoque en
los hospitales como «terapia» correctiva de la homosexualidad. De esta forma se
ha venido a saber que desde 1974 se practican en Suecia tratamientos de este
tipo bajo el nombre «científico» de terapia de aversión. Una mujer de 38 años,
y de la que no se ha notificado el apellido, sino únicamente el nombre,
Kerstin, ha testimoniado su propia experiencia ante la televisión sueca,
dejando abierto el interrogante de la probable extensión de estos sistemas.

El tratamiento Ludovico

La terapia de aversión a base de electrochoques es
solamente el nombre científico del tratamiento Ludovico preanunciado por la
fantasía literaria de Anthony Burgess en su famosa novela La naranja
mecánica.
 En la práctica médica, las inyecciones vomitivas de Burgess
han sido sustituidas por descargas eléctricas. La aversionterapin made
in Sweden
 tiene un pie en la imaginación literaria de Burgess y otro
en la creatividad anticipadora de Orwell, también él autor de otra novela
futurista: 1984. Orwell preanunció en su libro el evento de una sociedad
autoritario- paternalista basada sobre la represión profiláctica, donde
el Ministerio del Interior pasaría a denominarse «Ministerio del Amor»
(«Minamor» en abreviatura) y donde el control de los disidentes e inadaptados
se ejercería mediante una vasta gama de técnicas de observación y escucha y de
otros métodos sutiles para el control de los comportamientos que, en la
práctica, transferirían a los científicos las competencias de orden público.
Pero donde la aversionterapia encontró su modelo fue más bien en la obra de
Burgess. En efecto, Burgess preanunció una sociedad autoritaria en la que las
técnicas de modificación de los comportamientos pasarían por la creación de
reflejos de aversión. En su novela, los doctores Brodsky y Brannon «curaban» a
sus «pacientes» (presidiarios y criminales) mediante un «tratamiento» a base de
inyecciones vomitivas. Después de varias semanas de tratamiento, los individuos
sometidos a la terapia de aversión reaccionaban inmediatamente con una náusea
ante la visión del delito. Exactamente la misma técnica viene empleándose ya,
científicamente, para la cura de la homosexualidad, según acaba de ilustrar el
caso de Kerstin. La única variante consiste en la sustitución de las
inyecciones vomitivas por el electrochoque, aunque respetando el diseño general
de la terapia tal como la concibiera literariamente Burgess. O sea, tanto la
forma como la finalidad y los presupuestos científicos del tratamiento
Ludovico, modelo Naranja mecánica, y los de la terapia de aversión de los
psicólogos del hospital de Malmó, son idénticos.

La terapia de aversión

En ambos casos, la descarga eléctrica o la
inyección vomitiva se asocian al vicio que se pretende «curar», y que a tal
efecto es escenificado en televisión y exhibido al paciente. Así, por ejemplo,
Kerstin ha sintetizado de esta forma su experiencia:

«Dos veces por semana, durante dos meses, se me
sometió en el Hospital Municipal de Malmó a la terapia de aversión, a razón de
una hora por sesión. En una pantalla se me mostraban películas pornográficas.
Cuando aparecían escenas de amor entre mujeres recibía una descarga eléctrica;
al contrario, cuando se referían a amor heterosexual, hombre-mujer, no sucedía
nada. Mi psicólogo estimaba que de esta forma, pasado un cierto tiempo, recobraría
mi antigua identidad sexual y reaccionaría con un espasmo de aversión a la sola
idea de las relaciones homosexuales. El tratamiento se abandonó finalmente,
dada su falta absoluta de resultados prácticos. Hoy vivo feliz con otra mujer.»

Los médicos implicados en el escándalo han
reconocido que el testimonio de Kerstin es veraz aunque han matizado mucho del
fenómeno. Según sus declaraciones, en el hospital de Malmó no se habrían
realizado otras terapias de aversión después de la de Kerstin, entre otras
cosas porque ellos mismos no creen en la eficacia de este tipo de
«tratamientos». Si se ensayó en aquel caso fue debido al escaso éxito de los
tratamientos convencionales. Además -según han declarado- la terapia de
aversión se le aplicó a Kerstin después del fracaso de numerosos intentos por
hacerle aceptar su nueva identidad sexual. Pero el interrogante acerca de la
probable extensión de estos métodos no ha sido resuelto. La Naranja mecánica
“made in Sweden” ha dejado abierta la posibilidad de que un tal
sistema (que ya aparece incorporado a la psicología oficial incluso con un
nombre científico propio) forme ya parte de la rutina represivo-curativa en
muchos hospitales, suecos o no, con lo que la sociedad científico-represiva
basada sobre la represión profiláctica de que hablara Orwell habría ya
abandonado la ciencia-ficción para integrarse en la cotidianidad.

Los riesgos políticos

La alarma suscitada por el caso Kerstin en Suecia
no carece de justificaciones, en tanto que detrás de este episodio se insinúa
una amenaza autoritaria: la del electrochoque, como arma política
institucionalizada y disponible para la represión de los disidentes, lo
marginados o las minorías: delincuentes y homosexuales, por ejemplo. El
descubrimiento de una nueva enfermedad mental en la URSS, que en otras partes
se llama disenso, confirma la tradición represiva de una psicología que, ya con
Freud, se insinuó como un instrumento de represión. El propio Freud recurrió
instrumentalmente a la acusación de locura contra los disidentes del Comité
Psicoanalítico. Con este sistema, Rank, Ferenczi y, de alguna forma también,
Wilhelm Reich, fueron desahuciados, y Freud pudo asegurarse despóticamente el
control de la burocracia psicoanalítica. La locura de estado soviética
reproduciría el precedente a niveles políticos.

En el mismo orden de experimentos se conoce muy
bien el largo empleo del electrochoque y de las drogas químicas en las
comisarías. «Una sustancia química con propiedades hipnóticas es inyectada en
la vena, lo que provoca, cuando la operación se hace lentamente, cierta pérdida
del control y un adormecimiento de la conciencia. Este método terapéutico
utilizado en medicina es, evidentemente, muy peligroso y puede ser causa de
graves desajustes en la personalidad. Los psiquiatras de Argel (franceses) han
aplicado electrochoques a los acusados y los han interrogado en la fase de
vuelta a la conciencia, caracterizada por una cierta confusión, un abandono de
las resistencias y una pérdida de las defensas de la persona» (Frantz Fanon, en
Sociología de una revolución). Prácticamente todos los países se han servido, o
aún se sirven, de estos procedimientos. El último «hallazgo» en el terreno de
los sueros de la verdad parece ser un alucinógeno derivado de la morfina. Pero
en el sector de las manipulaciones cerebrales, la lobotomía es probablemente el
sistema más inicuo de cuantos se sabe están hoy en uso. «Consiste en el corte
de las relaciones entre las diferentes partes del cerebro rompiendo las fibras
nerviosas que se encuentran en la base de la frente. Con la lobotomía se altera
el carácter de las personas: los agresivos, emotivos, sensibles, se convierten
en dóciles, pasivos, insensibles» (II Manifesto, 26-8-1973). La operación
empieza a convertirse ya en una rutina respecto a los criminales convictos
presuntos poseedores del también presunto cromosoma del crimen. Se ha hablado
de la lobotomía como «terapia» irreversible ya aplicada para la «cura» de
delincuentes comunes y políticos, por ejemplo, en Alemania Federal y en Estados
Unidos.

El homosexual, como cobayo

La Naranja mecánica es cada día menos una ficción.
En Estados Unidos funciona desde hace varios años el Centro Adirondack de
Valoración y Tratamiento Correctivo, moderna cárcel- manicomio experimental de
Clinton (Nueva York), presuntamente vinculada a la CIA y al Ministerio de
Defensa, acusada con mucha frecuencia de prácticas científico-represivas que
abarcarían desde la lobotomía a formas de terapias de aversión experimentales,
muchas veces basadas en electrotratamientos. Si, incluso en un país como
Suecia, tradicionalmente respetuoso de los derechos individuales, y muy
escrupuloso en el campo de la experimentación médica, ha sido posible un caso
Kerstin, es fácil imaginar la vasta extensión de estas prácticas en el resto
del mundo.

La experimentación médico-represiva con
presidiarios y minorías marginadas goza de una larga tradición en Norteamérica.
El psiquiatra Wilhelm Reich fue una de sus víctimas más conocidas. A cambio de
una reducción de la pena, los detenidos; son «invitados» a prestarse como
cobayos humanos para el ensayo farmacológico. En cuanto que minoría maldita y
marginada, los homosexuales son también objeto (le permanente experimentación.
Su profunda marginación los priva de todo poder contractual y, por lo mismo, de
toda capacidad de autodefensa. Entre los homosexuales europeos es habitual
llamar al psiquiatra psikiatra, como para resaltar fonéticamente la brutalidad
represiva con la que él se pone ante el homosexual, cobayo preferido para
algunos experimentos.

La
perspectiva de género en la psicología

Tiene sus bases en la paridad y en un vínculo
horizontal, tratando de despojarlo del poder concentrado en la figura del
terapeuta, buscando la autonomía del paciente para resolver sus problemas. Para
lo cual se deberá construir un espacio comunitario de intercambio auténtico de
ideas y posibilidades para incrementar el desarrollo de la persona que
consulta, disminuyendo su padecer.

INFANCIAS
TRANS

La película “Yo nena, yo princesa” está llena de
sensibilidad y retrata con excelencia el anonadamiento inicial de la mamá de
Manuel, uno de sus dos hijos mellizos, frente a la percepción e identificación
femenina, aún antes de descubrir la diferencia anatómica de los sexos. Es un
tiempo después de haber sentido atracción por los juegos denominados para nenas
–según la construcción binaria de nuestra sociedad- ver películas de princesas,
desear tener el pelo largo y usar vestidos que Manuel la pregunta a la mamá si
ella también tiene un penecito como el suyo, el de su hermano y el de su papá.
Es la mamá la que le explica que no, que ella tiene una vagina. Después,
escucha que alguien en el jardín tiene anginas y aparece el chiste,
vagina-anginas, como cualquier chico que está aprendiendo.

Queda retratada la lucha de la mamá por el entendimiento de
la tristeza de su hijo que no se halla dentro del género que le fue asignado y
el que refuerza el tratamiento psicológico –uno de los tantos, pasó por más de
9- donde se ve con claridad el autoritarismo profesional y el método correctivo
al decirle: “Manuel es varón y debe comportarse como tal. Tienen que repetirle
con firmeza que él es varón”.

A diferencia de la nueva y última consulta con Valeria
Paván, la psicóloga de la CHA, que al ver los dibujos del niño se da cuenta que
se autopercibe como femenino y será unx niñx trans. La mamá, que ya lo había
intuido después de ver un documental británico en la tele por cable, decide
probar un tratamiento psicológico nuevo, en búsqueda de la felicidad y el stop
de sufrimiento de su hijo. El costo es la pérdida de su marido, que no está
dispuesto a dejar de lado sus ideales y –lamentablemente- no puede pensar en la
felicidad –o bienestar- de su hijo.

Manuel deviene paulatinamente en Luana sin golpes saltos y
sin sobresaltos, mostrando con maestría y emoción las dificultades que asechan
a la mamá, a Luana y a su hermano, al aceptar la identidad femenina de Manuel,
dado que la sociedad todavía no estaba -¿ahora lo está?- preparada para
entender algo que fuese contra la corriente. Así podemos ver cómo la vendedora
de un local de ropas se opone a que la mamá le compre una remera “de nena” y le
quiere vender a toda costa una camisa para su hijo, o se le dificulta la
atención médica porque el documento de identidad no coincide con el género en
el que Manuel –ahora Luana- se siente cómodx. Sentirse cómodx es dejar de estar
aislado, triste y hasta dejar que se le caigan mechones de pelos. Volver a usar
el color rosa en los marcadores le posibilita dibujar con alegría.

Es el inicio del tratamiento con la psicóloga de la CHA que
les cambió la vida. Desde su quehacer profesional, aun sin tener experiencia en
niñeces trans –sí, en adolescentes trans- le brindó una escucha limpia de
prejuicios, acompañamiento. “Cuando le digo ponernos de acuerdo no es que me
obedezcan, sino cambiar la mirada. Dejar de mirar con sus ojos y empezar a
mirar con los ojos de Manuel. Hacer todo lo que Manuel necesite. De eso se
trata: Que tenga una vida digna. Esto recién empieza…”, dice con respeto y
dignidad, dejando el mejor mensaje que se pueda dar en estos tiempos de
intolerancia, violencia y egoísmo.

Resulta de alto interés formativo-profesional
analizar la brecha que existe entre lxs profesionales de la salud, en cuanto a
su formación clásica, ortodoxa –y deformación- hacia una mirada
bio-psico-social, es decir integradora de distintas esferas que hacen al ser
humanx. María Paula Juárez y Enrique Saforcada (Universidad Nacional de
Río Cuarto, Córdoba), en el artículo “El problema de la barrera
psico-socio-cultural interpuesta entre los profesionales de la salud y
consultantes de contextos pobres estructurales. Reflexiones sobre una cuestión
compleja”, dichos autorxs atribuyen como factores determinantes que acrecientan
la brecha a los componentes afectivos e intersubjetivos, donde se desarrollan
los prejuicios y estereotipos de las personas que arrastran culturalmente sin
haber sido revisados, ya sea por parte de lxs profesionales de la salud
(psicólogxs, médicos, pediatras, etc.) así como también por parte de los
espacios académicos que brindan formación, como por parte de lxs xadres que
también despliegan sus prejuicios y estereotipos –y su “yo”, con todo su
arsenal de deseos, anteponiéndose ante el placer de sus hijxs- generalmente
abrochados a ideas fanáticas religiosas y falta de información.

Lo que lxs autorxs llaman “una alternativa
superadora inmediata”, por parte de lxs profesionales de la salud es el factor
que no le quita responsabilidad alguna en cuanto a su mediocridad profesional,
dado que tomando a Paulo Freire dicen que la interpelación de saberes, la no
omisión de un contexto socio-económico desfavorable, es parte del quehacer
profesional, de su crecimiento, desarrollo y buena praxis; así como la
actualización permanente de conceptos: “Lo único que no cambia es el cambio”.

Estxs autores, en sus investigaciones y
experiencias de campo basadas en el paradigma de salud comunitaria (Saforcada,
2001, 2011; Juárez, 2009a, 2009b, 2012) obtuvieron la siguiente información:
“Desencuentros donde se manifiestan, principalmente por parte de los
profesionales hacia los consultantes, situaciones de extensión comunicativa,
cosificación, menosprecio de la palabra del otro, actitudes de rechazo,
valoraciones descalificantes, desconfianza, incomprensión, imposición de
significado desde el uso exacerbado de léxico científico, entre otras”.
“Consideramos que estos escenarios de antidialoguicidad, al decir del pedagogo
brasileño Paulo Freire, entre las comunidades y los profesionales de la salud,
propician el establecimiento de una barrera psicosociocultural cuyo correlato
es, no sólo la deshumanización de los encuentros, sino el impacto negativo que
ello tiene en el perfil que constituye a las personas que se encuentran en
situación de pobreza estructural”.

En los servicios de salud pública el trato
del profesional con el o la consultante se desarrolla de manera profundamente
desigual: “El poder profesional en el campo de la salud agobia las
posibilidades de autoafirmación de los pobres y tiene una gran capacidad,
potencial o actual, para dañar su autoestima e incrementar, entre otros
aspectos, la indefensión aprendida que, en términos generales, caracteriza a
estas poblaciones”, reforzando los estereotipos y estigmas con los que fueron
categorizadxs y etiquetadxs.

Entendemos por barrera psico-socio-cultural,
siguiendo los estudios de Rosetto y Saforcada, 2006; Saforcada, de Lellís y
Mozobancyk, 2010), la psicología de la salud (Morales Calatayud, 1999) y la
comunicación en salud (Feldman-Stewart, Brundage, y Tishelman, 2005, a las
reacciones afectivo-emocionales negativas de las personas que integran el
componente formal de los sistemas de servicios de salud (personal de
hospitales) y las personas que constituyen el componente informal de estos
servicios (las poblaciones que acuden a estas instituciones en busca de
respuestas a sus problemas de salud, percibidos como tales por ellas mismas,
pero desestimados por un saber externo y hegemónico que viene a tapar sus
voces). ¿Por qué son negativas en el caso de la barrera?, porque implican
formas diversas de descalificación del otro, de desvalorización, de irrespeto
de los derechos humanos de la otra persona, con lo cual se vulneran e
insatisfacen muchas de las necesidades de autorrealización, reconocimiento,
afiliación y seguridad que señala Maslow (1991) en su teoría de las necesidades
humanas. ¿Y por qué son positivas en la alternativa del puente?, porque
satisfacen estas necesidades.

¿Cómo podríamos construir un puente
facilitador?

Se considera a la pobreza como producto de
decisiones, acciones y omisiones políticas.

 

 

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