Cambios en la vida cotidiana sin que nadie se entere de nada
Por Graciela González
La nanotecnología es la manipulación de la materia a escala del nanómetro (la millonésima parte de un milímetro).
A esa escala, la materia puede cambiar sus propiedades físicas y químicas, por ejemplo, el color, la conductividad eléctrica, la resistencia. En esta perspectiva se borra el límite entre lo vivo y lo no vivo: todo tiene átomos (se pueden sintetizar seres vivos en el laboratorio ensamblando sus moléculas una a una).
La tesis definitiva es: si se toman prestadas ideas de la naturaleza y se cuenta con capacidades generadas por el avance de la ciencia, sería posible construir máquinas que podrán influir sobre el orden de los átomos, de manera tan precisa como para emular el proceso de creación.
Para comprender cuál es el alcance, es necesario aclarar que el mínimo microchip, una maravilla tecnológica utilizada por los computadores para procesar información, es considerado demasiado grande para la nanotecnología, entre otras cosas porque «se puede ver».
Cuando se habla de tamaños, nano se refiere a un micrometro, dimensión en la cual se desarrollan los chips, equivale a la millonésima parte de un metro. El nanometro es mil veces más pequeño.
Desarrollos, promesas y negocios
La promesa es que esta tecnología nos va a liberar de casi todos los males: terminaría con la contaminación ambiental y la escasez de recursos, con la pobreza; encontraría la cura a las enfermedades, prolongaría la vida con nanorrobots que diagnosticarían enfermedades o desgaste de tejidos y los repararían; se crearían nuevos materiales, etcétera.
El mercado mundial de productos nanotecnológicos a principios de siglo, tenía un valor de 150 mil millones de dólares anuales producidos por más de un centenar de empresas, entre ellas DuPont, IBM, Hewlett-Packard, Toyota, Mitshubishi, L’ Oreal y BASF. Incluye la fabricación de nanotubos de carbono y nano partículas de decenas de elementos que son utilizadas en las industrias de la construcción, la farmacéutica, la cosmética, la alimentación y la agricultura. Además, de aplicaciones militares y de vigilancia por parte del ejército y la armada de Estados Unidos.
El físico Richard Feynman, ganador de un Premio Nóbel, en una conferencia en California dijo en 1959: «Los principios de la física no niegan la posibilidad de manipular las cosas átomo por átomo y crear cosas nuevas al nivel atómico».
Fue la primera vez que se hizo pública la visión de intervenir en el orden de los átomos.
A Feynman le sigue Eric Drexler, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). En 1986 publicó un libro: «Los motores de la creación», punto de partida para un desarrollo constante de la nanotecnología en la vida cotidiana.
Actualmente se aplica la nanotecnología en cosmética, comunicación, armas, alimentos, industria, ropa y mil usos más, que generan negocios por 2 billones de dólares anuales a nivel mundial.
La empresa NanoThinc explica la trascendencia en el ordenamiento de los átomos. «Si uno modifica los átomos del grafito en la punta de un lápiz, obtiene un diamante, si lo hace con los átomos del aire común, tierra y agua, logra una papa».
Las proyecciones pueden ser perturbadoras, ni siquiera imaginadas por una película de ciencia ficción.
Nanotecnología y el futuro
La nanotecnología estudia lo que no se puede ver, un nanómetro es la mil millonésima parte de un metro. Su estudio integra a las más diversas orientaciones, biólogos, ingenieros y sobretodo físicos. Las características propias de cada tipo de materia que nos rodea se deben a las moléculas que la forman y a la disposición de las mismas en el espacio.
Estas, como explicamos antes, están formadas aun por unidades menores, los átomos. La unión entre ellos y su disposición le darán las características propias a la molécula. Y estas unidas entre sí le otorgaran las propiedades a cada tipo de materia. El poder de reordenar átomos y moléculas, permite obtener materia con las características deseadas.
Se estima que con estos avances podrán desarrollarse máquinas más pequeñas que una bacteria, permitiendo trabajar en el interior de una célula humana, construir edificios, frenar enfermedades o producir alimentos. Ante estas posibilidades, muchos científicos hablan de tener cierta precaución con los productos modificados a nivel atómico, debido a los riesgos para la salud o para el medio ambiente que pueden presentar.
El principio precautorio
Según estos científicos de alta capacitación a nivel mundial, muchos de los artículos del mercado están compuestos por nanotubos ( fibra hueca construida a partir de una estructura molecular de carbono muy compleja) o nanopartículas sin informar a los consumidores como corresponde. Algunos de ellos son: cosméticos, aditivos alimentarios, ropa, plaguicidas, celulares, pantallas de televisión, refrigeradores y ollas de teflón.
Existen nanopartículas naturales como las cenizas volcánicas, el problema es que las que componen a estos artículos son artificiales y aun no se sabe qué impacto podrían tener sobre los seres vivos o el ambiente.
Organizaciones de defensa del medio ambiente reclaman una reglamentación para los elementos fabricados por nanotecnología y médicos también, porque cuanto menor sea la partícula mayor será la superficie de exposición, mayor superficie de contacto y más toxicas que las partículas de mayor tamaño porque ingresan al organismo y al sistema inmunológico fácilmente. Además, nuestro sistema de defensa no logra reconocerlas como agentes extraños, incorporándose a las células y aumentando la posibilidad de enfermedades. Se debería implementar el Principio Precautorio y no comercializar los productos hasta tanto se tenga la certeza científica de que no causaran daños a las personas y al ambiente.
Fuentes: Revista Biodiversidad/ Artículos del físico Richard Feinman