Cada 26 de enero, a nivel global se celebra el Día de la Educación Ambiental. Una jornada especial, sin lugar a dudas, dedicada a fortalecer la conciencia, a través de didácticas y prácticas correspondientes, orientadas a la valorización y el cuidado del medioambiente.
La iniciativa surgió de la Declaración de Estocolmo en 1972, en el seno de un encuentro organizado por Naciones Unidas, donde se reconoce por primera vez a la educación ambiental como una prioridad. Tres años después se suscribió el acuerdo entre los países miembros, y se establecieron las metas, objetivos y los principios fundamentales de este importante proyecto de cara al presente, y al futuro, también, por supuesto.
Dentro de sus objetivos principales, se destacan: la creación de conciencia acerca de la vida del Planeta y la necesidad de preservarla a través de vínculos basados en valores, el equilibrio, los conocimientos, las actitudes, y la participación, como una manera activa de apoyar o impulsar medidas, y sobre todo, seguir con atención el cumplimiento.
Al respecto de este tema verdaderamente trascendente, y que nos compromete a todos como parte integrante de sociedad, en la Ciudad de Buenos Aires se desarrolla el programa Escuelas Verdes, una experiencia valiosa y renovadora, que el año pasado cumplió sus primeros diez años.
Su pilar esencial es promover la sustentabilidad a través de la educación y al mismo tiempo, la gestión ambiental en los establecimientos educativos porteños.
Entre otros logros obtenidos con el apoyo y la interacción de la comunidad educativa, sobresalen: las 716 escuelas con huertas orgánicas, la recuperación de 2200 toneladas de material reciclable y el impulso a las energías renovables. En ese sentido, el colegio de Educación Media Antonio Devoto se transformó en el primer edificio público de nuestro país en introducir a la red el excedente de la energía reunida por medio de la utilización de paneles solares.
Durante la cuarentena dispuesta debido a la pandemia provocada por el Convid-19, desde la consigna “Quedate en Casa” se llevó a cabo un espacio radial de podcasts con reportajes y columnas de cultura general y ambiente, como un puente de intercambio y del fortalecimiento vincular entre los estudiantes, familias, docentes, vecinos/as con la escuela.
Una temática que convoca a sumarse al desafío, sobre todo en esta época atravesada por el Coronavirus…
Nunca es tarde, y desde el hogar también se puede motivar a los chicos/as para iniciarse en este hermoso camino que tiene que ver con el cuidado del medioambiente.
¿De qué manera? Separando los desechos orgánicos domiciliarios-cáscaras de fruta, verdura y huevos, yerba, té, café-, los que junto a ramas y hojas secas, luego de un proceso biológico simple, que puede extenderse dos o tres meses, en un recipiente al aire libre cubierto con tierra negra, es capaz de crear un abono natural, conocido con el nombre de Compost.
Por Visión Porteña
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