Época crucial del año donde es inevitable hacer balances, que muchas veces creemos que dan saldo negativo, porque entre esas elucubraciones que realizamos, se encuentran pérdidas físicas de seres queridos que le dieron significado a nuestra vida.
Y quiero detenerme en dos cuestiones donde nuestras creencias son tan severas como dañinas; un balance de vida nunca, jamás da saldo negativo, no existe ese término fuera del ámbito contable; o ganamos o aprendemos… nunca perdemos. Y luego quiero poner acento en la retirada hacia un nuevo plano, de un ser que dejó huella en esta vida cerca nuestro, no hay pérdida real… sino simbólica, esa alma partió porque ya cumplió su misión en esta existencia y para seguir evolucionando debe mutar como materia.
Por ende, dar fin a todo lo que compartías con esa persona simplemente porque su cuerpo físico elevó, no tiene sentido… no te mueras con tus muertos. Permitite tomar ese legado y que siga cumpliendo su propósito, de expandirse y multiplicarse. Capitalizá el dolor en pulsión de vida.
Que todo ese tránsito juntos sea motor e impulso vital para apertura y no para entierro.
Para crear, y no para cerrar.
Para soñar, y no para frustrarse.
Para tejer, y no para anudar.
Para plasmar, y no para ocultar.
En un año atravesado por pérdidas terrenales, consideremos que también fue protagonista elevarnos espiritualmente hacia la vida misma. Ambas connotaciones forman parte crucial de nuestra existencia.
¡Que prevalezca la honra de estar vivitos y coleando!
Con afecto.
Noelia de la Fuente, Psicóloga Social.
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