4 de enero, 2022
En el mundo hay 70 países donde ser gay o lesbiana es ilegal, incluso, puede costar la pena de muerte. Por ello, para el colectivo LGTBI conseguir asilo en otros países es una tarea casi imposible. Estos días desde el colectivo LGBT se debate sobre cómo afrontar el problema.
La migración LGBTIQ, migración queer o sexilio es el movimiento migratorio de personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, Intersexuales o Queers tanto a nivel nacional como internacional, regularmente escapando de la discriminación ,persecución homofóbica, transfobica, bifobica, por ser víctimas de delitos de odio o malos tratos sutentados en su mayoría por perjucios, estigmas sociales promovidos desde grupos fundamentalistas religiosos y consevadores que se niegan a reconocer y respetar a la orientación sexual o identidad de género, como parte de la sexualidad humana que merecen aceptación social. Néstor Perlongher fue nuestro primer exiliado por causas de discriminación sexual. Se instaló en Sao Paulo y vivió allí durante muchos años.
Nadie debería verse obligado a huir de su hogar por ser quienes son o amar a quienes aman.
Pero las personas LGBTIQ+ pueden solicitar la condición de refugiadas porque temen ser perseguidas en función de su orientación sexual, identidad de género, expresión de género y / o características sexuales.
Entre los cientos de centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos en caravana para escapar de la violencia y la pobreza, un grupo de la comunidad LGBTI marcha a la par para huir de la discriminación, un flagelo adicional.
“Venimos emigrando de nuestro país porque no se puede vivir, hay tanta discriminación”, dice Carlos Alvarado, de 29 años, uno de los migrantes hondureños que viaja en la caravana que salió de San Pedro Sula, Honduras, el martes pasado y ahora espera en Guatemala para seguir camino a México.
Junto a Carlos marchan otros integrantes de la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexo), en su mayoría de Honduras, y algunos salvadoreños y guatemaltecos que se han unido en el camino.
En la frontera de Tecún Umán, en el suroeste de Guatemala, Carlos cuenta a la AFP que decidió iniciar una nueva vida fuera de su país en busca de oportunidades. Su situación, lamenta, es aún más grave por la discriminación.
“Yo que soy de comunidad (gay) es muy difícil encontrar un empleo, un trabajo digno. No hay oportunidades para nosotros” en Honduras, señala, junto a cientos de migrantes que se resguardan del intenso calor en un albergue habilitado con grandes carpas en el poblado fronterizo.
La caravana 2020, como fue bautizada, y que como las anteriores es empujada por la pobreza y la violencia criminal, está integrada por más de 3.000 personas que buscan llegar a Estados Unidos, según datos del Instituto Guatemalteco de Migración.
El grueso se encuentra varado en la frontera de Guatemala a la espera de agruparse e intentar pasar por el puente fronterizo Rodolfo Robles, esperando que México les deje seguir su ruta a Estados Unidos. Otro millar de migrantes se concentra en un paso en el norte de Guatemala.
Las autoridades mexicanas, además de fortalecer la vigilancia en su frontera, han llamado a los migrantes a entrar en “orden y respeto” a su territorio, a la vez que les han ofrecido 4.000 empleos.
– Gritos en la caravana –
“Yo vengo de Honduras por las personas que lo discriminan a uno, lo golpean, lo maltratan, y la verdad de las cosas allá (es que) ni trabajo le quieren dar a uno, solo porque es gay”, agrega Britany Mayerli, una transgénero de 25 años.
Britany, que se protege del sol con gafas oscuras, tiene como meta llegar a Estados Unidos para trabajar, “y si Dios lo permite”, obtener la residencia en ese país. Pese a que Washington ya advirtió que no permitirá la entrada de la caravana.
Por su lado, el guatemalteco Kevin de León, de 23 años, tiene como meta quedarse en México, donde, dice, hay más tolerancia a la diversidad sexual que en su país.
“Nos vemos en la necesidad de migrar a otro país, por ejemplo México, que es un país donde tienen más tolerancia hacia nosotros”, dice el joven originario de un poblado indígena en el sur de Guatemala.
El grupo de la comunidad LGBTI huye de la discriminación, pero en la misma caravana la sufren por momentos, cuando otros migrantes les silban o les gritan cosas.
“Los más grandes problemas (en la caravana) son la falta de respeto que le tienen a uno, lo ven a veces hasta como un bicho raro”, lamenta Kevin, asegurando que tratan de hacer “oídos sordos” a las “ofensas” y “vulgaridades” que les lanzan.