A instancias de una propuesta mexicana, Argentina se sumó de inmediato a la misma. Entre ambos países lo impulsan con mucha energía. En poco tiempo, se unieron otros seis. Tienen la expectativa de que se vayan incorporando otras naciones para consolidar la Agencia Espacial. (La fotografía de la portada corresponde al satélite argentino, SAOCOM B en su órbita desde el año pasado)
El nombre elegido es Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE). Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, a cargo de la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), desde enero del 2020, es el impulsor de esta propuesta. En su doble función, encontró la manera de fortalecer el liderazgo de México en la región y está dispuesto a levantar el prestigio de la CELAC que viene de capa caída por las diferencias ideológicas generadas por la alta diversidad, en ese aspecto, de los mandatarios latinoamericanos. Brasil, por ejemplo, una de las primeras potencias de la región, declinó su participación en la comunidad desde que asumió Jair Bolsonaro.
La estrategia de López Obrador es dejar de tratar temas políticos en la institución y dedicarse a gestionar. Entre 14 propuestas para apuntar al crecimiento de la región, se eligió esta, de la Agencia Espacial. Porque puede unir a los latinoamericanos en un objetivo común, de alta complejidad. Que puede convertirse en una herramienta fundamental para mejorar la productividad de los suelos. Conocer el comportamiento del clima con independencia y el auto abastecimiento de la información. Incentivando temas que puedan ofrecer soluciones colectivas a los innumerables conflictos que padecen nuestras naciones. Efraín Guadarrama, director general de Organismos y Mecanismos Regionales Americanos de la Cancillería mexicana, a cargo de las negociaciones para sumar asociados a la agencia, la describe con estas palabras: “Nuestra intención es seguir el modelo de la Agencia Espacial Europea, que empezó con un puñado de países y pocos proyectos, pero después fue creciendo”.
Argentina fue el primer país que decidió acompañar a López Obrador. SE firmó entre los respectivos representantes, el canciller Felipe Solá y el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, una Declaración sobre la Constitución de un Mecanismo Regional de Cooperación en el Ámbito Espacial. En ese momento Solá realizó los siguientes comentarios: El proyecto será un factor de desarrollo. Permitirá a la vez, un mejor uso de los recursos conjuntos de los países de América Latina. Argentina no es para nada un novato en la industria aeroespacial puesto que actualmente tiene cuatro satélites en órbita, dos geoestacionarios y dos se observación de la Tierra”. Luego se fueron sumando, Paraguay, que tiene un proyecto para lanzar un nanosatélite en el curso de este año. Bolivia, ya cuenta con un pequeño satélite de observación en órbita. Siguieron Ecuador y El Salvador. Perú y Colombia entraron como observadores. En ese sentido, Efraín Guadarrama, así se expresó: “El primer paso es coordinar los esfuerzos de los distintos países y ver qué proyectos concretos que ya estén en desarrollo pueden aprovecharse. El grupo es variado. Hay veteranos como Argentina, a la cabeza regional en tecnología y conocimiento”.
Por supuesto, el entusiasmo de la propuesta no impide que se mantengan los pies pisando la tierra. La carrera espacial tiene costos de una dimensión tal, que superan las posibilidades de una región seriamente comprometida con sus economías particulares. No se dispone de presupuestos acordes a los desafíos posibles. Todo pasa por ir desarrollando de apoco la tecnología y avanzar con misiones que vayan creciendo lentamente en sus objetivos. Contribuyendo, aquellos que, a través del tiempo, fueron acumulando experiencia, gestión e información. Lo que es difícil de lograr en forma individual, tiene mejor perspectiva cuando se dividen gastos, conocimiento y esfuerzos, entre varios.
Gamarra sigue acompañado el tema con sus opiniones: “Una agencia regional permitiría incluso ahorrar recursos compartiendo tecnologías entre países. No es necesario grandes presupuestos, lo que se necesita es voluntad política”. Sin profundizar en desarrollos más avanzados, como son los casos de Brasil y Argentina, Bolivia, con el satélite de alta definición de su territorio, que puso en órbita, podría asesorar y ayudar a Paraguay, que tiene un proyecto parecido. Una gran ventaja para incursionar en la era espacial es la gran extensión territorial de América Latina. Se encuentra, además, localizada en un lugar geográfico estratégico, para una plataforma de lanzamiento del envío de misiones al espacio. La propuesta contempla el comienzo de la actividad con proyectos de mínima complejidad y bajo costo como son los nanosatélites.
Se tiene perfecto conocimiento de las posibilidades presupuestarias. Para tener en cuenta de lo que se habla y ubicarnos en la perspectiva adecuada, en un informe de la Agencia Mexicana del Espacio, se describe la diferencia de la inversión del país en esta área con otras más evolucionadas: “Los recursos escasos que recibe, de sólo tres millones de dólares, un presupuesto a años luz de los 18.500 millones de la NASA estadounidense, los 5.600 millones de la rusa Roscosmos, o los 5.500 millones de la agencia europea”. Muy lejos de esas inversiones se encuentran nuestros países. Tampoco es imposible aunar energías, conocimiento e inversiones. Un factor fundamental, sería la incorporación de Brasil, por su envergadura y por el grado de información y gestión con que cuenta. Sería muy bueno que acceda a participar. Es un actor principal.
Por Francisco Grillo
(Fotografía del satélite mexicano Morelos I)
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