Con más de 130 años de historia, el Mercado del Progreso es un ícono de Caballito que combina tradición, calidad y cultura.
Si hay un lugar que respira historia y tradición en Buenos Aires, ese es el Mercado del Progreso. Ubicado en el corazón de Caballito, es mucho más que un simple espacio para comprar frutas o carnes: es una cápsula del tiempo que sigue funcionando tal como lo hacía hace más de 100 años.
Inaugurado un 9 de noviembre de 1889, el Mercado del Progreso fue un proyecto de la Sociedad de Progreso de Caballito. En aquellos días, los carros entraban por Rivadavia, Silva (hoy Del Barco Centenera) o el Pasaje Coronda.
Los materiales con el que fue construído fueron hierro, ladrillo y mármol, y la disposición de su estructura hacían que las condiciones de ventilación y limpieza y su estudiada orientación, lo convirtieran en uno de los más higiénicos para su época.
Desde el principio, su diseño arquitectónico rompió esquemas: un pabellón central con naves abiertas, galerías laterales y un sistema de ventilación que era toda una innovación para la época.
Y si hablamos de estilo, el art decó también tiene su momento de gloria en el mercado, especialmente en la fachada renovada durante los años ’20 y ’30, cuando se incorporan elementos como el famoso reloj y cartel icónico.
Aunque los años pasaron, el mercado conserva su esencia original, algo que se siente al recorrer sus 3.600 m2. Con 17 locales a la calle y 174 puestos interiores, es un imán para vecinos y chefs de toda la ciudad que buscan productos frescos y de calidad.
En él se pueden conseguir desde frutas y verduras nacionales o importadas, hasta carnes frescas y frutos de mar preparados con recetas que combinan lo moderno y lo tradicional.
Un dato curioso: muchos de los puestos son atendidos por nietos y bisnietos de los comerciantes originales.
El Mercado del Progreso no solo es historia. También sabe adaptarse a los tiempos. En 2020, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le dio una merecida puesta en valor.
La obra estuvo a cargo del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana que puso en valor la fachada que estaba deteriorada, parte del interior del mercado y la renovación completa de la iluminación exterior.