Particularmente vulnerables al cambio climático y víctimas de una masiva deforestación, los bosques tropicales dan señales de dificultades para respirar, lo que hace temer que ya no puedan desempeñar su papel de sumideros de carbono, vital para frenar el calentamiento global.
Los bosques, pulmones del planeta junto con los océanos, absorben entre el 20 y el 30% de los gases de efecto invernadero emitidos por el hombre, un porcentaje que se mantiene a pesar del alza de las emisiones en las últimas décadas. Para ser claros, sin ellos, el cambio climático sería mucho peor.
El aumento del CO2 en la atmósfera estimula la fotosíntesis. En principio es una buena noticia para el clima: más árboles y hojas absorben más CO2 responsable del calentamiento global.
Pero en los bosques tropicales, que representarían cerca de un tercio de los 3 billones de árboles del planeta, otros factores, desde el aumento de las temperaturas hasta la falta de nutrientes, limitan la fotosíntesis, según una serie de estudios publicados recientemente.
“Durante mucho tiempo se habló de los bosques tropicales como sumideros de carbono. Las reservas de biomasa aumentaban de manera regular. Pero hoy en día la situación cambió: las reservas están estables”, explica Jean-Pierre Wigneron, del Instituto Nacional francés de Investigación Agronómica.
A partir de datos satelitales, el investigador y sus colegas estimaron que la biomasa vegetal aérea de la zona tropical permaneció estable desde 2010, según un estudio publicado a fines de julio en la revista Nature Plants.
Otra publicación en Nature Communication esta semana, que también tomó en cuenta las emisiones procedentes del suelo, va más lejos: los trópicos se convirtieron en contribuyentes netos de CO2.
“Una sequía extensa y cambios importantes en la utilización de las tierras en una región donde los suelos son ricos en carbono son condiciones que podrían provocar una liberación de carbono del suelo”, comenta su autor principal, Paul Palmer.
En 2017, un estudio en Sciences ya había hecho sonar la alarma, asegurando que los trópicos emitían más CO2 del que capturaban, a raíz de la deforestación que envía el gas a la atmósfera.
Pero más allá de confirmar esta tendencia, los dos nuevos estudios muestran la intervención de otros factores en las dificultades para respirar de los bosques tropicales: el aumento de las temperaturas y la sequía, observadas durante el fenómeno de El Niño de 2015-2016.
– Caliente, pero no demasiado -.
“Realmente hay una diferencia, al menos en el pasado reciente, entre las regiones áridas más bien acostumbradas a la sequía y que tienen un buen porcentaje de recuperación, y los bosques tropicales húmedos, en particular en África, que son más vulnerables a la sequía”, afirma Philippe Ciais, del Laboratorio de Ciencias del Clima y el Medio Ambiente, que había mostrado en otro estudio la existencia de una temperatura “óptima” para el crecimiento de los árboles.
Para una fotosíntesis ideal, los árboles necesitan sol y calor, pero no demasiado. Y también necesitan agua suficiente, señala Jean-Pierre Wigneron.
Sin olvidar los nutrientes. Un estudio en Nature Geoscience estima que el empobrecimiento en fósforo del suelo de la Amazonía limita el crecimiento de los árboles a pesar del aporte suplementario de CO2.
Otro estudio esta semana en Nature Climate Change es más optimista, ya que estima que el CO2 “continuará estimulando la biomasa vegetal a pesar de los efectos restrictivos de los nutrientes del suelo”, como el fósforo y el nitrógeno.
De este modo, la biomasa vegetal debería crecer un 12% para 2100, aumentando su absorción de carbono “equivalente a 6 años de emisiones” de CO2, explica a la AFP César Terrer, de la universidad de Stanford.
Las conclusiones de su equipo, que abarcan al mundo entero, no despejan sin embargo las preocupaciones sobre los bosques tropicales.
“En el hemisferio norte, la retención de carbono en los bosques es más importante desde hace unos treinta años”, subraya Philippe Ciais. ¿Pero podrán compensar las debilidades de los trópicos?.
En un informe publicado a principios de agosto, los expertos de la ONU sobre el clima (IPCC) manifestaron su preocupación por la “incertidumbre vinculada con el futuro del sumidero de carbono terrestre”.
Frente a esta amenaza, se multiplican los operativos de plantación de árboles a gran escala, apoyado por ciertos científicos que ven una gran oportunidad para frenar el recalentamiento global.
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