Por Cecilia Tarling*
Retomamos nuestros encuentros mensuales dándole la bienvenida a este 2023, que, si bien ya estamos en febrero, todavía se ve joven y lleno de posibilidades.
Hemos recibido durante los primeros días de este año gran cantidad de frases, tarjetas y reflexiones que nos invitaban, con una mirada muy esperanzadora, a ir descubriendo todo lo que nos depare el nuevo año como si fuera un lienzo o un libro en blanco. Debemos reconocer que esos mensajes tenían y tienen mucho de cierto.
Al mismo tiempo, llegamos al 2023 con una historia, con una vida repleta de eventos, experiencias y emociones que no se pueden borrar sólo porque el calendario cambia de número de año. Me gusta pensar que justamente, el lienzo en el que vamos a pintar, todos los hilos de la tela que lo forman, es el camino que recorrimos hasta acá y que va a ser el soporte donde continúe nuestra aventura.
El año pasado reflexionamos sobre la espiritualidad, el reinado del Amor y el ser felices. Transitamos un sendero de silencio para conocernos, de escucha para conocer a otros y ser responsables de lo que decimos y hacemos como constructores de nuestro mundo.
Este año seguiremos abriendo puertas que alimenten nuestra certeza que un Don nos ha sido dado y que, aprender a contemplar, es el paso hacia la abundancia.
Tenemos una primera dificultad que la transformaremos en descubrimiento. La verdadera abundancia no está fuera nuestro sino dentro. Quizás si estás leyendo estas líneas para vos no va a ser ninguna novedad, pero es bueno explorarlo juntos.
La abundancia es claramente lo contrario a escasez. La abundancia como estado del ser, nos abre a la certeza que todo nos ha sido dado y que nuestra peregrinación por este mundo tiene más que ver con ser una especie de recolectores agradecidos que acumuladores temerosos de perder lo que pudimos comprar, ser o conseguir hasta hoy. Por eso la experiencia diaria de silencio que nos trae al aquí y ahora es necesaria para fermentar varios de los ingredientes para vivir en abundancia. Pensemos en el Amor trascendente que nos ayuda a aceptar, sabiendo que en un futuro se nos va a revelar el sentido, el desapego, que nos permite tener liviano el corazón y la mente para poder seguir teniendo capacidad de recibir y como tercer ingrediente el perdón, hacia nosotros mismos y hacia los demás, que nos enseña a no juzgar, a descubrir la vida propia y la de los demás como un misterio que, tantas veces y con bastante dificultad, nos cuesta develar.
La receta dará por fruto un cambio en nuestra mirada. Dejémonos iluminar por palabras del hermano David Steindl-Rast:
«Si logramos mirar con ojos de asombro y nos abrimos con esperanza a las sorpresas de la Vida, tarde o temprano, desde el silencio y la calma interior, la Vida (o el Misterio) nos atrapará dulcemente. Bailaremos juntos la danza de la abundancia y la sintonía con el Todo».
Asombro, esperanza, sorprendernos, quizás suene a ingenuo, pero si trabajamos para tener el corazón bien abiertos veremos la realidad con nuevos ojos y podremos reconocer al otro como parte de esta trama infinita. Reconocerlo y contagiarlo de esta corriente de Esperanza que nos sostiene en el Amor que nos hace UNO desde toda la eternidad.
Que así sea.
*Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana.