La agroecología no es una casualidad
El debate en torno a la/s agroecología/s, constituye un intento de respuesta a algunas de las consecuencias del modelo agrícola predominante, del que la soja transgénica es la abanderada y el glifosato de Monsanto-Bayer uno de sus sostenes.
Está fuera de discusión el deterioro ambiental y la contaminación que provoca el uso masivo de agro tóxico y su incidencia sobre la salud de productores, trabajadores, docentes, alumnos rurales y habitantes de zonas desaprensivamente fumigadas; tampoco se puede discutir su presencia en la mayoría de los alimentos básicos de nuestras familias.
En base a las múltiples experiencias y procesos desarrollados en todo el país en los últimos 20 años por organizaciones diversas, movimientos de la agricultura familiar y grupos de consumidores de productos “sanos”, nos hacemos una pregunta cuya respuesta probablemente oscile entre dos extremos, por las encontradas visiones en pugna en las Facultades de Ciencias Agrarias y entre los mismos productores agrarios y políticos de todos los niveles del Estado.
¿La agroecología podría contribuir a la revisión crítica del modelo agrario predominante, asumiendo sus graves consecuencias y el grado de conciencia de productores y ciudadanos consumidores?
O ¿será sólo parte de discursos vacíos y mínimas medidas para “maquillar” aspectos críticos del modelo, cambiando algo para que no cambie nada?
Analizar para comprender y actuar
Pasar del actual modelo de producción y consumo a otro más sano, justo y sustentable (que incluye la “transición agroecológica”) requiere transformaciones, que comienzan en cada hogar y culminan con una estrategia nacional de desarrollo al servicio del bien común.
La “transición agroecológica” implica cambios técnico-productivos, económicos, sociales, ambientales, culturales, políticos y éticos, por lo que no podría concretarse sin considerar los siguientes ítems:
1) comprender que la producción agraria es sólo la etapa inicial del Sistema Agroalimentario y Agroindustrial de Argentina, históricamente articulado con el Sistema Mundial; un Sistema donde la concentración y transnacionalización en la elaboración, distribución mayorista y exportación de alimentos es cada vez mayor.
2) son necesarios y urgentes, cambios en la comercialización, elaboración y distribución de los alimentos, para lo que se requiere una organización social basada en otro tipo de economía y otros valores. Fortalecer el vínculo con los ciudadanos- consumidores es una prioridad que está más allá del “negocio”: son socios imprescindibles para transformaciones que cuestionen el “consumismo” y fortalezcan la solidaridad.
3) entender la gravedad de la crisis que está atravesando el modelo agrario dominante a nivel mundial y de Argentina que provoca una creciente degradación de los recursos, pérdida de biodiversidad, crisis energética y justificada demanda de alimentos sanos por los consumidores.
4) la creciente concentración de la tierra, la producción y el poder, no atiende los cientos de conflictos que enfrentan los agricultores familiares en el país para poder seguir viviendo, produciendo y evitar su sistemática expulsión de los territorios.
5) la necesidad de acceder a la tecnología y al financiamiento de los productores, para lograr una producción más “sana” y menos perjudicial para el ambiente. El diálogo de saberes entre los agricultores, técnicos e investigadores “educados para la vida”, es parte de esta “transición”.
6) en necesario buscar el fortalecimiento de las múltiples experiencias y procesos en curso, sobre las que se asienta la construcción de la soberanía alimentaria y un modelo que nos incluya a todos.
7) es imprescindible reducir la inflación, la caída de ingresos, la desocupación y la exclusión que impide el acceso a los alimentos de un alto porcentaje de la población argentina; es intolerable que el 48 % de los jóvenes vivan en hogares pobres y crezca la exclusión y la población “descartable”. Finalmente, si no democratizamos la economía e impulsamos transformaciones basadas en la fraternidad y la solidaridad ¿será posible satisfacer necesidades básicas y alcanzar tierra, techo, trabajo y alimento sano para todos?