noviembre 25, 2024
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La generación internet en busca de valores 

Hoy en día, toda una generación se identifica con Internet que representa más innovación, un mundo que se mueve y más libertad. En las revoluciones tecnológicas, como en Internet, a menudo coinciden dos elementos: las aspiraciones del momento y una ruptura.  La aspiración fundamental con Internet, es la idea de libertad: tener lo que uno quiere y cuando quiere.  Podemos navegar desde nuestra propia casa las veinticuatro horas del día por todos los receptores del mundo.  He aquí el medio más extraordinario para la libertad individual. 

La generación de los jóvenes de quince a treinta años tiene esa cultura de Internet: <mola>, es fácil, hago lo que puedo, lo que quiero, paso de intermediarios, merodeo por la información, reconstruyo terrenos de aventuras.  Este discurso hipermediatizado recuerda la capacidad para reinventar la libertad.  La ruptura es, en primer lugar, cultural: el ordenador es lo opuesto al gigantismo tecnológico e industrial que ha dominado durante un siglo; el ordenador es todo lo contrario.  Es pequeño, muy potente, independiente de la fuerza física.

Ruptura con la otra cultura

 Internet representa igualmente una ruptura con la cultura de los padres y abuelos que han pasado cincuenta años delante del televisor.  Los jóvenes se han evadido con los videojuegos, que han sido su nueva frontera, la del mundo virtual, donde, gracias a la interacción, todo es posible.  Internet es la continuación del mundo ofrecido por la consola de videojuegos, aunque de magnitud sensiblemente mayor.  Se produce una ruptura radical con la televisión.  Sin embargo, si nos fijamos con cuidado, también existe una continuidad.  ¿la televisión no es ya una formidable ventana abierta al mundo? Pues Internet es su prolongación mas poderosa.

Internet es también el triunfo de la movilidad directamente vinculada con la libertad individual: acceder a cualquier información, en cualquier punto del mundo, es un sueño hecho realidad.  La generación Internet, la de los viajes, la circulación, el rechazo a las barreras, encuentra en el ordenador y el teléfono móvil- unido a todas las redes, los instrumentos que posibilitan esta movilidad, identificada con la libertad. 

En este universo móvil, el mayor problema será darle valor a la libertad.  Antaño el valor estaba vinculado con la movilidad en contraposición con un mundo conservador, fijo: la inmovilidad significaba orden moral.  Ahora, la libertad debe redefinirse en relación con este nuevo mundo. 

Pasar de la red a la política 

 Existe una generación Internet, la cual inventa nuevos terrenos de aventura.  Ha reestablecido el optimismo que hacia falta. En Occidente, esta generación se beneficia de la paz, de un nivel de vida elevado y de todas las adquisiciones de la comunicación desde hace cincuenta años.  Internet es el salto de este soporte cultural.  Sin embargo, mucho mas que el rendimiento de las tecnologías, lo que es realmente interesante es el deseo de cambiar las cosas. Pero esta generación debe comprender lo antes posible que no podrá expandir su búsqueda de creación individual solo mediante la utilización de un sistema de comunicación, por muy interactivo que este sea.  Deberá pasar en algún momento de la red a la política.

Esta generación tan individualista encontrara entonces el momento de reflexión colectiva, puesto que una sociedad no es solo la suma de las libertades individuales, sino también un sentimiento de comunidad, el cual debe reconstruirse generación tras generación.  Actualmente, la libertad domina, pero no debe olvidarse otra dimensión de nuestra cultura política: la igualdad. 

Desde hace un siglo, la libertad individual esta en conflicto con la igualdad, noción aportada por el socialismo y otras utopías, aunque hayan fracasado políticamente.  Vivimos en un desequilibrio que el sistema tecnológico refuerza terriblemente: todos se centra en la afirmación de la libertad individual en detrimento de la dimensión colectiva. Este es el reto de nuestra sociedad, que yo llamo <individualista de masas>: aguantar, una de cada mano, estas dos dimensiones contradictorias, aunque importantes por igual, se trata de la libertad y la igualdad. 

Lo que quiero cuando quiero. Democracia y mercado

La libertad política y la libertad de las costumbres se dibujan sobre un escenario donde priman los intereses económicos.  Existen tantos mercados en constante evolución…La satisfacción de las voluntades individuales es posible gracias a la segmentación de los mercados, aunque por ello no se debe pasar por alto la cuestión de la colectividad. En la generación precedente se ahogo el modelo colectivo, situación que provoco una crisis hasta la caída del comunismo, hace algunos años. 

La democracia triunfo, aunque en detrimento de las grandes luchas políticas.  A menudo, es difícil saber quien triunfo, si la democracia o los mercados.  En cualquier caso, la libertad económica no basta para realizar proyectos colectivos, incluso si hay tantos mercados como individuos. Nos encontramos ante tres problemas vinculados entre si: primero, ayudar a una generación que ha vivido veinticinco años de crisis a que pueda recuperar la confianza, crear e innovar; segundo, relativizar la enésima reestructuración del capitalismo en torno  alas tecnologías de la información, y tercero, reanudar el sueño de una sociedad mas humana y solidaria. 

De lo virtual a lo real 

 Debemos decirles a los jóvenes internautas: <no construiréis una nueva sociedad solamente con los medios interactivos individuales>.  Se debe pasar de nuevo de lo virtual a lo real, puesto que la fuerza- y, al mismo tiempo, la limitación- de Internet es ser una realidad irreal.  ¿Cómo podrán los jóvenes que pasan gran cantidad de tiempo delante de todo tipo de pantallas volver a la realidad empírica? Este es el problema.  Y de ahí la importancia de diversificar las experiencias en el mundo real: lectura, deporte, asociacionismo, vida política …  Todo esto permitirá que los internautas no confundan su poder sobrenatural en el mundo virtual con la extrema lentitud y la complejidad del mundo real.

 Las tres dimensiones de la libertad, a saber, liberalismo político, liberalismo libertario (lo que quiero cuando quiero) y liberalismo económico pueden complementarse.  Todo el conflicto político esta en torno a Internet.  Puede haber algún encuentro entre los intereses económicos y las libertades individuales, pero esto no implica un proyecto de sociedad.  Una inmensa segmentación de las redes a nivel mundial que permitan una comunicación interactiva entre seis mil millones de individuos no tiene nada que ver con un nuevo proyecto de sociedad

La de distinguir en Internet lo que surge de un ideal de libertad individual y de la búsqueda de nuevas formas de solidaridad, de la construcción de una infraestructura mundial del comercio electrónico.  Es la misma red, pero no tiene en absoluto el mismo significado. Lo mas importante en la comunicación, recordémoslo, no esta nunca en el lado de la tecnología, sino en el de los modelos culturales que estas transmiten. 

Estamos evidentemente ante dos modelos antagónicos.  El aspecto liberal-libertario ha tenido un papel esencial en la emergencia de las tecnologías de la comunicación.  Pero ha acabado siendo una victima también de la industria de la comunicación y sirviéndole de garantía. Si queremos preservar la dimensión libertaria de Internet, debemos inscribirnos en un combate político; si no lo hacemos, los libertarios servirán simplemente de garantía a multinacionales de la información y la comunicación, como esta ocurriendo hace mas de medio siglo.

Una generación que inventa nuevas reglas 

Internet puede sacudir los conformismos institucionales y los convencionalismos de la clase política.  Es decir, puede tener aspectos positivos. El aspecto negativo de este movimiento de libertad es la emergencia de una sociedad comunitarista: cada uno en su casa, en su grupo o en su comunidad de Internet.  Cada individuo se conecta a partir de los intereses personales.  Pero, ¿Cómo se pasa del interés particular al general? En realidad, las comunidades pueden convivir en una perfecta indiferencia mutua.        

 Internet une de manera considerable y en un ámbito global a todos aquellos que  se interesan por lo mismo, pero elimina la otra cuestión, mucho mas complicada: ¿Cómo pueden vivir juntos todos aquellos que, para ser precisos, no tienen los mismos intereses? El reto de la sociedad es tanto el de organizar la comunicación entre las comunidades de intereses como el de organizar la convivencia entre millones de individuos indiferentes unos de otros.  El comunitarismo deja intacta la cuestión esencial: elaborar un ideal para la sociedad heterogénea.   Y, por cierto, nuestras sociedades serán cada vez más heterogéneas. 

El modelo cultural que se esconde detrás de Internet 

 ¿Cuál es en realidad? Un modelo individualista, norteamericano, comunitarista, donde la gente se agrupa en función de intereses comunes.  Este sistema deja a un lado la cuestión de la alteridad, es decir, la cuestión de la convivencia con todos aquellos que no se parecen a mí.  Ahora bien, históricamente  y políticamente, la cuestión de la sociedad es, ante todo, la de la alteridad, la de la convivencia con las diferencias, mucho más que la de la suma de los parecidos.

Acerca de la igualdad, lo mismo: el aspecto positivo es que cada uno puede acceder  a ella desde su teclado, aunque esto no significa que haya igualdad de competencia, de saber, de cultura. Acceder a todo desde el teclado no significa saber usarlo todo.  Las desigualdades culturales existen, y el acceso a un teclado no las elimina, aunque desarrollar la iniciativa individual, puede ser un factor de progreso.  Acceder a todo no sirve de nada cuando no se sabe ni que pedir ni, sobre todo, que hacer con ello.  La igualdad de acceso al conocimiento no es la igualdad ante el conocimiento. 

 La Solidaridad

 La solidaridad empieza con aquellos que son diferentes.  Internet retomara obligatoriamente esta cuestión de la solidaridad respetuosa de las diferencias.  La alteridad exige mucho tiempo y esfuerzo para intentar que nos comprendamos; sin embargo, la Red acelera el tiempo.  Por ello, es más útil para aquellos que ya disponen de una base que los une que para aquellos que se sienten extraños.

Un valor es, en general, lo que recibimos de nuestros padres y de la sociedad: grandes símbolos que superan la vida individual, que la organizan y a los cuales nos sometemos porque somos, ante todo, seres sociales.  Podemos llamarle de diferentes maneras, pero se trata siempre de lo mismo: libertad, igualdad, respeto al prójimo, respeto a los valores religiosos colectivos. Todos nosotros hemos pensado, normalmente durante la adolescencia, que los valores pueden ignorarse. 

Toda la historia de la socialización de un individuo consiste en comprender que no puede ignorar los valores históricos y colectivos que le han, en parte, acompañado, y que su historia personal le conduce precisamente hacia la invención de un modo de ser a través o más allá de estos valores. Tanto la prensa escrita como la radio y la televisión, han sido sistemas de comunicación conectados con los valores de su tiempo: libertad individual para la prensa, emergencia de la libertad colectiva y de la igualdad para la radio y la televisión.

Internet refuerza la dimensión individual de la comunicación, pero deja de lado la cuestión de la comunicación colectiva.  Por tanto, de momento, Internet refuerza los valores individuales sin aportar ninguna repuesta a las preguntas de la democracia de masas: la igualdad colectiva y el respeto a las diferencias.  Por todo ello, si bien Internet representa un progreso tecnológico respecto a la radio y a la televisión, no lo es, en este momento, respecto a la problemática del vínculo social.

Extraído de «Internet y Después» y otros textos pertenecientes a Dominique Walton, integrante de un equipo científico que trabaja a nivel gubernamental en Francia y  se dedica a analizar desde hace 25 años el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad.

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