El emblemático edificio del Museo Nacional de la Historia del Traje, ubicado en el barrio de Monserrat, será transformado en un nuevo centro cultural dedicado al teatro y la música emergentes a partir de 2025. La casona del siglo XIX, declarada Monumento Histórico Nacional, albergará propuestas artísticas alternativas, según anunció la Secretaría de Cultura de la Nación, tras la publicación del decreto 862 que ordena la reorganización operativa del museo.
Este cambio se enmarca dentro de una estrategia del gobierno nacional para “administrar mejor los recursos” y buscar nuevas formas de difusión cultural. Según fuentes oficiales, la casona de la calle Chile 832 pasará a convertirse en un espacio para la música y el teatro independiente, con una programación elaborada en conjunto con el Teatro Nacional Cervantes. La iniciativa tiene como objetivo atraer a turistas que frecuentan los barrios de Monserrat y San Telmo, ofreciendo espectáculos alejados de la cartelera convencional.
El cierre definitivo del Museo Nacional de la Historia del Traje, que funcionaba en el mismo edificio desde 1972, ha generado polémica en la comunidad cultural y en las redes sociales. La directora del museo, Victoria Salías, mostró su desconcierto ante la decisión: “Nos enteramos ayer por el Boletín Oficial”, expresó. Salías comentó que la institución “estaba ganando territorio” con la reciente inauguración de una muestra en el Centro Cultural Kirchner (CCK), lo que hacía pensar que el museo continuaría su expansión. Sin embargo, la reorganización de la Secretaría de Cultura cambió por completo los planes.
El decreto 862 no solo implica el cierre del museo en su sede actual, sino también la pérdida de su autonomía como entidad independiente. Las más de 9.300 piezas del acervo del museo, que incluyen trajes, accesorios y otros objetos de gran valor histórico, serán conservadas en el mismo edificio, aunque las exhibiciones se trasladarán a otros espacios culturales, como el Palacio Libertad y la Casa Nacional del Bicentenario. Además, el personal del museo, compuesto por 28 empleados, será reubicado en otros organismos dependientes de la Secretaría de Cultura.
La decisión ha sido ampliamente criticada por representantes del sector de la moda y la cultura porteña. La comunidad textil, en particular, expresó su indignación en redes sociales, señalando que el cierre del museo representa una pérdida significativa para el patrimonio cultural argentino. “Conocí muy bien el Museo del Traje y su maravillosa colección. Cerrarlo es una decisión irracional”, escribió en redes sociales el exministro de Cultura, Pablo Avelluto.
Diversos actores del mundo de la moda y el diseño también se sumaron a las críticas. La influencer Paula Guardia Bourdin, conocida como Revista Pola, alertó sobre las consecuencias de esta medida y propuso la creación de una asociación para evitar la desaparición definitiva del museo. “El acervo patrimonial de nuestro país está en jaque”, afirmó en un mensaje que generó repercusión en la comunidad artística.
Por su parte, desde la Secretaría de Cultura defendieron la decisión argumentando que el museo recibía en promedio 46 visitantes diarios y que el edificio presentaba problemas de accesibilidad, tanto en sus instalaciones como en su mantenimiento. La subsecretaria de Patrimonio Cultural, Liliana Barela, indicó que “se trata de una optimización de los recursos”, aunque reconoció las limitaciones del espacio para albergar una institución de tal envergadura.
El edificio de Chile 832, donde funcionaba el Museo del Traje, será destinado a albergar el nuevo centro cultural con foco en la cultura emergente. Este espacio, que se espera esté listo en 2025, se dedicará principalmente a la música y el teatro “no convencionales”, en una clara apuesta por atraer a un público joven y turístico. La programación se realizará en conjunto con el Teatro Nacional Cervantes, y se proyectan actividades que exploren nuevas tendencias artísticas, distantes de los circuitos tradicionales.
No obstante, dado que la casona fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1990, las reformas en el edificio serán limitadas, respetando su estructura original. La intención es convertirlo en un espacio accesible y adaptado a las nuevas propuestas culturales, sin alterar su valor arquitectónico.