Con motivo de haberse cumplido cuarenta años del fallecimiento del siempre recordado escritor Julio Cortázar, la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) organizó un homenaje que -a pesar del calor, el paro de trenes y la invasión de mosquitos- concitó gran interés en el ámbito cultural, a tal punto que el auditorio quedó colmado.
Inició el acto el diputado de la Ciudad de Buenos Aires, Yamil Santoro, quien reseñó la trascendencia de Cortázar no sólo en el campo de las letras argentinas sino de todo Occidente. Se refirió, además, a su conducta de permanente autenticidad que llevó adelante aún en situaciones que le fueron complejas y adversas.
Seguidamente, la escritora María Rosa Lojo recordó que Cortázar fue contemporáneo de Ernesto Sábato, menor que Marechal y también uno de los primeros avezados descubridores del «Adán Buenosayres». Julio Cortázar (1914 -1984) «mezcla el espíritu lúdico y disruptivo de la vanguardia con la búsqueda metafísica y, luego de adherir a la Revolución cubana, con un compromiso político que no anula esa búsqueda insaciable.
Si algo recorre toda su literatura es un punzante sentimiento de extrañeza, que aflora en los espacios más insospechados. Sabía, como pocos, que el mundo es un lugar perturbador y sorprendente, más intemperie que hogar, más una selva oscura que diáfana pradera.
Su narrativa invita a sus lectores cómplices (varones, mujeres y de todos los géneros posibles) a ingresar en un cosmos multidimensional. Un cosmos pluriespacial, pluritemporal y multilingüe, atravesado por puentes. Sus recorridos suelen tener forma de laberintos donde los personajes pueden perderse sin retorno, o bien encontrarse cuando más extraviados parecen en su busca de ese lugar en el que todo, por fin, encaja, y la múltiple realidad deja de dislocarse». Invitó, entonces Lojo, a un breve recorrido por la propia antología cortazariana (a través de cuentos de Bestiario, Las armas secretas, Final del juego, Historias de cronopios y de famas, Todos los fuegos el fuego) que permite observar la interacción entre dimensiones humanas y no humanas en el planeta de este genial cronopio y posador de tigres, que supo correr todos los riesgos para capturar momentos memorables de revelación.
En este punto, el escritor, filósofo e historiador Antonio Las Heras demostró una sugerente relación entre la historia relatada por Cortázar en el cuento «La autopista del sur» con aspectos del Martín Fierro, de José Hernández, así como con Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes.
Luego, habló el periodista, escritor, poeta y ensayista Carlos Penelas, quien hizo un original aporte en su disertación al recordar el paso de Cortázar por el Profesorado en Letras «Mariano Acosta», del cual también fue alumno Penelas.
Recordó el clima intelectual de la época, los estudios, la mirada de autores clásicos. Y como esa formación se vincula con la obra del autor de Rayuela. Asimismo, señaló la modernidad del escritor al proyectar su imaginario en ámbitos como la historieta. Cortázar demostró, señaló Penelas, el interés y curiosidad por diversos medios artísticos, desde la música hasta el cine. Tanto sus cuentos como las novelas rompieron moldes clásicos mediante narraciones que escapan a la linealidad temporal.
El cierre estuvo a cargo de Alejandro Vaccaro, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores y de la Fundación El Libro, quien destacó la importancia de mantener vigente el conocimiento de los hombres y mujeres que han edificado la cultura de la Argentina y que, a la vez, como ocurre con Cortázar han tenido repercusión e influencia en el panorama mundial.
Fuente:El Tribuno