Con un excelente trabajo publicado en el diario La Nación, Alejandro Panfil se refiere a los históricos arcos de madera del Club Ferro Carril Oeste.
Lleno de gloria en los años 80 y con una caída que empezó a acelerarse en los años 90, el club de Caballito busca volver a ser el que fue. Lo desean los jugadores y dirigentes, pero por sobre todo los hinchas. Se suele decir que para saber a dónde se está yendo hay primero hay que conocer de dónde se viene. Y para ello nada mejor para el club que haber recuperado unos seis palos de madera que son la historia misma de Ferro Carril Oeste. Estos objetos, más que piedra fundamental, son la madera tan característica con la que el club quiere unir el pasado con el futuro y así construir nuevas hazañas y disfrutar más seguido de las alegrías deportivas. Se trata de los viejos arcos de madera que no sólo fueron parte de la historia grande de este club, sino que también formaron parte del paisaje de la última era dorada del fútbol argentino.
Fueron en definitiva los últimos arcos de madera en retirarse de las canchas del fútbol profesional. Ferro se aferró a ellos hasta donde pudo, ya que eran su marca de distinción, pero el fútbol moderno y ultra profesional venía a por ellos desde hacía varios años. “Siempre hubo resistencia de la gente del club a dejar de usar los arcos de madera. Nosotros queríamos quedarnos con las tribunas de madera y los arcos cuadrados, pero bueno la modernidad nos fue llevando por delante. Además, una disposición de AFA decía que los palos debían ser redondos y ya no más cuadrados y de madera”, explicó el presidente Daniel Pandolfi.
Durante el receso por el Mundial de Estados Unidos 1994, los arcos de madera fueron retirados para siempre y reemplazados por los de metal más convencionales que fueron estrenados el 24 de junio de ese mismo año con un empate 1-1 entre el local y Boca, con goles de Mario Pobersnik y Emiliano Romay en el rebote de un penal atajado por Germán Burgos a Sergio Martínez. En el compacto del partido en Canal 13 que se puede ver en Youtube, una particularidad: el relato de Mariano Closs.
Lamentablemente para Ferro, ese cambio de material en las porterías, más el cierre de ciclo de varias de sus leyendas, coincidió con el comienzo de tiempos muy difíciles, ya que seis años después y tras el Clausura 2000, en el que ganó dos partidos, empató dos y perdió 15, el equipo que había sido dos veces campeón del fútbol argentino se fue al Nacional B –su último partido en primera división fue casualmente ante Newell’s, en Rosario– y al año siguiente cayó a la B Metropolitana. Lo deportivo se correspondía con lo institucional, ya que las sucesivas malas administraciones derivaron en la quiebra del club en 2002, la que se levantó en 2014 gracias al aporte de los socios y la venta del defensor Federico Fazio a Sevilla.
Casi como la metáfora más cruel de la caída que sufrió el club de Caballito, los viejos arcos de madera estuvieron a punto de perderse para siempre y fueron encontrados bajo los escombros de la demolida platea de madera que daba las espaldas a la avenida Avellaneda. “Fue prueba de la desidia del club en la época de la administración judicial a la que no le importaba nada y que en vez de venir a ayudar y levantar los problemas del club nos generó 10 veces más problemas. Y no sólo eso, nos generó el robo de tablones y un montón de cosas porque nadie cuidaba nada. Por lo menos pudimos rescatar los arcos”, lamentó Pandolfi.