Desde 1995 cada veinticinco de octubre se celebra una jornada a nivel mundial dedicada a difundir las fortalezas de este alimento. La iniciativa surge a partir de un congreso realizado en la ciudad de Roma, donde entre otras consideraciones, decidieron que “las pastas” eran merecedoras de un día propio en el calendario” como para recordarlas año tras año, desde el reconocimiento de su sabor particular, de innegable legado cultural.
En nuestro país, esta jornada tan especial, tan evocativa de sentimientos, empezó a conmemorarse en 2008. Los estudiosos del tema señalan, no sin asombro, que se llegaron a servir nueve mil platos de pasta en una noche.
Cabe precisar que en la República Argentina, el consumo per cápita, aumentó de ocho a once kilogramos por año.
Sus orígenes se remontan a la antigua China, en las proximidades del Río Huang Ho. En Occidente, las primeras comidas de este tipo fueron elaboradas en la Península Itálica. La civilización Etrusca del siglo IX a.C. comenzó a prepararlas sobre la base de la trituración de cereales mezclados con agua, que luego eran llevados al fuego para su cocción.
Tanto en la Antigüedad como en la Edad Media, y hasta nuestros días, las pastas secas continúan siendo fáciles de transportar y de almacenar.
En cuanto a los beneficios que proporcionan al organismo, se destacan: los minerales como el magnesio, el calcio, potasio, fósforo, selenio, las vitaminas del complejo B-fundamentales para el desarrollo del sistema nervioso, componentes de fibra con alto poder energético, etc. Si bien aportan hidratos, son neutralizados rápidamente.
Existen alrededor de seiscientas formas de preparación y se encuentran divididas en tres grandes grupos de importancia: largas, cortas y rellenas.
En sopas, ensaladas, guisos, croquetas, con salsas-tuco, pesto, estofado- o sólo con aceite, queso o manteca, simples o rellenas, made in casa o de paquete, con o sin huevo/semolín: ¡son deliciosas! Y… ¿si le sumamos verduras o frutos secos? ¡Una alternativa ciento por ciento saludable!
Entre las variedades más solicitadas, se pueden mencionar: los fideos tallarines, ravioles, ñoquis, spaghetti, lasagna, agnolotis, canelones, sorrentinos, etc.
En nuestra Ciudad, en cada uno de los cuarenta y ocho barrios porteños, se pueden comer pastas exquisitas.
Un socio inseparable para tener en cuenta, tiene que ver con la elección de un buen Malbec o Cabernet Sauvignon para compartir de un encuentro sin apuro, ni horarios junto a los afectos…
¡Buen provecho!
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