Según un estudio realizado por el Ministerio Público Tutelar (MPT) perteneciente a la Ciudad de Buenos Aires, entre un 70 y el 80 % de los niños, niñas y adolescentes de entre 12 y 14 años, que participaron de una charla de la Sala de Entrevistas Especializada del organismo, los ayudó a entender que fueron abusados.
Además les dio las herramientas para poder ponerlo en palabras, luego de asistir a las clases de Educación Sexual Integral (ESI), que se lleva adelante en las aulas la sexualidad desde los derechos humanos y la perspectiva de género.
La asesora General Tutelar, Yael Bendel, dijo que “La ESI les dio información para comprender que fueron víctimas y, al mismo tiempo abrió un espacio de confianza en la escuela que les permitió contar lo sucedido”.
El informe reveló, luego de un análisis de las declaraciones de los chicos y chicas que fueron víctimas o testigos de delitos, que los chicos pudieron comprender que habían sufrido conductas abusivas, gracias a poder resignificar situaciones que vivieron, gracias a los conocimientos que se brindan en las clases de ESI.
“La población que viene a declarar tiene entre 3 y 4 años, y entre 12 y 14 años. En la franja de 3 y 4 años no hay diferencia por género. En cambio, en la de 12 a 14, casi el 70 por ciento son niñas”, explicó la titular del MPT.
Asimismo Yael Bender, señaló que en los relatos de los niños y niñas de 12 a 14 años, aparecen determinados patrones comunes, que guardan una relación con las conductas típicas de los abusadores, como lo son el desarrollo de una relación de confianza con sus víctimas, y de esta manera generar un vínculo que les permita llegar al abuso, luego de amenazas veladas y la manera de encontrar momentos donde se encuentren a solas.
Un detalle no menor, es que fue a partir de las clases de la ESI, que muchos niños aprendieran a reconocer el accionar de un abusador, y así, darse cuenta si ellos pudieran llegar a estar viviendo una situación parecida, o de riesgo.
Bendel manifestó que los niños y niñas “Entendieron los cuidados hacia ellos mismos, sobre su cuerpo, que hay conductas y tocamientos que no son normales y que constituyen abusos”, y añadió que “otro punto importante es que la mayoría logró contarlo en la escuela. Es decir, la ESI abrió un espacio de diálogo sobre estos delitos que les permitió, por un lado, entender qué les pasó, y, por otro, generar un espacio de confianza que les posibilitó contarlo”.
