Está ubicada en la calle Dolores a metros de la avenida Directorio, la apodaron “el Castillito de Floresta” que en medio de casas bajas sobresale, y si bien tiene un uso privado, los vecinos organizados en su defensa debido a su posible demolición lograron que obtenga una protección patrimonial.
Entre algunos datos que destacan a la vivienda del resto es que, desde afuera se observa el jardín, los ladrillos rojos, la cúpula, los balcones y su construcción que tiene más de 100 años se realizó con materiales traídos desde Europa.
El Castillito fue construido a comienzos del siglo pasado en un terreno que pertenecía a una chacra de familias de alta alcurnia. En aquel momento, los herederos de los grandes terratenientes fueron vendiendo las propiedades en parcelas, y esta casona pudo conservarse hasta la actualidad. Según describen los vecinos, la última venta de la vivienda fue en 2011 y por un valor aproximado de 300.000 dólares.
La casona fue un anexo a una de esas chacras y se construyó con estilo inglés, gótico y victoriano, con una cúpula hexaédrica que se antepone a un imponente tejado. Si bien los datos sobre su origen no son precisos, se estima que el arquitecto que la diseñó pudo haber sido el noruego Alejandro Christophersen que realizó sus obras más destacadas en la Ciudad de Buenos Aires y otras ciudades del país, y también de Uruguay. También se sospecha que el responsable de la obra pudo haber sido el mismo arquitecto del castillo de Felicitas Guerrero de la localidad de Domselaar.
En tanto, el historiador y presidente de la Junta de Historia y Cultura Floresta, Arnaldo Miranda Tumbarello, describe que “las tierras de la casa quinta pertenecían al antiguo partido provincial de San José de Flores, que con el tiempo fue teniendo núcleos urbanos como Caballito y Floresta, el barrio que surgió a la vera del ferrocarril. En 1808 esas tierras eran una chacra que pertenecían a Norberto de Quirno y Echandía, un lechero de origen vasco, muy famoso, que empleaba a más de 100 esclavos y estaba casado con María Manuela González de Noriega y Gómez Cueli, proveniente de una familia muy pudiente de aquella época”.
En el momento que fallece Quirno y Echandía se realiza la primera venta de la parcela donde se construyó más adelante la casona que pasó a manos de Vicente Celestino Silveyra, quien estaba casado con Antonia Vivot. Ambos apellidos pertenecían a familias de la alta sociedad, accionistas de los primeros bancos que se instalaron en la Ciudad de Buenos Aires, como el Banco de Italia y del Río de la Plata o los de origen alemán.
Como ocurría con los proyectos de la época de las familias adineradas, los materiales para levantar la casona llegaron de Europa, de Francia, Italia y Alemania. Postigones, pisos, balcones, puertas y vitraux fueron adornando El Castillito, que cuenta con habitaciones, cuartos de baños y hall de distribución en la planta alta; una típica sala de música, comedor y cocina en la planta baja y dependencias de servicio en otras áreas de la vivienda. El conjunto arquitectónico se complementa con un amplio jardín en el frente, con arbustos, rosales y otras plantas, donde hay bancos y senderos.
Si bien la propiedad de la calle Dolores cuenta con una protección patrimonial por su valor histórico lo que impide cualquier tipo de modificación sobre su estructura, en el año 2009 un proyecto la puso bajo amenaza. Esta situación provocó la reacción de los vecinos que se autoconvocaron para su preservación.
Ante la posibilidad de que la propiedad fuera vendida y demolida para darle paso a un nuevo emprendimiento inmobiliario, la agrupación Salvar a Floresta logró incluirla en la Ley 3056 que establece que todo edificio anterior a 1940 debe ser evaluado por su arquitectura y su valor patrimonial antes de autorizarse su demolición o su venta. Desde entonces El Castillito posee protección histórica por contar con elementos que son pasibles de ser declarados como bienes patrimoniales.
La acción vecinal logró, además, que el Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales del Gobierno de la Ciudad evaluara el caso. En junio de 2009, resolvió que la casona merecía su catalogación con Nivel de Protección Estructural atento a los valores urbanísticos-ambientales, arquitectónicos e históricos testimoniales que posee.
(71)