En el año 1943 un redactor de la revista Rojinegro tuvo la feliz ocurrencia de hacer una convocatoria para reunir a los filatelistas de Buenos Aires en un lugar céntrico y accesible; Caballito. Esto debería hacerse un domingo a la mañana para facilitar la presencia de la mayor cantidad de apasionados por el tema.
La propuesta del Parque Rivadavia parecía novedosa, por su carácter de público y a cielo abierto.
La respuesta inicial no debió ser muy importante. Aparentemente, no más de unos diez o doce coleccionistas debieron asistir aquel primer domingo, bajo el histórico y añoso ombú del parque. Sin embargo, a pesar de lo escaso de la convocatoria, aquello que fue una reunión de pocas personas interesadas en cambiar sellos postales y que respondieron a la invitación de la revista Rojinegro, fue la génesis de lo que terminó siendo un movimiento cultural que no se detendría y no dejaría de crecer hasta nuestros días.
Por ese entonces era muy evidente la presencia de coleccionistas extranjeros que llegaron a la República Argentina, muchos escapados de las persecuciones y la guerra. Entre ellos se destacaban diversos personajes de Ucrania, Alemania, Checoslovaquia y otras naciones de Europa Oriental, los cuales traían importantes colecciones en sus equipajes. Estos inmigrantes, sumados a la ya destacada presencia de coleccionistas argentinos, conformaron la columna vertebral de la incipiente feria. Llegaban con sus maletines, cajas y carpetas, exhibiendo sus colecciones sobre los bancos existentes en la plaza o sobre el piso mismo.
Con el tiempo, hacia los años 1958 o 1959, algunos «audaces» se atrevieron a llevar unas mesitas pues, el indudable éxito que se estaba evidenciando en la improvisada feria, hacía escasos los bancos que tenía el parque. También, por esas fechas fue construido el banco circular que rodea al ombú.
La Feria, no tenía por aquellos años el reconocimiento oficial de las autoridades de la ciudad, pero comenzó a formar parte, paulatinamente, de la geografía cultural de Buenos Aires. En revistas de la época, se publicaban artículos de divulgación donde se hace mención de su existencia. El éxito de convocatoria era, a esa altura, inocultable. Hoy, la Feria de Coleccionistas del Ombú del Parque Rivadavia, es la «madre» de todas la ferias pues, las de libros y revistas, surgieron algunos años más tarde.
Las primeras reglamentaciones que surgieron con el fin de ordenar su funcionamiento aparecieron durante la presidencia del Dr. Arturo Umberto Illia. En sus edictos se prohibía la venta de estampillas, autorizándose solo la operación de canje, lo cual solía complicar las posibilidades de obtención de los sellos. Pero muchos de los coleccionistas que llegaban al Parque no iban con intenciones de canjear sino, directamente, buscar aquella pieza faltante y adquirirla. Luego de Illia, la feria se movió con mayor libertad, permitiéndose no solo el canje sino con mayor frecuencia la compra y venta. Durante la dictadura militar (1976-1983), las autoridades procedieron a censar y ordenar a los asistentes a la feria, matizando estas actividades burocráticas con algún que otro «operativo» de las fuerzas de seguridad en búsqueda de supuestas acciones «subversivas» en el ámbito del Parque. Incluso, hubo alguna intención de derivarla a un espacio preparado bajo las nuevas Autopistas.
Pero más allá de las vicisitudes de esos años, la Feria continuó su vida y su crecimiento a la sombra del histórico ombú, que cobija los puestos y los ávidos visitantes.
Con los años la oferta se ha ampliado a otros items coleccionables, como: Medallística, tarjetas de Subte y telefónicas, distintivos, bo-tones de uniformes, pines, postales, boletos, etc.
Los domingos a la mañana concurren a la Feria también turistas interesados, así como algunas personalidades del quehacer cultural de la ciudad. Es conocida a nivel internacional ya que figura en innumerables guías y catálogos del exterior.
Según informaran desde la Comuna 6, el Histórico Ombú del Parque Rivadavia debió ser vallado ya que se encuentra enfermo y corre peligro, desde entonces los feriantes trasladaron sus reuniones que siempre se hicieron alrededor del ombú, a la vereda de la avenida Rivadavia.