Las crisis intensifican las estrategias para disminuir nuestros gastos para los útiles escolares, el transporte, el “comer afuera”, la vestimenta; la alimentación es también un tema importante cuando hablamos de gastos y salud familiar. Claro, esto es posible para los que todavía conservan ingresos más o menos dignos.
Cuando se achican los ingresos estamos más atentos a las ofertas, planificamos las compras, vamos a los mayoristas, compramos marcas con precios menores, además algunos intentan otros mecanismos, más grupales o comunitarios.
COMPRAS FAMILIARES Y COMUNITARIAS
Las compras para varios hogares unidos por lazos de parentesco o las comunitarias fueron comunes también en crisis anteriores. La cooperadora que va a los mayoristas por los útiles; los compañeros de trabajo; los amigos del club que van con una lista común al hipermercado, algún frigorífico de Mataderos, o más frecuentemente al Mercado Central de la Ciudad de Bs. Aires, son habituales. Hacemos la lista juntando los pedidos de cada uno, alguien pone el coche y otros compran. Después hay que distribuirlo; qué lindo momento para compartir una picadita, una cerveza o un buen mate.
ABARATAR EL CONSUMO
Bajar los precios es una preocupación también de los gobiernos, tratando de que la plata alcance para –al menos- cubrir las necesidades básicas. Programas hubo muchos y algunos -como “Precios cuidados”- tuvieron objetivos que fueron variando con las etapas y grados de acatamiento por los grandes grupos que controlan la distribución del 60-70 % de alimentos en el país. “Carne para todos”, “Pescado para todos”, “Fruta para todos”, etc. mostraron una clara preocupación: que los alimentos de primera necesidad lleguen a los que menos tienen; hay un buen aprendizaje al respecto.
Asociaciones vecinales, agrupaciones y partidos políticos también participaron y participan en estos intentos por abaratar el consumo popular, incorporando en algunos casos mecanismos de compra directa a productores de la economía social.
FERIAS y “BOLSONES”. NO TODO ES IGUAL
¿Por qué son tan caros los alimentos? Los productores no tienen la culpa porque cobran una mínima parte de lo pagado por el comprador; la mayor responsabilidad es de los intermediarios y grandes distribuidores.
Tres ejemplos: los precios de las verdulerías son 3 veces promedio superiores a los del Mercado Central; la naranja se la pagan a los productores a 1 $/kg y la manzana a 3 $/kg. En las verdulerías de los barrios hay márgenes de hasta 400% en los precios.
Si nos preguntáramos cómo se producen nuestros alimentos, encontraríamos que los agroquímicos (agrotóxicos o venenos) se usan indiscriminadamente en las quintas de verduras, con mínima capacitación y poquísimos cuidados; residuos de ellos permanecen en muchos de los alimentos que consumimos y afectan la salud de los consumidores. Esa es la causa por la que muchas familias empezaron a buscar alternativas para acceder a verduras más saludables…y a precios razonables.
En la última década se multiplicaron las experiencias que acercan productores y consumidores; las ferias y los bolsones son las más difundidas. El número de ferias supera las 800 en todo el país, mostrando diversidad, calidad heterogénea, oferta despareja y buenos precios. Hay ferias de todo tipo: algunas son sólo lugares de reventa; otras dónde predominan productores y emprendedores con sus propios productos.
Hay ferias organizadas por instituciones, programas públicos o empresas y otras auto gestionadas, “sin patrón”. Ese es el caso de la FERIA DEL PRODUCTOR AL CONSUMIDOR Y DE LA ECONOMIA SOCIAL en la Facultad de Agronomía, que además suma numerosas actividades académicas, culturales y artísticas.
Los bolsones son una experiencia más reciente: grupos de personas empezaron a organizarse para comprar directamente a los productores “bolsones” con 5 y 8 kilos de verduras de estación, producidos sin venenos. Para ello se formaron grupos o “nodos” de consumidores, que se vinculan con organizaciones de productores familiares o redes. Ganan los productores y sus familias –que no se envenenan al trabajar sin tóxicos- y venden directamente, a precio justo; también ganan los consumidores porque acceden a alimentos de calidad, sin tóxicos.
No todo es igual
Existen lugares que venden bolsones conteniendo verdura que, aunque se la denomine orgánica o agroecológica, generan muchas dudas sobre su origen; nadie sabe quién, dónde o cómo se producen. Muchos están mintiendo: encontraron una nueva forma de seguir haciendo negocio sin pensar en nuestra salud.
Eso no pasa con el BOLSON SOBERANO que desde hace dos años se comercializa cada quince días en la Facultad de Agronomía. Son “bolsones” con verdura lograda por productores que están dejando los químicos y avanzan hacia una producción de alimentos cada vez más natural y menos contaminante para el ambiente.
Las verduras que ofrece el Proyecto BOLSON SOBERANO se sabe quién, dónde y cómo se producen; son familias que están sosteniendo un complejo y riesgoso proceso de abandonar los agrotóxicos y avanzar en la transición agroecológica…y quien lo desee puede verificarlo. Si preguntamos quiénes, porqué, paraqué, dónde y cómo producen nuestros alimentos, en este caso las verduras, estaremos dando un gran paso en el cuidado de la salud, el trabajo digno y el ambiente.
(Destacado)
Compra de bolsones agroecológicos
Los interesados en integrarse para la compra de los bolsones soberanos pueden comunicarse con el grupo de la Facultad de Agronomía por su página de Facebook Bolsón Soberano o escribiendo un mail a [email protected] o [email protected].
Allí completan los siguientes datos: Apellido y nombre, barrio, cantidad de bolsones requeridos y reciben la información de la verdura que conforma cada bolsón, que se vende en dos tamaños, uno de 5 kilos y otro de 8 kilos.