30 de diciembre, 2021
«¿Por qué crees que es tan difícil para un gay encontrar pareja?» Llevo dándole vueltas a la pregunta que surgió en una cena hace un par de semanas.
Vaya por delante que no todos los gays somos iguales y que tampoco los heterosexuales lo tienen fácil, pero lo cierto es que ser gay en estos tiempos y conocer a alguien con quien construir una relación de pareja es algo mucho más complicado que pensar en cómo vestirse y elegir restaurante para la primera cita y ver qué pasa.
Conocer gente y levantar
cuando las dos personas que se conocen posiblemente caminan armados de cautelas
y desconfianza, con el corazón anestesiado y a menudo sin una referencia clara
de lo que debería ser una relación de pareja, hace que el proceso sea algo especialmente
complicado. Si a eso le sumamos la cantidad de testosterona en la ecuación, una
líbido de gatillo fácil y un entorno social que subraya la imagen y lo sexual,
resulta casi imposible no dejar escapar un pensamiento sexual en cualquier
situación de lo más cotidiano en el que un hombre gay conoce a otro hombre gay,
ya sea en el trabajo, el gimnasio, el metro o tomando una copa… Y nos
encontramos pensando con la entrepierna en más ocasiones de las que seguramente
imaginamos.
Además hoy es más fácil que nunca encontrar sexo, especialmente
para un gay. No porque en cualquier lugar de ambiente prácticamente el 100% de
los clientes podrían ser en un momento dado nuestra pareja sexual, lo que nos
da el doble de probabilidades que a cualquier hetero que sale a tomar una copa,
sino porque en la década de las app de contactos es más fácil tener sexo que
pedir una pizza.
Además muchos de nosotros hemos crecido en un contexto social
que nos ha bombardeado con sentimientos de presión, culpabilidad, vergüenza,
inseguridad, discriminación, etc. Y cuando hemos disfrutado y vivido nuestra
sexualidad libremente en ocasiones lo hacemos sin tener previamente resueltos
esos sentimientos, haciendo que entendamos y vivamos el sexo de un modo
diferente a como lo vive un heterosexual. Casi todos hemos tenido relaciones
sexuales en más o menos ocasiones como un ejercicio puramente físico y
placentero pero desprovisto de sensibilidad o emoción, algo absolutamente
alejado de la idea anhelada de encontrar a una pareja con la cual conectar y
compartir algo que trascienda. El sexo es genial y es más accesible que nunca
para un hombre gay, pero al mismo tiempo el sexo con contenido parece escasear.
Y eso nos lleva a una idea recurrente: decimos que queremos una
cosa pero en realidad hacemos la contraria. Queremos encontrar una pareja con
la que compartir algo más, pero mantenemos relaciones sexuales puramente
físicas y compulsivas.
Hemos crecido sin
una referencia o modelo que nos ayude a saber lo que se espera de nosotros en
una relación. Pero www.buenosairesinclusiva.com.ar
te estará dando una columna, o más, por semana con tips y ejercicios para
ayudarte a tener una relación sexo-afectiva; si es lo que estás buscando.
Los heterosexuales
han crecido y se han educado en un contexto social, educativo y familiar que
les ha transmitido unos valores y modelos de referencia. Ninguna sorpresa por
otro lado, pues vivimos en un mundo predominantemente heterosexual, así que
cuando nos salimos de la norma todo es posible y ampliamente opinable, no
existe un modelo o guía más o menos aceptable por todos. No existe un manual
sobre cómo vivir en pareja, pero si eres gay menos todavía. Quiénes somos, cómo
queremos vivir, a quién queremos conocer, queremos ser monógamos, qué tipo de
relación necesitamos, casarse o no casarse, hijos si o hijos no… Son cuestiones
y elecciones que vienen más o menos dadas para un hombre heterosexual y no
plantean grandes contradicciones, pero que a un gay le hacen debatirse con
facilidad entre la decisión de una vida de soledad consciente un día y la
búsqueda del amor al día siguiente.
Conocemos a alguien que nos atrae en todos los sentidos y de
repente nos encontramos ante lo fácil sin contenido o la inseguridad de lo
confuso. Bienvenidos a la vida interior de un hombre gay cualquiera que cada
día debe decidir en su fuero interno entre mantenerse los pantalones abrochados
y vivir en la confusión o bajárselos a cada oportunidad y renunciar a algo
auténtico.
Los gays hemos aprendido y desarrollo comportamientos y
herramientas para ocultar partes de nosotros mismos en diferentes situaciones,
ya sea por motivos laborales, sociales, familiares, etc. Lo que no es ni más ni
menos que una negación de nosotros mismos, con el coste personal y emocional
que representa estar habituado a mostrar en determinado momento solo una parte
de lo que somos. A nadie le gusta exhibirse vulnerable con otras personas, pero
cuando ese hábito se encuentra tan aprendido y automatizado, inevitablemente
representa una cautela que dificulta una relación de pareja.
Si, en mucha facetas
de nuestra vida a los gays nos cuesta admitir que la vida no es un camino de
rosas y a veces necesitamos un plus de energía para se honestos con uno mismo y
confiar. Doblemente si ya salimos anteriormente heridos de alguna relación.
De modo que en lugar de aprender a mostrarnos como realmente
somos y definir nuestra identidad en la adolescencia, o incluso en el inicio de
la vida adulta, no pocos viven su segunda adolescencia y no se permiten ser
ellos mismos y explorar su identidad hasta que alcanzan una edad adulta. Vivir
la vida, aprender, probar nuevas cosas, experimentar en un nuevo entorno lleno
de otros hombres gays, sexo diversión y drogas…