Vamos de ola en ola transitando por la emergencia sanitaria y como si esto no fuera suficiente: ¡Explotó el verano! Se vino la ola de calor. Con temperaturas desde hace mucho tiempo, no registradas en la Ciudad. En la playa se disfruta, pero en las callecitas de Buenos Aires, se sufre. Es también peligroso para la salud.
Según los informes del Servicio meteorológico Nacional (SMN), había anunciado en los comienzos de la semana, que para los días que están corriendo se preveía una ola de calor bastante elevada. Las temperaturas máximas estarían con registros entre los 35 y 42°C. Las mínimas establecerán su rango entre los 25 y 30°C. Este pronóstico está previsto hasta el sábado 15 de enero, por lo menos. Por lo visto, se está cumpliendo.
Ya el martes estuvo en los 41,1°C, a las 16.45 horas, la máxima, en un día muy complicado donde el alto consumo de electricidad y la situación de un cable de internet rozando alguna construcción, se prendió fuego una vivienda y produjo un importante cortocircuito en la zona de San Martín y alrededores. Afectó a gran parte de la población de la Ciudad y el conurbano. Con todos los contratiempos que implica no poder utilizar los ventiladores, aires acondicionados y heladeras con semejante temperatura.
Este registro se convierte en el segundo más alto, del que sufrieron los porteños en enero de 1935 y en diciembre de 1995, con 40,5°C. Hasta ahora, la históricamente más alta fue la del martes 29 de enero de 1957, hace 65 años con 43,3°C. Aclaremos que en estos casos anteriores no se informaba sobre la sensación térmica La cuál sería mucho más alta, todavía. Si se toma en cuenta todo el territorio de la República Argentina, la temperatura más alta fue la que se registró el 2 de enero de 1920 con 49,1°C en Villa de María del Río Seco en Córdoba.
Aquel martes 29 de enero de 1957, hace 65 años con 43,3°C, dejó 11 personas muertas y 100 con golpes de calor e insolación, debieron ser atendidos en instituciones médicas. También fue producto de una ola de varios días seguidos con altas temperaturas. Aquella Buenos Aires de esos tiempos era muy diferente a la de hoy en día. En realidad, cada rincón de mundo fue cambiando vertiginosamente. Algunos de los que habitaban esta ciudad por esos años, suelen comentar como se vivían las situaciones de clima riguroso en extremo. En este caso, con el calor tan alto, las opciones eran muchas menos que las actuales.
Simplemente no había aire acondicionado, por lo menos en forma masiva. Se arreglaban con ventiladores. Que movían el aire caliente dentro de cada ambiente. Tenían la ventaja que la Ciudad contaba con muchos menos edificios de altura y los barrios estaban llenos de esas casas tipo chorizo. Con amplios patios y jardines. Seguramente eran viviendas más frescas y ventiladas. Lo que ayudaría para soportar las inclemencias del clima. Gente que estuvo presente en aquella ocasión, relata que el comienzo del día los sorprendió con 26,6°C. Llegando a las 15 horas alcanzó los 43,3°C.
La más alta de la historia de nuestra ciudad. Al final del día descendió a los 29°C. La ola comenzó el domingo anterior con una máxima de 39,5°C, el lunes con 39,3°C y el martes a los mencionados 43,3°C. Mojaban las paredes de los patios, que eran las exteriores de sus habitaciones, para enfriarlas. De paso se mojaban entre los familiares y algún amigo que aparecía. Al mal tiempo buena cara era la consigna.
Resultaba muy común también, que en esas noches calurosas apelaban a sacar el colchón al patio, balcón o terraza, de acuerdo a lo que se disponía y dormían contemplando las estrellas en la fresca nocturna de esos días, transcurridos y superados. El desahogo llegaba los fines de semana donde se acercaban a la costa del Río de la Plata y se bañaban y refrescaban en las aguas de los balnearios.
Que en ese entonces estaban habilitados. No se sabe si es porque no estaban contaminadas o porque simplemente, lo desconocían. Estaba el balneario de la Costanera Sur, frente al monumento de Lola Mora, donde concurrían infinidad de porteños. Hacia el norte, existían unas piletas olímpicas muy buenas en las veredas del Aeroparque, un poco más adelante la pileta de Núñez, el actual Parque Norte.
Por esa época era como un reservorio de agua del Río de la Plata con piso de barro. Igualmente se metían para refrescarse y divertirse. Enfrente a esta, sobre el río se bajaba por unos escalones. Allí también se utilizaba el lugar como playa. Son algunas de las historias del viejo Buenos Aires. es difícil determinar qué tiempo habrá resultado más amigable para disfrutar de la vida.
Por Francisco Grillo
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