El Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires invita a la inauguración de la exposición La paleta del Restaurador, dedicada a Juan Manuel de Rosas, que tendrá lugar el sábado 5 de octubre a las 12 en el Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio de Saavedra (Crisólogo Larralde 6309). Actividad gratuita.
Esta exhibición forma parte del eje Color del programa anual Narrativas Cruzadas, un proyecto de la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco histórico mediante el cual se interrelacionan las distintas formas de entender las dinámicas artísticas que atraviesan las colecciones de los Museos de la Ciudad con las nuevas muestras y el público.
En tiempos de Juan Manuel de Rosas (1829-1832 y 1835-1852), el color rojo se extendió con su presencia y su fuerza simbólica por toda la Nación. “La paleta del Restaurador” muestra, por medio de diferentes objetos que integran la colección del Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio de Saavedra, las formas que adquirió la propaganda política del rosismo tanto en el espacio privado como en el público. Esta muestra, que cuenta con la curaduría de María Lía Munilla Lacasa, se extenderá hasta el 1 de marzo de 2020.
“La exhibición La Paleta del Restaurador cuenta la historia argentina en el período del Gobernador Juan Manuel de Rosas, la imposición del rojo punzó -distintivo federal- y objetos con la inscripción ‘Federación o Muerte’, entre muchos del período. Podemos disfrutar y descubrir momentos decisivos en la formación del país a través de colores, objetos y relatos históricos”, señala Juan Vacas, Director General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico de la Ciudad.
Cuando el decreto del 3 de febrero de 1832 dispuso el uso de la “divisa punzó” como norma, la ciudad comenzó a teñirse de rojo, color que identificaba a quienes adherían al gobierno de Rosas. No sólo los hombres estaban obligados a lucir la consigna “Federación o Muerte” en cintas rojas sobre sus pechos. También las mujeres debían exhibir su adscripción a la causa federal por medio de tocados de flores o moños rojos en sus peinados. Numerosos retratos al óleo de miembros encumbrados de la sociedad argentina dan cuenta de esta práctica. Otras prendas de uso personal también debieron sujetarse a la norma: chalecos, galeras, guantes, abanicos y peinetones se sumaron al concierto de soportes que vitorearon al Gobernador.
LA CULTURA MATERIAL Y VISUAL EN LOS TIEMPOS DE JUAN MANUEL DE ROSAS
Juan Manuel de Rosas (1793-1877), nacido como Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas y López de Osornio, fue un militar y político argentino que ocupó la gobernación de la Provincia de Buenos Aires en dos oportunidades: primero entre 1829 y 1832; más tarde entre 1835 y 1852. Después de un período complejo en el que dominaron los enfrentamientos entre unitarios y federales que ensangrentaron el país, Rosas asumió como gobernador bajo el título
de “Restaurador de las Leyes”. Más adelante, y luego de realizar una expedición al interior del territorio con el fin de pacificar las fronteras con el indio e incorporar tierras productivas a la provincia (la llamada “Expedición al Desierto de 1833”), fue elegido Gobernador por segunda vez, etapa en la que dispuso de instrumentos políticos excepcionales llamados “facultades extraordinarias” que le otorgaron una cuota muy alta de poder.
En “La paleta del Restaurador”, el Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio de Saavedra da cuenta de las estrategias encarnadas en la cultura material y visual de esa época para lograr la adhesión política. La multiplicación del retrato de Juan Manuel de Rosas en muy diversos soportes se convirtió en otro recurso de pedagogía muy eficiente. El Restaurador fue pintado en diversos formatos: en miniatura o sobre tela, de pie o sedente, de busto o de cuerpo entero, exhibiendo en sus vestimentas su condición de militar o de gaucho pampeano.
La litografía, una técnica de reproducción mecánica de imágenes y textos que utiliza la piedra como medio, fue una eficiente aliada en la circulación del rostro de Rosas. Incontables retratos sobre papel fueron vendidos a muy bajo costo. Asimismo, su rostro y el de su esposa Encarnación Ezcurra fueron impresos sobre banderas, pancartas, jarrones de cerámica, cajas de tabaco y muchos otros objetos de uso ordinario. El retrato del Restaurador habitó la vida cotidiana de los argentinos por más de veinte años.
El Centro Materia de la Universidad Nacional de Tres de Febrero -dirigido por las Dras. Gabriela Siracusano y Marta Maier, ambas investigadoras del Conicet- realizó los estudios histórico-químicos sobre las prendas y objetos que integran la colección dedicada a Juan Manuel de Rosas. Los ensayos permitieron identificar, por primera vez, los materiales que se usaban para lograr el rojo punzó.
¿Qué es el rojo punzó?
El rojo punzó es un color rojo intenso, como encendido. La palabra punzó proviene del latín puniceus, que refiere al color rojo escarlata, color del paludamentum o manto que vestían los generales romanos. En francés se lo denomina ponceau. El Diccionario Universal de Antoine Furetière, publicado en Rotterdam en 1690, dice al respecto: “Punzó (Ponceau) significa también un color rojo muy oscuro. La cinta más cara es la cinta punzó (ponceau), teñida del
color del fuego. Se le ha dado ese nombre por la flor de la punzó (ponceau) o amapola, que es muy roja”.
Casi un siglo más tarde, en 1788 el Diccionario castellano que publica en Madrid Esteban Terreros y Pando decía del rojo punzó: “Es un color de fuego muy vivo”. En sus Apuntamientos para la historia natural de los páxaros del Paragüay y Río de la Plata publicados en 1802, Félix de Azara -naturalista español- identificaba a las habías rojas, una suerte de zorzales de cejas de color punzó, “el más bello, encendido y puro que pueda verse”, que habitaban las tierras del Paraguay.
Para 1925 encontramos en el Gran diccionario de la lengua castellana, de Aniceto de Pagés, una alusión al rojo punzó ya como un adjetivo rioplatense: “Punzó. (del fr. Ponceau, amapola silvestre y su color): m. color rojo muy vivo. -Punzó adj. Riopl. De color de amapola”.
¿Cómo se obtenía este color?
A principios del siglo XVII químicos holandeses comenzaron a producir diferentes variedades de tintes rojos para el teñido de telas. Así, Cornelis Drebbel crea un rojo que combinaba la cochinilla con el estaño. El monopolio de este colorante era mexicano. La cochinilla se usaba para teñir uniformes militares, así como para las telas de los aristócratas y las élites urbanas.
Los rojos escarlata ganaron popularidad en la corte francesa de Luis XIV y se usaban también en los gobelinos en París. Para fines del siglo XVIII y principios del XIX se siguió comerciando la cochinilla mexicana, aunque de a poco fue mermando su presencia. Para 1820 se comenzó a consumir mayormente la de Guatemala y Canarias.
¿Qué es la cochinilla?
La cochinilla (Coccus cacti o Dactylopius coccus, Dactilopius confusus u Opuntia exalta, de acuerdo a las diferentes regiones donde se criaba) es un insecto de origen americano que vive en los nopales y, procesado, brinda un color rojo intenso. Llamada nochetzli en tiempos prehispánicos, esta especie recibe también el nombre de grana o grana fina. Provenía de varias regiones de México y Centroamérica (Guatemala y Honduras), siendo la más valiosa la
de Oaxaca. En Sudamérica se criaba en zonas de Ecuador, Venezuela, Perú y Brasil. Dentro de Argentina, en la provincia de Tucumán.
Hacia principios del siglo XIX, el naturalista bohemio Tadeo Haenke (1751-1817) destacaba, en la sección “Comercio e Industria” del Telégrafo Mercantil, su aprovechamiento para el Río de la Plata y alertaba acerca de los beneficios que su adquisición podía traer a la región. Junto con el uso que le daban los pintores, fue sumamente importante el que le dio la industria pañera a esta especie tributaria.
Prensa, Museo Saavedra, Gobierno de la Ciudad
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