Por Cecilia Stepsys
Elías Castelnuovo. Fue un novelista, cuentista, poeta, ensayista y periodista uruguayo. Nació el 6 de agosto de 1893 en Montevideo, Uruguay, y murió el 11 de octubre de 1982 en Buenos Aires, Argentina.
Elías Castelnuovo tenía doce años cuando su familia se radicó en Buenos Aires. Desde los doce años ejerció los más diversos y humildes oficios, para desempeñarse finalmente como tipógrafo y linotipista. Cuando la generación literaria de 1920 se escindió en los grupos de Boedo y Florida, Castelnuovo, que ya había definido su vocación de escritor, no tuvo margen para la duda. Fue el principal impulsor de aquellos que se nuclearon en torno de la calle Boedo (Roberto Mariani, Leónidas Barletta, José Portogalo, Raúl González Tuñón) en oposición a los que se reunían en Florida. Fundador del grupo literario Boedo, polemista inagotable y astuto, periodista, poeta y militante anarquista, su vida es, de alguna manera, el resumen de un siglo convulsionado. La apasionante revisión de una época todavía vigente para la literatura nacional. Toda su carrera literaria, periodística y política la desarrolló en Argentina, por lo que se lo considera dentro de la literatura argentina, de la que es uno de sus representantes más destacados.
Tuvo una infancia de completa pobreza y realizó los más diversos trabajos para poder sustentarse. Desde muy joven, se incorporó al Partido Comunista convirtiéndose en un activo militante. Años después, renunció al partido para aproximarse al peronismo y tomar una posición política en la izquierda nacional. Perteneció y fue uno de los fundadores del Grupo de Boedo, formado por escritores de izquierda y que impulsaban una literatura de realista y de contenido social.
Castelnuovo fue un gran polemista y un hombre de ideas claras. En su obra se reflejan esas características de su persona. Los personajes que transitan sus narraciones son pobres, humildes, seres sufridos y marginales. Por completo convencido de que el arte debe cumplir una función social, utilizó la literatura como medio para denunciar las injusticias sociales. Tinieblas (1922); Malditos (1924); Entre los muertos (1925) y Calvario (1956) son cuatro de sus libros de mayor trascendencia. Elías Castelnuovo —una de las glorias de la literatura argentina— con 82 años más que vividos hizo gimnasia diariamente, subía y bajaba escaleras, comía lo que quería, escribía y leía sin cesar, se jactaba de ser el plomero, carpintero, gasista, albañil y arreglatodo de su casa y dormía ocho horas diarias pues para él «no hay insomnio que valga».
Caltelnuovo es un personaje: una especie de Quijote injertado para protagonizar activamente esta época.
Allá por el 23. Sucede que en una casona de la calle BOEDO al 800 funcionaba una imprenta y tres editoriales: Claridad, Victoria y Las Grandes Obras. Era como un conventillo administrado por los imprenteros Lorenzo Rañó y Antonio Zamora. Y ahí se reunía el grupo BOEDO, donde sacaron la revista DINAMO, que fue el órgano de difusión de sus obras.
Por un concurso literario que organizó el diario La Montaña. La página literaria la dirigía el poeta Juan Pedro Calou, un tipo lamentablemente olvidado, que murió muy joven, como se estilaba entonces, de tuberculosis. Los premios en poesía fueron para Mario Fíngueri y Álvaro Yunque. Y en prosa gano Castelnovo el primer premio, el chileno Manuel Rojas el segundo, Leónidas Barletta el tercero y Roberto Mariani el cuarto. Ahí se conocieron, en la entrega de premios, y Zamora los alentó para que se unieran..
“Yo no creo eso de que uno es revolucionario a los veinte años, progresista a los cincuenta y reaccionario a los ochenta. Yo fui revolucionario en todas las edades, y lo seguiré siendo hasta el último de mis días, sólo que soy más consciente. Es una cuestión de conducta, de convicción”. Nací pobre, viví pobre y voy a morir pobre. Fiel a mi clase.
Este es un breve relato de la vida de un poeta que encontró en BOEDO, su lugar en el mundo y que demostró que mas allá de la pobreza, la falta de recursos, de muchas necesidades que paso, jamás bajo los brazos, sus valores, sus ideales y sus convicciones nunca fueron manchados ,ni vendidos, como tal vez hoy en día parece corriente hacerlo. Un ejemplo a seguir, Don Elías.
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