Por Clr Silvia Rolandi*
“El silencio es tan necesario como el aire que respiras, como la luz para las plantas. Si tu mente está repleta de palabras y pensamientos, no te quedará espacio para vos.”
Thich Nhat Hanch
Cuando hablamos de silencio, lo que hacemos, en principio, es hacerlo de la ausencia total de sonido. Esta ausencia de sonido puede y de hecho se utiliza en muchos momentos de la vida cotidiana y tiene valor para comunicar algo. Por ejemplo, si estamos en silencio con una persona que apreciamos y la miramos a los ojos, ese silencio puede generar una sintonía con quien esta frente a nosotros.
Otra forma de silencio es el tolerante, que se produce para evitar conflictos ante una agresión verbal. El silencio cómplice es el que se da ante conveniencias oportunistas. El silencio responsable es aquel que se hace ante el desconocimiento de algo.
Es decir, el silencio, en todas sus manifestaciones, siempre comunica.
El silencio reflexivo nos permite una pausa, para poder incorporar un dato o información nueva, e incluso revisar como estamos transitando los momentos de la vida.
Vivimos en un mundo que nos invade con disparadores externos, como los teléfonos celulares, casiuna extensión de nuestro cuerpo y no nos permiten disfrutar de una parte importante de la comunicación: el silencio.
Entonces, que reflexión hacemos sobre las bondades del silencio.
¿Cuántos minutos al día dedicas a estar en silencio de verdad?
Al entrar en el silencio, todas las emociones afloran con gran claridad... algunas pueden ser muy bellas y otras no tanto, nos incomodan.
¿Tenemos miedo de estar en silencio?
Cuando escuchamos música, leemos un libro o un diario no lo hacemos para recibir información. A menudo lo hacemos de forma mecánica, quizá por haber adquirido esa costumbre o por querer “matar el tiempo”.
Si nuestra mente está repleta de pensamientos y palabras, no podrá estar clara y tranquila, no podremos ver nuestro verdadero ser, ni su profundidad.
Incorporar el silencio para estar con nosotros es fundamental para que, internamente, nos quede espacio, para no ser consumidos por el ruido externo.
El alimento sensorial que consumimos, afecta lo que sentimos, va directo a nuestro cerebro.
La mayor parte del ruido que nos rodea nos dice qué deberíamos estar haciendo, en qué consiste el éxito y quienes deberíamos ser. Por culpa de todo ese ruido, pocas veces prestamos atención a nuestro deseo verdadero que existe en nuestro interior.
Los silencios tienen un propósito personal en cuanto a las elecciones en la vida, así como en la comunicación con los demás.
El silencio puede ser clave para encontrar belleza en las comunicaciones interpersonales, así como para admirar determinadas cosas que son demasiado hermosas para que las palabras hagan justicia con ellas.
En cuanto a lo personal, el silencio nos aporta energía y recarga nuestra mente, nos brinda la posibilidad del auto escucha, nos proporciona la posibilidad de reflexionar sobre nuestro camino en la vida, nos acerca a la esencia de nuestro ser.
Dios se conoce en el silencio. Se manifiesta en el silencio. Meditar, hacer silencio, reflexionar, te lleva a conocer-te.