Por Cecilia Tarling*
El mes pasado nos maravillamos re descubriendo que “el reino de Dios está dentro de nosotros y que consiste en la justicia, la paz y la alegría, todo aquel que posee estas virtudes está, sin duda alguna, en el reino de Dios”
Los padres y madres del desierto del S III, que poco a poco se nos van haciendo familiares, nos decían que “el fin es el reino de los cielos o reino Dios y el camino, la pureza de corazón”. Hacia allí vamos hoy, a descubrir como a través del silencio es posible develar las virtudes, que, gracias al Espíritu, viven puras en nuestro corazón.
John Main, monje y sacerdote benedictino inglés del S XX fue uno de los místicos que redescubrió la oración del silencio para la tradición occidental y comenzó a enseñarla a pequeños grupos. En su libro “De la palabra al silencio” nos dice “Casi todos deberemos conectarnos con nosotros mismos antes de poder volcarnos abiertamente a nuestra relación con Dios. Dicho en otras palabras, podemos decir que primero debemos encontrar, expandir y experimentar nuestra propia capacidad para la paz, la serenidad y la armonía, para luego comenzar a apreciar a nuestro Dios y Padre, que es el autor de toda armonía y serenidad.
El camino de la Meditación
La meditación es el sencillo proceso por medio del cual nos preparamos, en primera instancia, para estar en paz con nosotros mismos y entonces ser capaces de apreciar la paz de la divinidad en nuestro interior. La perspectiva de la meditación que anima a la gente a relajarse, a resguardarse de todas las presiones de la vida urbana moderna, no es esencialmente incorrecta en sí misma.
Pero si ésta es su única razón de ser, es una perspectiva muy limitada porque, cuanto más nos relajemos y cuanto más meditemos, tendremos mayor conciencia de que la fuente de nuestra calma, recién descubierta en nuestra existencia cotidiana, es, precisamente, la vida de Dios en nuestro interior.
El grado de paz que posemos es directamente proporcional a nuestra percepción de esta realidad, un hecho perteneciente a la conciencia humana, común a cada hombre y mujer. Sin embargo, para darnos cuenta de esta circunstancia como una realidad presente en nuestra vida, debemos decidir estar en paz”.
Como iniciar este camino hacia el silencio “He aquí lo que has de hacer. Eleva tu corazón al Señor; con un suave movimiento de amor, deseándolo por sí mismo y no por sus dones. Centra tu atención y deseo en Él y deja que sea ésta la única preocupación de tu mente y tu corazón.
Haz todo lo que esté en tu mano para olvidar todo lo demás, procurando que tus pensamientos y deseos se vean libres de todo afecto a las criaturas del Señor o a sus asuntos tanto en general como en particular. Quizá pueda parecer una actitud irresponsable, pero, créeme, déjate guiar; no les prestes atención. Lo que estoy describiendo es la obra contemplativa del espiritu.”
“Si quieres centrar todo tu deseo en una simple palabra que tu mente pueda retener fácilmente, elige una palabra breve mejor que una larga. Palabras tan sencillas como «Dios» o «amor» resultan muy adecuadas. Pero has de elegir una que tenga significado para ti. Fíjala luego en tu mente, de manera que permanezca allí suceda lo que suceda.
Silencio y simplicidad
Esta palabra será tu defensa tanto en la guerra como en la paz.” “Si tu mente comienza a intelectualizar el sentido y las connotaciones de esta «palabrita», acuérdate de que su valor estriba en su sencillez. Haz esto y te aseguro que tales pensamientos desaparecerán. ¿Por qué? Porque te has negado a desarrollarlos discutiendo con ellos.” (La nube del no saber S XIV autor anónimo)
Ya podemos comenzar. Silencio, quietud y simplicidad van a ser nuestros pilares en este camino y nuestra mirada, en la vida de todos los días, va a transformarse ya que le estaremos dando cada vez, más y más lugar al amor en nuestro corazón.
Eso que nos parece imposible en nuestra ruidosa sociedad, estar atentos, escuchar al otro, escucharme, va a ser parte de nuestra vida, como seguramente en algún momento lo fue.
Escuchar, escucharme, escucharlo… de eso hablamos la próxima.
*WCCM Argentina