31 de diciembre, 2020
La pregunta que todxs, o casi todxs nos hacemos es ¿Cómo será el año que comienza esta noche? ¿Con el año viejo se irá la pandemia? O es un solo un deseo… Como cantaban los Beach Boys “Sólo dios sabe nuestros destinos…”, pero lxs que no creemos en dios, como es mi caso ¿Qué hacemos?
En la mitología romana había un dios que se llamaba Jano. La particularidad, es que tenía dos caras, una que miraba hacia el pasado, y otra que miraba hacia el futuro. Para Jano no había presente; el presente era apenas el fugaz instante que divide lo que se fue, de lo que viene, sin fijarse ni detenerse en ninguno de los dos tiempos.
Era el dios de las puertas, el dios de los comienzos y de los finales. Por eso le fue consagrado el primer mes del año: Enero.
Quizás esta representación del dios Jano con los dos rostros define la historicidad humana.
Estamos en las vísperas que separan el pasado del futuro, que separan el 2020 del 2021, estamos en el umbral de los cambios y de las transiciones.
Que podamos en este año nuevo, con nuestros años viejos, hacerlo un poco más justo y más inclusivo. Que los pobres de la tierra puedan encontrar puertas abiertas para recorrer la historia, para comenzar y finalizar con dignidad lo que intentemos como pueblo.
Que las vacunas sean de todos y la salvación un derecho.
Que comer no sea un milagro y vivir bajo un techo no sea una utopía.
Que los dogmas abdiquen frente al gozo y que la libertad sea el lugar de los encuentros para consensuar la alegría. Por el ex cura Adrián Vialis.