noviembre 21, 2024
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DESPUÉS DE 40 AÑOS HABLA CARLOS Y ENCONTRAMOS LA PIEZA QUE FALTABA PARA EL ORIGEN DE NUESTRAS LUCHAS LGBT

24 de diciembre, 2021

EL STONEWALL CRIOLLO

Por Facu Soto

Encontramos
el eslabón perdido, la pieza que faltaba para reconstruir cómo fueron los
inicios de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina), que poco se sabe. La
leyenda decía que todo comenzó con una detención masiva –que en 1983, meses
antes de comenzar la democracia- se habían llevado a más de 200 personas en un
baile que había organizado Balvanera al Sur, uno de los pocos lugares gay que
había en la época. Pero nadie, durante casi 40 años, pudo hablar con los dueños
del lugar y saber qué fue lo que había pasado. Buenos Aires Inclusiva encontró
–por fin- a uno de sus dueños para que nos cuente por primera vez –y en
exclusiva- lo sucedido aquella trágica noche.

Lla musicx y poeta Luz Galathea nos cuenta cómo era el panorama social, en relación a las travestis, los prejuicios y la interacción con la comunidad gay por aquellos años cuando se buscaba recuperar la democracia.

Un viernes a la noche cuando Balvanera al Sur funcionaba como restaurante de comida francesa, en los años 80s.

El
salón bailable

Carlos C., de 66 años,
junto a Ricardo, su pareja de ese momento, y Oscar, el tercer socio fueron los
dueños del salón bailable Balvanera al
Sur
, ubicado en una casa antigua de la calle Moreno 2867, en CABA. Desde
1980 a 1984 fue un bar muy conocido para las personas LGBT, cuando la Argentina
todavía estaba bajo la dictadura militar y en vísperas de recuperar la
democracia.

Balvanera funcionaba como
restaurante de comida francesa, inaugurado el 20 de diciembre de 1980,  y el único día que no abrían sus puertas eran
los domingos, dando origen a las fiestas.

La  voz de Carlos suena como las orquestas de
música clásica que pone de fondo en nuestros encuentros. Por momentos sus
palabras parecen pender de un hilo, como un adagio, y en otros caen en cascadas
como un trino.

Carlos dice: “Como nosotros éramos gays, nos vimos tentados a hacer alguna reunión gay, de tanto en tanto”. A las primeras fiestas de los domingos concurrían veinte personas, después los bailes fueron creciendo de forma vertiginosa -en un país gobernado por los militares- donde no se podía salir de noche. “Si veían a dos hombres solos: eran perseguidos y llevados presos por sospecha de homosexualidad… Hubo que empezar a tener muchísimo cuidado. Yo soy descendiente de familia de policías y tuve que hacer arreglos con ellos. Con esa premisa siguieron los bailes en Balvanera. Se hacían uno cada dos semanas y el sistema de convocatoria era telefónico. Se solía llamar desde las cabinas públicas de Entel y no se decía que había baile sino una reunión, porque estábamos perseguidos en un sistema donde todo estaba controlado y nada se podía hacer… Las fiestas se hacían a puertas cerradas. Si llegaba algún desconocido tenía que venir con alguien que nosotros frecuentáramos, para dejarlo pasar”.

Carlos, uno de los dueños de Balvanera al Sur, pionero en crear un ambiente de diversidad, antes de que se creara el mítico boliche Contramano.

Las
fiestas

Los domingos era bailables,
y otros con cena y show donde Balvanera podía albergar entre 250 a 300 personas.
Los primeros bailes fueron temáticos: “Del talle dorado”, “Del Spaghetti”, no
faltaron los “Bailes de disfraces” con trajes prestados del Teatro Colón, alguien
que trabajaba ahí los sacaba a ventilar los domingos, “El baile del teléfono” y
después vino “Los encuentro a través del telegrama”; donde entregábamos números
para ponerse en la camisa -el tema de dar los nombres seguía siendo un tema
complicado- para que el locutor, en la avanzada noche, pudiera leerlos”. Un
amigo trabajaba en el Correo Argentino y llegaba con cientos de telegramas para
que la gente se comunicara y conocieran; porque había mucha gente tímida…”.

La idea surgió de los
dueños, al observar que a muchxs hombres les costaba acercarse a otrxs. El
juego generó parejas que duraron décadas, así como también enganches de horas.

En uno de los bailes del domingo, a mediados de 1983, hubo una pelea en el salón. “Una chica travesti se peleó con otra. Una de ellas rompió un vaso de whisky contra la mesa, le quiso cortar el cuello a la otra. No es lo que sucedía con frecuencia. La que tenía el vaso roto se llamaba Diana. El lugar sentó precedente porque hubo que sacarla. Fue un disgusto pero quedó ahí, pudo haber sido una desgracia…”.

Balvanera al Sur en los años 80s.

10
de septiembre, 1983: La fiesta del sombrero

Cuando faltaban pocos días para votar y recuperar la democracia, cuando Charly todavía no había publicado “Clics modernos” -y no se había cortado el pelo- faltaba un año para que el disco debuto de Soda Stereo saliese a la calle, cuando no existía el Parakultural y Mercedes Sosa hacía menos de un año que había vuelto de su exilio a la Argentina para tocar en el Opera, con los ecos de la guerra de Malvina en las cienes, los dueños de Balvanera programaron una fiesta que llamaron: “El baile del sombrero”. Se llevó a cabo el 10 de septiembre de 1983 en “La casona de Ricardo”, en Belgrano. Carlos, Ricardo y Oscar alquilaron esa locación porque iba tanta gente a Balvanera, que ya no entraban en el salón. La fiesta contó con la difusión, de boca en boca, con llamados telefónicos y superó la concurrencia que se esperaba.

“Fue un baile muy
grande y aventurero para el gobierno militar que todavía teníamos, pero nos
animamos… No paraban de llegar invitados con sombreros rarísimos… La gente
estaba muy contenta, por el aire de libertad que ansiábamos volver a tener. El
DJ era muy bueno, los tragos también.

¿Qué
pasó?

A la una y media de la
mañana, estando yo en la puerta, llegó esta travesti –Diana, la que había
intentado clavarle el vaso roto a otra chica- dispuesta a entrar. Cuando quiso
ingresar yo me plante que no, quizás estuve muy terco, no lo sé; yo ese día
estuve convencido que hice bien en no meter al baile a una persona que se puso
como loca, y que era capaz de clavarle un vidrio en el cuello a otra. Yo le
decía que no, que no iba a entrar, y ella que sí. Venía con dos o tres personas
más. Después de un tire y afloje me sentenció con el dedo, acusatorio en alto,
y a los gritos me dijo: ‘Nunca más vas a volver a hacer un baile en Buenos
Aires’. Yo le dije: ‘Andá… que te cure Lola’, y seguí adelante. Ella se fue.
Siguió entrando gente y a eso de las dos y pico de la mañana veo algo raro en
el pasillo, donde se acumulaba gente. Yo veía los sombreros extravagantes que
se ponían y en un momento le digo a alguien: ‘Que cosa, che, estas locas no
tienen límites. Mira vos, estos desgraciados vienen a La fiesta del sombrero
con la gorra de la policía’, y me reía… 
Fue una sorpresa ver que, cuando lograron llegar al salón, metiéndose
entre la gente, no eran locas sino un equipo de policía: un inspector, un jefe
de zona, había de todo… Nos dijeron a los gritos que parásemos la música y
prendiéramos las luces. Fue el procedimiento, el 10 de septiembre del 83, pero
con la escuela de diez años antes, del 73”.

Carlos se queda callado y llora. Me pide con un gesto de la mano que pare de grabar y tarda unos minutos en recomponerse sin decir nada. Después de un momento de introspección, dice: “Dale, sigamos… Cuando salí a la calle no podía creerlo: había un operativo que abarcaba un par de cuadras, con colectivos de la línea 60 y 21, más los camioncitos de ellos estacionados en doble mano… Habían cortado la calle para llevarse a todos…

Hubo
gente que se asustó mucho…

Sí, y que saltó por las ventanas cayendo a los jardines linderos. Hubo quién se rompió la pierna y se lo llevaron en ambulancia. A mí me trataron como a un duque, porque era la persona que estaba a cargo del lugar; pero a los demás los trataron mal.

¿Qué
hiciste?

Después fui y me presenté, pero no me procesaron porque tuve suerte… Se habían llevado como a cuatrocientas personas. A mí tenían que haberme procesado por responsable, y sin embargo no lo hicieron… No les da la cabeza, ni la instrucción, y eso no cambió mucho en nuestros días…

La noticia, de la detención de personas de divergencia sexual, apareció en primera plana de todos los diarios. Acá el del diario Clarín en 1983.

El
movimiento antecesor de la CHA

Al poco tiempo de este
incidente se creó un movimiento de lucha política por los Derechos y el Respeto
a la Diversidad que se llamó “10 de septiembre”.

“Era un movimiento de
reivindicación y al mismo tiempo de protesta por los Derechos Gay, que con el
advenimiento de la democracia dio lugar a la CHA. Algunos de los que estuvieron
en este grupo fueron los que iniciaron y crearon la CHA, como Carlos Jáuregui
que era cliente nuestro, habitué de Balvanera.

¿Tenías
trato con Carlos?

En esa época Carlos no
era la figura reconocida que es hoy. Tenía trato con él como con cualquier otro
comensal. Me acuerdo más de Jorge Valmont que fue uno de los primeros
transformistas del país. Después, cuando me fui a vivir a La Patagonia con mi
ex pareja, y veía que estaba en la tele, le decía: ‘Ah, mirá, ¿te acordás de éste
que iba siempre a Balvanera?’.

¿Formaste
parte del grupo “10 de septiembre”?

Yo tenía amigos
activistas y me enteraba de muchas cosas, pero yo me encerré. Después, cuando
la cosa se recompuso un poco, nosotros seguimos intentando con las fiestas de
Balvanera. Hubo un grupo de 200 personas que siguieron viniendo y siendo
clientes. Y así llegamos al 10 de diciembre de 1983, el día que asumió
Alfonsín, día que nosotros hicimos un baile, por primera vez a puertas
abiertas, sin cobrar entradas, ni bebidas, ni nada; fue un día de festejo:
único. En Balvanera no podía entrar nadie más y seguía llegando gente por la
Av. Jujuy, gente que venía de la manifestación de apoyo a la democracia.

¿Hicieron
el “Baile de la Democracia”?

Sí, y pensábamos: ‘Al
fin vamos a poder hacer fiestas a puertas abiertas’, pero nos confundimos… La
policía seguía manejándose con los mismos edictos. O sea que si te metían preso
y te ponían el edicto 2°H; seguía todo como antes, porque los edictos
continuaron… En 1984 seguimos trabajando
alternativamente, hasta marzo, haciendo lindos bailes…

¿Y qué pasó en abril de 1984?

Golpearon
la puerta, trabajábamos con las puertas ‘a medias abiertas’ -por una cuestión
de prudencia y de cuidados-, y nos hicieron un procedimiento. Estábamos
abriendo los sábados también. Yo estaba en la puerta y el subcomisario de la
8°, al que conocía bastante, me dijo: ‘Mire, mejor abra porque esto viene de
arriba y no lo pudimos parar’. Después el comisario con el que arreglábamos se
disculpó por no haber podido parar esto. Cada ocho comisarías había un jefe
arriba y ese dependía de un departamento. La orden de volarnos a nosotros había
venido del departamento de policías, dicho por el comisario de la 8°.

¿Qué produjo este procedimiento?

Teníamos
200 personas en la casa y se llevaron unas 80. Al otro día también salió en el
diario. ¿Cómo llegaron los periodistas tan rápido? En esa época, donde no
existían los celulares, sacaron fotos y estaban ahí en el momento en que
entraron; tenían una meta: Reventar a Balvanera, y a quién estuviera adentro.

¿Cómo siguió la cosa?

Cuando
se llevaron a las 80 personas fue desbastador. Los que nos quedamos estábamos
pasmados. Había un cumpleaños –esto me lo estoy acordando ahora, después de
casi 40 años…- y que se habían hecho una torta gigante, como estas dos mesas, que
iba a ser cortada para compartir con los invitados. Después de que se llevaron
a las 80 personas se cortó la torta, pero no la podíamos comer… Nos quedamos tan
mal que la gente se empezó a ir. Todo esto trajo muchas secuelas.

¿En lo personal?

Mi
familia se enteró porque mi papá y mi hermano mayor aparecieron en la puerta de
mi casa preguntándome por el escándalo en el que estaba metido. Decían que era
una vergüenza y que yo había salido en todos los diarios. Una nota decía: “Un
afamado restaurante de la calle Moreno, entre Jujuy y Catamarca, de donde se
llevaron detenidos a 80 personas. Entre los que se encontraron a muchos
homosexuales alocados, bailando arriba de las mesas, entregados a la droga y a
la prostitución”. Fue el final definitivo de todo esto.

¿Vos no habías salido del clóset con tu familia?

Yo
nunca había blanqueado nada pero en esa época era así, todo el mundo lo sabía
pero de eso no se hablaba… Se dijo algo cuando cumplí 50 años, y después no se
siguió hablando del tema; estas cosas se saben y nada más… El sábado
siguiente tratamos de hacer una reunión para los que estuvieran dispuestos pero
vinieron 30 personas que nos saludaron como cuando alguien se murió, para
darnos las condolencias y los pésames; y se terminó ahí. Nunca más.

Sin Balvanera pero al Sur

Carlos
y Ricardo se instalaron en Calafate, fueron concesionarios de un restaurante de
una pareja de amigos gay que habían empezado en 1972 con una casita de té y
hace poco regresaron a Buenos Aires.

“A mí
me han insultado en la calle. Pasaban por al lado, y bajito, me decían: ‘Hijo
de puta’, ‘Cagador’, cosas así. Como yo no sentí nunca que los haya
traicionado, al contrario, por eso pagábamos al comisario”.

¿Te arrepentís de haber hecho lo que hiciste?

De ninguna manera. No fue pavada lo que hicimos. Es bueno que se sepa que un montón de gente la pasó re mal. Yo –dentro de todo- tuve suerte. A mí no me detuvieron, pero te llevaban preso por ser gay y querer divertirte, solamente por eso, por salir caminando con un amigo o con tu pareja.

Facu Soto y Carlos, ex dueño de Balvanera al Sur,
en una de las tantas conversaciones que mantuvieron para realizar esta nota, donde habla para la prensa después de 40 años.

LA VOZ DE UNA TRANS QUE VIVIÓ LA ÉPOCA: LAS TRAVESTIS Y TRANS ANTES DE LA DEMOCRACIA

Por Luz Galathea

A los 16 años ya estaba atrapada por la música. Tocaba en bandas en una época en la que no había cabida para lo diverso. Pudo entenderse y aceptarse, y hoy es una militante trans que se para frente al mundo a cantar. También es poeta, artista visual y fan de Luis Alberto Spinetta. Una de las voces más lúcidas que tenemos en el colectivo LGBTTTIQ+.

La década de los 80 desde mi experiencia era una sociedad discriminatoria y criminalizamte. Contra toda manifestación y expresión que no estuviera encuadrada dentro de las pautas Hetero-normativas, patriarcales y binarias. Por lo tanto, en aquellos años no existían los grupos trans, transgénero. No había ni se hubieran permitido por las autoridades de aquellos días ni existían ni se habían formado grupos representativos de cada comunidad. Tampoco había lugares específicos de cada uno donde reunirse, ya sean lugares de esparcimiento o de reuniones de grupos, pues era muy reprimido por la sociedad y las autoridades, no olvidemos que en aquellos años, estaban de presidente el general Viola, al que luego sucedería, el general Bignone.

Aquella sociedad permitía ciertas
expresiones de diversidad en espacios muy específicos, por ejemplo, en personas
muy particulares. Uno era el teatro, y el otro el under; en los que había
expresiones vanguardistas y muy adelantadas a su tiempo, por ejemplo en El
Parakultural –pero ya en democracia, inaugurado en 1986 por Omar Viola y Horacio Gabin- donde se presentaban grandes artistas que luego trascenderían aquel
tiempo hasta nuestros días, con un aporte invaluable a nuestra cultura como son
Humberto Tortonese, Alejandro Urdapilleta y el genial Batato Barea. Fuera de
estos espacios todo era de un paisaje gris y de una profunda auto-represión.
Recién ingresando a la década del 90 comienzan a mostrarse manifestaciones de
mujeres trans, en el área de la prostitución muy perseguida por la policía, que
era obligada a trabajar para el patrullero, por un porcentaje de la recaudación
del día. Por supuestos muy condenados por la sociedad, denunciadas y
perseguidas por los medios.

Recuerdo las zonas rojas de Godoy
Cruz y Av. Santa fe, y Godoy Cruz y Av. Córdoba, dónde tuve la oportunidad de
conocer a trans que trabajaban en la prostitución y he charlado muchas veces
con ellas , dónde me manifestaban las enormes dificultades que tenían que
sortear, para poder realizar su trabajo-actividad a la que eran relegadas por
su condición no se les permitía acceder a otro tipo de trabajo, dejándoles como
única herramienta de subsistencia el de ejercer el más viejo de los oficios,
que es la prostitución.

Quedaron en el camino muchas
compañeras, que fueron perdiendo sus vidas por todo lo que acabo de enumerar,
hasta alcanzar casi veinte años después, las maravillosas leyes conquistadas:
La ley de Identidad de Género y La ley de Matrimonio Igualitario. Pero gaste
llegar ahí hubo un largo calvario de toda esta comunidad aún hoy sigue la
discriminación, aún hoy sigue la postergación de la comunidad Trans. Esa es la
lucha y la batalla a dar, a través de las generaciones. Lograr ese cambio social,
de comprensión, de entendimiento y sobretodo de cambio de paradigma, no es
cuestión solo de hablar, si no que vallan cambiando a través de la pedagogía de
nuestra presencia en la sociedad; ese cambio de paradigma binario que está en
el inconsciente de nuestra sociedad. Pero queda un largo camino por recorrer, y
a mí generación le toca instalar los cimientos de esa casa de esa sociedad
nueva con la que soñamos y para la cual trabajamos sin descanso día a día. Una
sociedad inclusiva, respetuosa y orgullosa de saberse Diversa e inclusiva.

Los años 80 y 90 fueron muy difíciles
para mí comunidad, dónde la represión, la criminalización, la postergación de
toda la comunidad erala moneda corriente; cómo dije anteriormente, no existían
espacios propios ni de esparcimiento ni de reunión. Se han logrado muchas
importantísimas conquistas, pero queda todo un camino que recorre hasta ver
realizada Esa sociedad inclusiva, respetuosa y diversa allá vamos.

La querida artista Luz Galathea contando cómo era ser trans antes de que la Argentina recuperara la democracia.

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