Luego de una convocatoria virtual alrededor de ocho mil personas pudieron visitar el salón principal, el primer piso, el primer subsuelo y la cúpula de la confitería Del Molino, un ícono de la gastronomía porteña. La próxima visita abierta al público será este 21 de julio con inscripción previa vía web.
La confitería está ubicada en la esquina de Rivadavia y Callao desde el 28 de febrero de 1905. Pero el actual edificio, que proyectó el arquitecto italiano Francesco Terenzio Gianotti, fue inaugurado el 9 de julio de 1916, para el Centenario de la Independencia.
El viernes al mediodía la esquina de Avenida Rivadavia y Callao se llenó de gente, largas colas que esperaban su turno para recorrer el emblemático edificio de la confitería Del Molino. El edificio que cerró en 1997, estuvo a punto de ser demolido y logró salvar la construcción mediante el salvataje que le dio la ley de Patrimonio Histórico Nacional. Luego, en 2014, se dictó la Ley 27.009, cuyo autor fue el senador Samuel Cabanchik, que declaró al inmueble “de utilidad pública y sujeto a expropiación por su valor histórico y cultural”. A partir de ahí, comenzó la restauración y puesta en valor, a cargo la oficina de Patrimonio Cultural del Congreso de la Nación y la Comisión Administradora Edificio del Molino.
Para los visitantes que accedieron a esta primera visita, pudieron observar por primera vez las vitrinas con botellas (vacías y llenas), viejas escobas, cajones, moldes de tortas, cajas de postres con el sello de Del Molino, frascos de mermeladas sin abrir, conservas de frutas, esencias de vainilla y asaderas, entre otras cosas, que estaban en los tres subsuelos de la confitería, los cinco pisos del edificio y la azotea.
También se pudo observar objetos recuperados de los departamentos contiguos; teléfonos, libros (algunos de 1816 y 1903), discos con un cartel que indican que estaban prohibidos en la dictadura, que también pertenecían a Cayetano Brenna, el fundador de Del Molino.
Por su parte, Mónica Capano, asesora de Patrimonio inmaterial de la Comisión Administradora del Edificio Del Molino, repasó la historia: “Cuando Brenna y Rossi inician su negocio, aún no existía la Plaza del Congreso. Era una zona de molinos harineros, y el nombre fue elegido para homenajear al de Lorea, el más importante de la zona. Era una zona de inmigrantes genoveses, muchos de ellos panaderos. Brenna, en cambio, era de Lodi, cerca de Milán y sus habilidades eran de repostero. Cuando se mudó a Callao y Rivadavia en 1905, Rossi ya había muerto”.
A su vez, en esta trama quien recopiló todo lo que está hoy en exposición fue la arqueóloga Sandra Guillermo. Ella explica que “lo novedoso esta vez es que sacamos a la luz numerosos objetos que hallamos en el edificio y otros que nos donaron. Los recuperamos, los restauramos y ahora están en condiciones de mostrar al público. Por ejemplo, el montacarga que pusimos en funcionamiento: ahí subían los platos desde el primer subsuelo donde estaba la cocina, para evitar una larga caminata. También hay una serie de ocho uniformes de distintos momentos, de verano e invierno, de una señora que trabajó acá y los donó”. Lo más antiguo que hallaron fue una botella de ginebra hecha en gres.
La arqueóloga señaló que “acá por ley tiene que funcionar un museo del sitio y un centro cultural, que se llamará ‘Las Aspas’. Se concesionará la confitería, que por Ley deberá tener un menú moderno y uno histórico. Nosotros recuperamos menúes de distintas épocas, y alguien podrá sentarse acá y comer un Imperial Ruso, un postre de Brenna, o algo más moderno”.
Algunos, de los visitantes, son ex trabajadores de la confitería y representan a los miles que transitaron el piso de mármol del salón principal y el subsuelo donde estaba la cocina con sus tres enormes hornos, que hasta la llegada del gas se encendían con carbón, que llegaba por un sistema de tipo ferroviario llamado “vía decouville”, usado en minería.
La licitación para los espacios gastronómicos tendrá lugar luego de finalizar las obras sanitarias. Y la azotea también será accesible al público, ya que se colocó un ascensor camillero y se recuperaron los ascensores que dan a la avenida Rivadavia. Allí, sobre el quinto piso, hay una vista espectacular de la cúpula de las aspas (cuyo motor original fue restaurado y ya funciona) y de la cúpula del Congreso de la Nación.
Para el 21 de julio hay una nueva convocatoria para visitar el edificio. Quienes estén interesados en vivir la experiencia deben anotarse desde el 18 de julio a las 12 horas en el sitio web de la confitería: www.delmolino.gob.ar