Es una tradición en muchas familias, ingerir 12 uvas al finalizar el año, pero se debe prestar real atención a no ahogarse.
Dada la forma y la textura que tiene la uva, esta fruta se convierte en la que mayor riesgo de atragantamiento tiene.
Pero, ¿Cuál es el origen de dicha tradición? Algunos creen que esta costumbre viene del siglo XIX, en aquel momento solo los ricos podían acceder a un buen vino francés para despedir el año, mientras que los que vivían en el pueblo, los imitaban comiendo uvas, ya que no podía comprar el vino que era muy caro.
Por otro lado, hay quienes aseguran que el origen es otro, y que viene desde el año 1909, cuando en la Ciudad de Alicante, España, se produjo una excelente cosecha de uvas blancas. En aquella oportunidad los agricultores la vendían argumentando que comer las uvas la noche de fin de año les traería buena suerte.
Esta deliciosa fruta, la uva, es un alimento muy completo para todas las etapas de la vida, ya que poseen mucha agua, hidratos de carbono, vitaminas del grupo B y minerales. Pero es necesario saber que, comer uvas enteras con la piel y sus semillas, es la tercera causa de asfixia en menores de cinco años según lo indica la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC).
Ana Carolina Binetti (MN 97025), otorrinolaringóloga del Hospital Británico, explicó que “En nuestro país no es algo frecuente, pero por su tamaño y su piel resbaladiza, pueden tragarse sin masticar y generar un taponamiento de las vías aéreas, con lo que la persona no puede respirar”.
Hay que tener especial cuidado en los más chicos, y saber que las causas que facilitan el atragantamiento pueden ser: las vías respiratorias son muy estrechas, en algunos casos tal vez no tengan todos los dientes o que no estén todos desarrollados para masticar bien los alimentos, el reflejo de deglución aún puede estar inmaduro y, además, la lógica distracción de los mas pequeños, con facilidad puede ser otro de los motivos de atragantamiento.
Sin embargo, no solo es peligroso para los más chicos, ya que se sabe que la incidencia de asfixia en personas mayores de 65 años es siete veces mayor que en chicos de 1 a 4.
La Dra. Binetti, en este sentido, advierte que “Hay que tener cuidado con los adultos mayores que tienen disfagia, un trastorno de la deglución que consiste en la dificultad para masticar o tragar”.