Está entre los cinco con mayor cantidad de contagios. Y figura en el podio de los más poblados, una cualidad que en tiempos de pandemia le juega en contra.
Tuvo pico de nuevos casos hace dos semanas y figuró entre los cinco barrios porteños con ritmo más veloz de contagio durante medio mes. Sigue entre los diez con más positivos acumulados y esta semana tuvo que decirle adiós a tres enfermeros de su hospital, que murieron por Covid-19. Caballito, cada vez más golpeado por el coronavirus, es uno de los barrios con mayor bienestar urbano pero carece de los rasgos que les permitieron a otros desacelerar la curva de infectados.
Fueron 415 los positivos detectados entre el 31 de julio y el 5 de agosto en Caballito, cifra récord para el barrio que es corazón geográfico porteño. Así, quedó sexto en la lista de los que más empujan hacia arriba la curva de contagios, sólo superado por los que vienen sufriendo desde hace meses: Flores, Balvanera, Palermo, Villa Lugano y Barracas.
Su segundo valor más alto se registró la semana del 7 al 14 de agosto, con otros 375 casos detectados en siete días, una leve disminución respecto a la semana previa que igual no alcanzó para bajarlo del sexto lugar en el ranking de barrios con más contagios nuevos.
Así, los positivos por coronavirus aumentaron un 41,5% en la primera mitad del mes en Caballito, según valores del Boletín Epidemiológico Semanal de la Ciudad. Y entre la última semana de julio y la primera de agosto, el barrio quedó quinto en ritmo de contagios, superado únicamente por otros con muchos menos acumulados y mucho menos densos: Versalles, Núñez, Villa Pueyrredón, Villa Real y Agronomía, entre otros.
Ya son tres los enfermeros muertos por Covid en el hospital del barrio, el Durand. Son Julio Gutiérrez (62), Grover Licona Díaz (50) y Virginia Viravica (61), esta última fallecida el miércoles.
Caballito es el tercer barrio más denso de la Ciudad. Sus poco menos de siete kilómetros cuadrados concentraban a 176.000 vecinos en 2010, año del último censo. Las proyecciones de la Dirección General de Estadística y Censos porteña arrojan que hoy esa población es de unos 185.500 habitantes, es decir, 27.000 personas por kilómetro cuadrado, una densidad un 80% superior al promedio en Capital.
Radiografía de Caballito
Al mismo tiempo, en 2018 Caballito dio positivo en la mayoría de los indicadores medidos en el Índice de Bienestar Urbano (IBU) elaborado por el Instituto I-Ciudad de Políticas Públicas para Buenos Aires.
Sin embargo, el tamaño de sus espacios verdes es reducido, no sólo en comparación a la cantidad de vecinos sino también a otros barrios. En metros cuadrados de verde por habitante, la Comuna 6 integrada por Caballito está en un penoso puesto 12 del ranking entre las 15 comunas porteñas. Y su arbolado público lineal tiene uno de los peores registros de la Ciudad, según el mismo IBU.
“A menor espacio verde, mayor densidad, porque hay menos unidades de superficie disponibles por habitante. Por lo tanto, de por sí hay una incidencia mayor del virus, más allá de los comportamientos y las políticas públicas”, destaca Facundo Villar, geógrafo y director de Contenidos de Fundación Metropolitana.
Este barrio cuenta con apenas un metro y medio cuadrado verde por vecino, cuando la Organización Mundial de la Salud recomienda al menos diez. La plaza Irlanda y los parques Centenario y Rivadavia, los tres espacios más importantes, suman apenas 23 hectáreas en un barrio de 680. Los últimos avances son las plazas del entorno de la estación ferroviaria de Caballito, que fueron puestas en valor en 2016, aunque la superficie que aportan no es considerable.
Este verde queda aún más chico cuando su falta también se hace sentir en los barrios aledaños: muchos vecinos de Almagro, Boedo, Villa Crespo y Flores van a los parques y plazas de Caballito. Esto aumenta la concentración de personas en un mismo espacio. Justamente lo que hay que evitar.
Ese cóctel de alta densidad y poco espacio verde no ayuda al distanciamiento social. Mariano Cuyeu, vecino de Caballito y redactor en el medio barrial Revista 6, observa que “los casos vienen creciendo y, mientras tanto, ves los fines de semana los parques del barrio explotados de gente, es increíble. Aumenta el contagio pero no la conciencia en los actos”.
Carlos Brodersen es jefe de la Unidad de Gastroenterología del Durand y trabaja desde hace 40 años en ese hospital. Observador en primera fila de cómo creció el barrio a nivel poblacional y sanitario, destaca que “Caballito tiene una distribución arquitectural y geográfica que no colabora: vive mucha gente en un mismo edificio, producto de 70 años de pésima urbanización. Al mismo tiempo, hay un nivel educativo alto pero a veces desviado, de gente que no entiende que debe cuidarse y que sale igual, aunque esté en un grupo de riesgo”.
El grueso de los vecinos de este barrio tiene tanto los recursos económicos como el acceso educativo necesarios para poder cumplir con la cuarentena en mejores condiciones que los de muchas otras zonas de la Ciudad. La mitad de sus habitantes mayores de 25 años cuentan con estudios superiores completos, según datos de 2019 de la Dirección de Estadística y Censos porteña. La tasa de empleo es la más alta de todas las comunas de la Ciudad. Y su población tiene mayor cobertura privada de salud que el promedio en el distrito.
“En todo el territorio porteño, el porcentaje de personas que sólo cuentan con cobertura pública está entre el 18 y el 19%, mientras que en este barrio ese índice baja a entre el 10 y el 15%”, precisa Gabriel Battistella, subsecretario de Atención Primaria, Ambulatoria y Comunitaria del Ministerio de Salud de la Ciudad. Es por eso que en Caballito “juegan menos las condiciones de vulnerabilidad y mucho más la densidad poblacional elevada”, explica el funcionario.
Esa densidad puede llevar a condiciones habitacionales muy favorables para la dispersión del virus, aunque no se viva en un barrio popular. La médica infectóloga Rosana Cuini resalta que “si hay un mayor número de personas en un menor número de ambientes o de metros cuadrados, circula más gente por el edificio y crece el riesgo de transmisión del virus, aunque no haya vulnerabilidad social. El riesgo está aumentado por el mayor número de transportadores en un mismo espacio”.
El 92,2% de los vecinos de Caballito vive en departamento, según datos oficiales, cuando la media porteña no llega al 80%. Los barrios a los que más tardó en llegar el coronavirus, en cambio, tienen baja densidad poblacional, muchas casas bajas y buen número de árboles. Esos son tres de los aspectos en los que el barrio central de la Ciudad flaquea más. Y que indican que, más que nunca, deberá seguir cuidándose.