Y pasan los días, las semanas, lo enojos, las angustias, las decepciones, las rabietas, los malos entendidos, el fanatismo, las tristezas, los desamores… y llega un momento que la basura mental ocupa todo el cerebro.
Y pienso y re-pienso una y mil veces en todo lo que permití que me dañe y ocupe espacio sideral dentro de mi ser, ¡circuito tóxico si los hay!
Ya es hora de habilitar la papelera de reciclaje mental.
Y me adentro a la tarea, del mismo modo que cuando no entra un alfiler más en la memoria de mi equipo móvil y debo realizar actualizaciones para que continúe su funcionamiento óptimo; y comienzo a eliminar videos ya vistos, imágenes acumuladas de forma compulsiva, aplicaciones innecesarias y le doy sin pausa al “delete”.
Hasta que pasado un rato bien largo… por fin libero espacio de memoria, y mi equipo deja de alertar en rojo y ahora me permite actualizar, resetear, y anda liviano, ágil y rápido el equipo.
Exactamente igual sucede con mi mente.
A la menta la necesito fresca, despojada, renovada. Para seguir desarrollando nuevas ideas, para pensar con criterio propio, para discernir la luz de la sombra en situaciones complejas.
Porque una mente libre de basura mental da cuenta del trabajo interno que estoy llevando adelante, donde no permito que se instale y saque raíces el desecho que no me es operativo a mi integridad como persona.
Vaciate para dar espacio.
Despojate para que circulen cosas nuevas.
Reseteate para volver a empezar.
Basura mental a la papelera en: 3, 2, 1.
A L I V I O.
Con afecto.
Noelia de la Fuente, Psicóloga Social.