Cada tanto aparecen en la superficie a través de un informe televisivo y notas en los principales diarios. Se presentan como seres comunes y normales que solo se agrupan para seguir una disciplina de vida como cualquier asociación o culto lo hace. En todas estas instancias mediáticas de seudo blanqueo, los masones comentan como al pasar, que participan de la vida del país y que han aportado presidentes a lo largo de la historia, pero no dicen más que eso.
La revista Noticias hace unos meses publico una nota de los vaivenes masónicos en el país aunque con un tratamiento bastante superficial.
Los presentaban como gente misteriosa pero a la vez ingenua e inofensiva. En ningún caso por ejemplo, preguntaron porque la policía metropolitana de la ciudad, tenía en los móviles y en los uniformes de la fuerza, símbolos masones o que significación tenía el collar que los reyes le dieron a Macri en su visita a España.
De todas las cosas que comentaron los masones en esas apariciones mediáticas, la mayoría es irrelevante y vendieron una idea del poder muy mentirosa. Hablan siempre de democracia pero ellos tienen una concepción aristocrática del poder, sostienen que solo deben gobernar las clases altas y eventualmente aceptan un gobierno de los ricos (plutocracia) porque consideran que los ricos son seres más evolucionados que el común. La idea de democracia como el poder del pueblo es para la mayoría de las sectas masones, una ficción que nunca sucederá.
A pesar de la imagen inocentona que se trasmite cada tanto, por los grandes medios de comunicación, algo así como si fueran un club donde se juntan a jugar a las cartas, hacen algunos ritos y cada tanto intervienen en política, documentos históricos revelan que el funcionamiento de logias masónicas existen e en el país desde finales del siglo XVIII y siempre tuvieron cargos de máxima jerarquía política.
En 1795 en Buenos Aires fue fundada la logia «Independencia», la primera en Argentina, con protocolos de autorización otorgados por la Gran Logia de Francia y en la época de la llamada Revolución de Mayo de 1810 su presencia en la vida social y política fue muy importante.
En 1821, en plena disputa por dominar la naciente nación argentina se funda la logia «Aurora» y otra llamada «Libertad», bajo los auspicios de la Masonería española, mientras la Gran Logia de Maryland, establece la logia «Fénix» y la «Valeper”.
En 1825 se organiza en Buenos Aires «Southern Star nº 205» oriunda de Pennsylvania que tuvo entre sus integrantes a Bernardino Rivadavia, que tomo como presidente una deuda externa con Inglaterra para realizar obras que nunca se hicieron y que se tardó 100 años en pagar.
La filosofía masón
La filosofía masónica es una ideología basada en el racionalismo y el naturalismo: “la «naturaleza» está guiada por la razón que lleva por si sola a toda la verdad y propone un nuevo orden que se opone a la concepción religiosa de los fenómenos.
El enfrentamiento de la masonería con las religiones mundiales, sobre todo el cristianismo es bien conocido.
Para los católicos la masonería es similar al paganismo antiguo y es una organización que tiene como fin fundamental acabar con el cristianismo e implantar un proceso donde las sociedades a partir del momento en que las religiónes y sus instituciones pierdan influencia, otras esferas del saber van ocupando su lugar en la sociedad.
Lo sagrado cede el paso a lo profano y lo religioso se convierte en secular.
La masonería ha logrado al cabo de unos dos siglos que la iglesia haya dejado de tener el monopolio de la educación y la cultura.
Las ciencias elaboran sus teorías partiendo de la experimentación y no de la revelación sagrada y la economía, se rige por criterios de «eficacia» o «ineficacia» y no por la idea del bien y el mal.
Los masones lucharon contra el dominio de los grandes sistemas religiosos sobre la sociedad reivindicando la capacidad individual de orientar el propio destino.
La mayoría de las logias masónicas en los contados criterios que hacen públicos, nunca hablan de economía, ni de concentración de la riqueza, de desigualdad o cosas por el estilo. Solo hablan de que no son una religión, que aceptan a todos los individuos por igual y están en contra de los dogmas religiosos, aunque dicen respetar cada fe establecida tanto individual e como institucional.
Sin embargo, su organización se parece demasiado a una religión: existen los ritos de iniciación en distintos grados y los candidatos deben hacer juramentos de no revelar en absoluto los secretos de la masonería a riesgo según algunas delaciones publicadas, de la propia vida.
Como el cristianismo, la masonería expresa el deseo de buscar «luz», pero en la masonería la luz no es Cristo y la doctrina asegura a los iniciados que recibirán la luz de la instrucción espiritual (masónica) y que tendrán descanso eterno en la «logia celestial» si viven y mueren según los principios masónicos.
Para lograr imponer estos criterios cuasi religiosos, la masonería necesitó poder, no solo lo construyó a través de acólitos que accedieron a cargos públicos sino con el desarrollo de una gran prensa que influenciara hacia valores por ellos sostenidos, diputando de esa manera la hegemonía religiosa en los asuntos cotidianos de la población.
El objetivo: instalar en el siglo XXI un nuevo orden mundial, donde gobernarán los más capaces sin miradas que cuestionen desde el bien o el mal el desarrollo de la humanidad.
Los masones y el Nuevo Orden Mundial
Desde el inicio de la historia en la Argentina, los masones han tenido una influencia gravitante a través de numerosos presidentes masones que guiaron los destinos de la Patria desde la Generación del 80 hasta nuestros días:
Bernardino Rivadavia, entre 1826 y 1827, Vicente López y Planes, presidente provisional tras la renuncia de Rivadavia, Urquiza, Derqui, Bartolomé Mitre, Sarmiento, Pellegrini, Quintana, Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña, Victorino de la Plaza, Hipólito Yrigoyen y existen registros de que Perón y Alfonsín fueron masones, aunque hay historias controvertidas acerca de las distintas orientaciones filosóficas enfrentadas dentro del mismo culto masón, que se trasladaron a la lucha política.
En el plano internacional los masones más conocidos y poderosos son los Iluminati que impulsan el nuevo orden mundial actual, cuyo objetivo es un control global a través de la automatización de los procesos productivos, el control de las redes sociales, y la generación de un solo gobierno, con gobiernos y grandes medios de comunicación locales, que les responden, controlando todo.
El término “Illuminati” significa “los Iluminados” (del latín “illuminare”: iluminar, conocer, saber).
La base del poder es el control de los flujos de dinero, la concentración de ese recurso que es según los católicos, el nuevo dios que intentan imponer: el dios dinero y en su lucha histórica contra las influencias religiosas, han impulsado la new age, prácticas seudo religiosas que hablan de todas las religiones mezcladas con supersticiones y mensajes extraterrestres, creando una confusión doctrinaria bien pensada para restar poder a los cultos monoteistas.
La mayoría de los miembros masones que conforman este grupo, que serán los que dirijan el nuevo orden, son personas poderosas e influyentes, banqueros adinerados, líderes políticos, la élite empresarial y las grandes corporaciones multinacionales con un poder casi absoluto como la industria farmacéutica.
La masonería tiene varias vertientes a nivel mundial, pero una de las más poderosas es la Familia Real de Inglaterra, es decir, la reciente fallecida reina Isabel II y la Casa de Windsor que controlan los estratos superiores del poder masón.
Los centros para la toma de decisiones se encuentran en Inglaterra (en especial Londres), Suiza-Basilea y Bruselas (sede de la OTAN) y otro de sus objetivos principales para lograr este fin, de controlar las naciones y sus pueblos, son la destrucción del concepto de patriotismo y nacionalismo y la abolición del concepto de la familia tradicional y clásica desactivando la influencia de cualquier tipo de religión (sobre todo de la Iglesia Católica Apostólica)
Gobiernos regionales
Los Illuminati saben que la mayoría de las personas se opondrían a un gobierno global, entonces generaron el surgimiento de bloques regionales como la Unión Europea, la Unión Africana, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y la Organización del Tratado del Atlántico Norte, para poco a poco, instalar el control a nivel mundial.
La mayoría de los masones de las logias locales no progresan más allá de los primeros grados de iniciación, a pesar de la existencia de otros treinta grados superiores en el llamado Rito Escocés y once más en el Rito de York.
Los que conforman las logias locales no tendrán ni la más remota idea de cómo su organización actúa la organización superior, ni los planes que tiene. Sólo los «aceptables» progresan a los niveles superiores y averiguan lo que realmente ocurre.
Entre los grados cuatro y treinta y tres, se encuentran a los que «piensan correctamente» y tienen influencia hasta para instalar los presidentes de Estados Unidos. Después del grado 33 existen los «grados Illuminati». Estos últimos son los agentes de la secta del «Ojo que todo ve», una imagen que existe en el centro de la pirámide que aparece en los billetes del dólar.
Que las logias masónicas tienen una agenda secreta es algo en lo que coinciden muchos investigadores. Los análisis de los libros escritos por masones sobre la masonería muestran, sin ningún género de duda, que el objetivo final le la masonería es destruir el cristianismo y las demás religiones para abrir el camino hacia un Nuevo Orden Mundial, donde el dios será el dinero y ellos tendrán el poder.
La masonería argentina tiene su centro en la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones. Dispone de un centenar de logias: 51 en Buenos Aires, 11 en el Gran Buenos Aires y 40 en las provincias argentinas.
Una de las preguntas que se les hace frecuentemente es sobre los grandes iniciados de grado 33 y la respuesta calcada es: “ellos pertenecen a la logia pero son una organización aparte y nadie sabe los temas que tratan, es un secreto”.
Invitamos a nuestros lectores a investigar estos temas relevantes.
Fuentes: el libro «La masonería argentina a través de sus hombres», de Alcibíades Lappas, Emilio Corbiere de su libro “La Masonería” y archivos de la Presidencia de la Nación.