noviembre 25, 2024
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APRENDIZAJE EN PANDEMIA

4 de diciembre, 2020

La pandemia nos enseñó lo frágil que es estar vivo y como nos desorienta el misterio invisible de un virus que se vuelve mortal contra nuestra voluntad, sin diferencias de clases sociales, ni edad. 

Que todo lo que sucede en un extremo del mundo, nos puede suceder en el metro cuadrado de nuestra existencia. 

Que la vida y la muerte no estaban tan lejos. Que la muerte se volvió tan cotidiana como la vida misma, apareciendo crónicada en todos los portales. 

Que las despedidas por ahora se suspenden para siempre y ya no habrá otro día para despedir a nuestros seres queridos. 

Que los velorios no se hacen por temor a los contagiados, salvo que seas Maradona. Que el pésame no se dará el día de la muerte, sino mientras nos vallamos encontrando. 

Que los cementerios parques y los crematorios son los únicos destinos para los recuerdos. 

Que los duelos no terminan, aunque pasen los días y los meses. 

Que el dolor sigue doliendo sin fecha de vencimiento.  

Que la vida siempre depende de otro para sobrevivir al dolor de la muerte de nuestros muertos. 

Que el poder no nos inmuniza contra la muerte ni la decidía. 

Que la medicina no siempre hace milagros. 

Que los milagros no siempre llegan a tiempo. 

Que el tiempo es vulnerable a la muerte y al olvido. 

Que podemos dejar por un año de fabricar armas para la guerra y buscar una vacuna que nos salve por un tiempo de la muerte que nos separa de los afectos. 

La pandemia nos enseñó que no somos inmortales, que el egoísmo es un suicidio y que la estupidez puede ser una tragedia. 

Adrián Vitali  Exsacerdote 

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