noviembre 22, 2024
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Adipsia: ¿Qué hacer si no tengo sed?

El agua es la bebida principal por excelencia, necesaria para la vida y fundamental para realizar prácticamente todas las funciones del organismo. Por ejemplo, proporciona volumen sanguíneo, disuelve sustancias y tiene un papel clave tanto en el mantenimiento de la temperatura corporal como en la excreción de sustancias a través de la orina.

El equilibrio hídrico hace referencia al mecanismo de homeostasis que regula la ingesta de agua y su excreción (a través de la respiración, el sudor, las heces y la orina). El agua ingerida permite la renovación del agua corporal reemplazando así las pérdidas de líquido. Cuando disminuye el agua celular, se desencadena el mecanismo de sed.

La hormona antidiurética (ADH) también conocida como vasopresina es liberada al torrente sanguíneo y transportada a los riñones. Eso comporta un aumento de la reabsorción del agua conservando el agua en el cuerpo y evitando la excreción de agua por la orina. Por otra parte, frente a un exceso de agua corporal, la secreción de ADH disminuye y la reabsorción de agua en los riñones también. De esa forma, se excreta un mayor volumen de orina diluida eliminando así el agua.

Podemos distinguir entre dos tipos de sed según su causa:

  • Sed osmótica: aparece cuando hay un aumento en la concentración de sales fuera de las células gracias a la ingesta de una comida con alto contenido en sal.
  • Sed hipovolémica: aparece al disminuir el volumen de sangre (pérdida de agua e iones). Por ejemplo, al realizar ejercicio físico intenso, al perder agua a través de la sudoración, etc.

¿Qué es la adipsia?

La adipsia es la ausencia de la sensación de sed, incluso cuando el organismo requiere hidratación. A veces aparece como síntoma asociado a enfermedades como la diabetes insípida o la hipernatremia (alta concentración de sodio en sangre) o como efecto secundario de un fármaco. La hipodipsia se conoce como la disminución parcial de la sensación de sed.

Este problema médico puede aparecer a causa de:

  • Anomalías congénitas del cerebro
  • Lesión cerebral que afecta al hipotálamo
  • Accidente cerebrovascular
  • Origen psiquiátrico. En este caso, hablaríamos de adipsia psicógena.

¿Qué consecuencias conlleva sufrir adipsia?

El riesgo de la falta de sed es precisamente no alcanzar las necesidades mínimas de agua, provocando un estado de deshidratación. La deshidratación leve o moderada suele cursar con boca seca (xerostomía), orina de color oscuro, debilidad, dolor de cabeza, pérdida de apetito, calambres musculares y apatía, entre otros. En cambio, cuando la deshidratación pasa a estado grave, suele incluir signos como irritabilidad, ojos hundidos, aumento de la frecuencia cardíaca, mareos, delirio, inconsciencia y puede incluso ocasionar un daño cerebral permanente.

En general, el grupo de personas más vulnerables a padecer deshidratación incluyen bebés, niños y ancianos, así como las mujeres embarazadas.

¿Cómo saber si tengo Adipsia?

Una de las alarmas más evidentes es dejar de sentir la sensación de sed de manera repentina. Un nivel muy bajo de vasopresina en sangre puede ser indicador de adipsia. Ante una sospecha de padecer adipsia, es preferible acudir al médico.

¿Qué pasa si tomo agua y no tengo sed?

No solamente no pasa nada si no que es necesario hacerlo en caso de sufrir adipsia. Será la única manera de evitar las consecuencias ya mencionadas anteriormente y asegurar que el organismo recibe las cantidades necesarias de líquido.

Los requerimientos de agua dependen de varios factores tales como el clima, la actividad física, el tipo de dieta, la temperatura ambiental, etc. Sin embargo, la recomendación para adultos suele ser entre 2 y 2,5 litros diarios, que pueden provenir de:

  • El agua presente en toda clase de líquidos y bebidas: agua, leche, caldos, infusiones, etc. Esto supondría aproximadamente el 70-80%.
  • Del agua presente en alimentos, principalmente frutas y verduras, aunque otros alimentos como la carne, el pescado y los huevos, también contienen un porcentaje elevado de agua. El agua que obtenemos a través de la comida supone el 20-30% restante.

Durante el embarazo aumentan los requerimientos hídricos. Un consumo óptimo de líquido ayudará a prevenir infecciones urinarias y estreñimiento. Asimismo, durante la lactancia materna es preciso aumentar la ingesta de agua para compensar las pérdidas a través de la leche.

Normalmente, los requerimientos de agua son alcanzados gracias a la propia sensación de sed, pero en aquellas personas que no notan esa necesidad es imprescindible inculcarles el hábito de beber y cumplir con una rutina de consumo de líquidos.

Técnicas operantes para la adquisición de la conducta de beber agua:

  • Llevar un registro de agua. El simple hecho de monitorizar el consumo de agua, aunque sea ir tachando una lista o coloreando una celda de una tabla, funciona como refuerzo positivo.
  • Ponerse alarmas o recordatorios para acordarse de beber. Hoy en día existen varias apps específicas para ello.
  • Beber un vaso de agua en ayunas diariamente.
  • Beber un vaso antes de cada comida.
  • Tener siempre a mano una botella de agua individual.

La adipsia es un problema médico muy inusual del cual no hay un tratamiento farmacológico. La única manera de evitar sus complicaciones es aprender a consumir líquidos de manera pautada, adaptando la cantidad según factores como el clima o la realización de ejercicio físico. Como ya hemos visto, el agua debería ser la bebida principal de nuestra dieta, evitando el consumo regular de otras bebidas no saludables como refrescos, zumos y alcohol.

Artículo de Silvia Cardona, Dietista-Nutricionista

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