Por María José López Tavani
En ciertas Redes Sociales, en ciertos espacios existe una tendencia a “decretarnos”, a ser “luz de Dios”, “guerreros de la luz” o lo más trillado: “seres de luz” o se decreta: “yo soy alegría”, “yo soy prosperidad”, “yo soy paz”, “yo soy amor”. En esencia, no es incorrecta la propuesta de alcanzar dichos estados o virtudes, pero como, es la cuestión.
Ser Amor es ser Unión con todo lo que existe. Pero somos también, seres humanos. La bronca, la nostalgia, la tristeza, el odio, son emociones naturales. Habrá que ver cuánto tiempo nos acompañan y con cuánta intensidad arremeten.
El padre de la moderna Terapia Gestalt, Fritz Perls, enseñaba que todo nos es útil. Cualquier energía puede transformarse en un recurso benéfico. Por ejemplo, el odio sirve para alejar a quien te ha dañado demasiado. Por un lapso, por supuesto, porque odiar es estar aferrado a aquello que odiamos.
Creo que hay individuos de intensa sabiduría, pero no que en las Redes Sociales, haya verdaderos Maestros.
A los que se dicen “seres de luz” también les ocurren dramas, tragedias. No es tan sencillo recorrer la incertidumbre que la vida nos propone. Los hechos dolorosos ocurren. Para todos. Para quien “decrete” y para quien no lo hace.
Ser rebeldes es uno de nuestros derechos. Un nene que nació en el hambre y murió de hambre. Un árbol que es talado con ferocidad. La muerte de animales. La Madre Tierra herida, agonizante. Poco interesa ser luz si no gritamos por ellos. Si no tenemos la rebeldía necesaria para repensarnos. Si no somos rebeldes frente a la injusticia.
Para ser verdaderamente seres de luz, hay que ser sombras disponibles para la trascendencia. No se puede ser claridad negando al planeta y sus miserias. El cambio comienza en el corazón de cada ser humano, ese corazón que se expandirá y latirá en la belleza y la justicia. El mismo corazón que ha sufrido, que ha reído, que ha callado; muchas veces sin saber por qué lo hacía.
La entrante Era de Acuario es la propuesta de conocer el orden impuesto por los dueños del poder terrenal y crear uno mejor, para todos y todo. Y no se puede ser parte de la construcción interna y externa, si no se asume, en primerísimo lugar, que somos seres humanos.