noviembre 24, 2024
Cultura

π:  una ópera prima que llego a sorprender al mundo

Por Leandro Carregado

 ¡Hola! En esta oportunidad hablaremos de una ópera prima que llego a sorprender al mundo como un golpe en la barbilla: π (Pi, 1998) del director Darren Aronofsky. Con tan solo 27 años, Aronofsky estaba decidido a rodar una película a modo de “guerrilla”: debía ser filmada rápidamente, con un paso frenético y una estética cruda. Así, con un presupuesto de unos pocos miles de dólares, mucho talento, amigos fieles y mucha determinación comenzó la filmación el 14 de octubre de 1996. Sería un proceso alocado que pondría a prueba la voluntad del director.

   Pi es una historia acerca de la obsesión por el conocimiento, del peligro de romper los límites y las consecuencias que esa búsqueda acarrea sobre el personaje. Maximilian Cohen, interpretado por Sean Gullette, es un matemático de New York que está obsesionado con los patrones que capta en el mundo y basa su vida en una suposición: la matemática es el lenguaje de la naturaleza, y todo lo que nos rodea puede ser representado por números.

 Y de esos números surgen patrones que pueden explicar el universo mismo. Maximilian está en busca del patrón definitivo, de la serie de números que le va a entregar el poder absoluto, desde prevenir el resultado de la bolsa de acciones hasta entender cualquier otro elemento existente. Pero esta búsqueda comienza a afectarlo, sufre terribles dolores de cabeza, alucinaciones y una alienación creciente de la realidad.

 Y eso no es todo: una compañía financiera sin escrúpulos y una secta de judíos jasídicos lo acosan para utilizar su conocimiento para sus propios fines. Con un ritmo frenético, la trama avanza y con ella, la búsqueda de Maximilian, que a pesar de los consejos de su antiguo profesor que también había buscado el mismo patrón, pero desistido al ver los estragos que eso creaba, lleva su mente hasta el extremo alucinando mientras experimenta dolores insoportables.

 Es una escalada que nos llevará a un clímax misterioso: ¿qué significa ese código que Max busca y cuál será el precio final de querer convertirse en dios? Esta escalada de dolor y obsesión está excelentemente plasmada por el director mediante el contraste puro de blancos y negros, una banda sonora que encaja a la perfección, y sets que reflejan el mundo del personaje.

La meta de Aronofsky era, al menos, llegar al festival de Sundance. Y no solo logró, sino que con su magnífica obra ganó el Premio a Mejor Dirección, además de conseguir un gran éxito comercial.

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